Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


27/02/2011

Diversidad: Cuál es la Dosis?



¿Cómo pensar esta cuestión?
Tal vez la cosa sea bien simple: la nota del post anterior me enfrentó de bruces con un prejuicio ya naturalizado: las religiones -aparte de las cuatro o cinco llamadas grandes- son institutos colectivos que nuclean a muchas (MUCHAS) personas, y que, si bien seguramente tienen a su interior algunas diferencias, son, hacia afuera, relativamente uniformes. Y lo fundamental de este prejuicio es que me obliga a pensar en el componente de la cantidad de fieles como el determinante a la hora de pensar las religiones. Por culpa de esto, acabé preguntándome si la diversidad podría ser materia de grado… es decir, de un estado de cosas pasible de mejorarse hasta un punto, donde más allá de él, la situación varíe al punto de alterarse en su misma razón de ser…


Una vez que pensé aquello, se me ocurrió también que, si la experiencia religiosa es algo íntimo e individual -ningún hombre o mujer puede transferir la fe por un dios a otra persona-, aún cuando muchas materializaciones de esa creencia común sean colectivas –pensemos en la enorme variedad de rituales que existen asociadas a las creencias religiosas-, estoy, en realidad, suponiendo que esas personas comparten una idea/sentimiento (incluso aunque una manifestación colectiva puede re-fortalecerse y renovarse en ese acto, no nace por causa de él, ni en el caso de un don de iniciación, donde debería existir un interés/inclinación previa para participar en él). Sin quedarme en estas especulaciones no del todo clausuradas, sobre todo, porque no es un tema que me desvele, llegué a la conclusión que si es la intimidad de la persona es el espacio donde la fe religiosa existe (y que luego se vehiculiza por tal o cual religión), cada persona sería algo así como 'su propio espacio' para sentirla  - sin que por ello deba evadir la adhesión a una comunidad religiosa o participar de sus ceremonias, en lo absoluto).


En este sentido, con que exista una persona, existe 'un lugar' para vivir esa religiosidad... claro que esto tampoco implica la necesidad de abrir una iglesia por  habitante... pero tal vez si - y vuelvo a mi prejuicio- debería dejar de pensar las religiones por algunas decenas –de máximo- y concebirlas como algo mucho más diverso donde una pequeña congregación justifique un templo, unos principios, una habilitación nacional para su versión de la religión… En pocas palabras, no dejar que me domine un preconcepto que condena a pensar las iglesias como algunas y no como muchas



En fin, pensamientos poco organizados, dejados ahora para quizá ser retomados en algún momento futuro. 





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