Existen pasajes de películas que son... de película. Existen personajes, conceptos de lenguaje cinematográfico, composiciones de fotografía, narrativas de películas que también son de película. En este caso, nos toca un psiquiatra que vive en 'La Comedia de la Vida' (Du Levande, Roy Anderson, 2007). Este doctor de la mente conoce a los demás y sabe dónde está su problema. Lo destacaré a lo largo de su diálogo, que presenta su opinión, pero presenta mucho más a los demás.
(afuera llueve y trona fuertemente. El doctor Lars Johansson va por por el pasillo de nosocomio a su consultorio. En el camino, un paciente le grita:)
-¿Puedo preguntar una cosa? Lars Johansson!-Tranquilo. Llamamos. - le dice el Doctor-Buenos días! - dice el doctor a la enfermera.-Buenos días! - contesta ella.
Johansson comienza a decir mirando a cámara:
- Uy, uy, uy. Soy siquiatra. Lo he sido durante 27 años. Pero estoy agotado. De escuchar a pacientes durante año tras año que no estan satisfechos con su existencia, que quieren pasarlo bien, que quieren que les ayude con eso. Eso acaba con las fuerzas, puedo decir. Yo mismo no lo paso bien. Las personas desean mucho... A esa conclusión he llegado tras muchos años. Anhelan ser felices y al mismo tiempo estan ocupados en sí mismos, son egoístas y tacaños. Quiero ser sincero. Me gustaría decir sencillamente: malvados la mayoría. Gastar hora tras hora conversando para conseguir que un hombre malo sea feliz. No tiene sentido. No funciona. Así que lo he dejado. Ahora sólo prescribo pastillas. Tan fuertes como sea posible... Así son las cosas'.
En pocas palabras, un hombre que conocía las cosas y distinguía entre lo que vale la pena, lo que no, y lo que es un absurdo completo. Un perspicaz. Alguien que entiende que la gente no es, pero aún quiere ser... (y esa diferencia es tan enorme que saberla cambiaría por completo todo). El mezquino, quiere ser feliz. Si no lo fuese, no pediría serlo, porque lo sería (o tendría la dignidad de estar trabajando para lograrlo). El mezquino que quiere todo y no da nada, merece pastillas (después de todo, no le da para que eso...). Cuando la vida está más allá de uno y de las cosas que desvelan a estos pacientes, las pastillitas aburguesadas son su mejor prescripción. Quiero a ese psiquiatra. Con él sería realmente terapéutico atenderse y un acto de honor brindarle confianza.