Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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05/02/2012

Las Reglas del Volar.

...y así, finalmente, llegás al cielo.
Este post es una traducción (muy, muy precaria) del guión del corto Las Reglas del Volar (2004, Eugenie Jansen). Me resulta muy engorroso comentarlo, porque es un todo compuesto de manera consistente... preciosa (y precisa).  Y  sé, sin lugar a duda, que cualquier referencia que haga va a ser incompleta, desestimable y seguramente injusta.



Tal vez, viendo sus ideas generales, logre que lo busquen y comprueben lo bueno que es. 



Esto es lo que narra: 




"Realmente lo tienes que desearNo hay excusa para fracasar. Querer es poder: Ésa es la primera regla del volar. 

Si un pájaro dudase, caería irremediablemente: Debes tener fé.

Hay que evitar espacios cerrados. Las paredes y techos intensifican el efecto de la gravedad.

Debes vencer el miedo. Aleja tus límites. Coraje y audacia, de eso se trata.

Debes pensar ligeramente, pero sólo pensar no te ayudará. Comer pesado tampoco.

Debes impulsar tu cuerpo y mente.

Quien asume el riesgo, encontrará la recompensa. 

Debes estar dispuesto a dejarlo todo. Soltarte. Una vez en el aire, verás qué fácil es sentirse libre.



(como siempre, los destacados son míos.)



20/08/2011

Ir es Volver.

Friedrich ya sabía que esto funcionaba así.
El santo Talmud nos enseña -además de otros puntos condenadamente buenos- que las cosas no son como parecen, son como somos nosotros. Esta idea vino a mi mente hoy, mientras miraba los cuadernos que son digitalizados en este blog, en los que encontré una idea de Patrick Landon que es realmente notable. Y aprovechable. 

Dice algo así: 'Al ir relacionándonos con el mundo, saliéndole al paso a las dificultades que se nos presentan, los seres humanos vamos construyendo nuestra percepción según el registro de lo que vivimos, y, en este sentido, para bien o para mal, nuestro juicio depende muchas veces de nuestra disposición de ánimo general derivada de esa experiencia, y es el motor de la actitud que en consecuencia adoptamos, actitud que siembra y cosecha nuestra vinculación con el mundo. Veamos por ejemplo esta historia: Un anciano estaba sentado fuera de las murallas de una gran ciudad. Cuando llegaban los viajeros, le preguntaban: ¿Qué clase de gente vive aquí?. A lo que el viejo respondía: '¿Qué clase de gente vive en el lugar de donde vienen? Si los viajeros contestaban 'sólo vive gente mala en el lugar de donde venimos', el anciano decía: Sigan su camino, aquí solamente van a encontrar gente mala. Pero si los viajeros respondían: 'Sólo vive gente buena en el lugar de donde venimos', entonces el anciano decía: 'Entren, pues aquí también encontrarán sólo gente buena...' La parábola es de Noah Benshea, y nos enseña que la verdadera naturaleza de las cosas y de las personas, como en un juego de espejos, habita también en nuestro interior, en el que también se asienta el poder moral, mental y espiritual de encauzarla'.


La idea de Landon me resultó hoy, hace unas pocas horas, realmente imprescindible. 









23/06/2011

No Tendrán Tu Verdad.


Un hombre que algunos señalan como un maestro (es decir, la versión reivindicativa del denostado término gurú), pero que -como todos los otros hombres y mujeres- es sólo un aprendiz, encontró un buen modo de explicar cuál es la búsqueda que será legítimamente valiosa para cada individuo (y necesariamente, nunca más allá de él mismo). 

Como siempre, no nos detendremos en el nombre del que expresó su idea con la siguiente historia corta, ni repararemos en los detalles locales o históricos del pasaje (o alguno de sus personajes):


En algún pueblo, un hombre decidió abrir una tienda de pescado, y puso en su puerta un gran cartel que decía: "Aquí se vende pescado fresco". El primer día que abrió, un cliente le dijo: "¿'Pescado fresco'? ¿Para qué aclaras que es 'fresco'? ¿Acaso venderías pescado rancio?" El tendero creyó que era sensato, porque, curiosamente, la idea de 'fresco' traía a la mente, también, la idea de 'rancio' a los clientes. Ahora se leía: "Aquí se vende pescado". Una ancianita llegó a la tienda al día siguiente, y le preguntó: "¿Usted vende pescado también en alguna otra parte?" El tendero dijo que no, y se dió cuenta que la palabra 'aquí'  debía ser eliminada, y así lo hizo. Al tercer día, otro cliente vino le preguntó: "¿Acaso alguien obsequia pescado?"... y el tendero decidió eliminar el verbo 'Se vende'. Ahora sólo quedaba 'Pescado'. En ese momento otro cliente le reprochó: "¿'Pescado'?. Incluso desde lejos, hasta un ciego podría olerlo". Y por eso el comerciante sacó la última palabra, dejando un cartel en blanco. Un momento después, un transeúnte le gritó: "¿Para qué tener un cartel en blanco sin sentido?". Y así el vendedor sacó el cartel dejando el vacío. La última referencia que tuvo de su cartel primero mutilado y ahora directamente desaparecido fue de un caminante que se detuvo por curiosidad: "Habiendo abierto una tienda tan grande, por qué no cuelgas un cartel que diga Aquí se Vende Pescado Fresco?.


Así es como sucede: todos ponen en juego una versión -seguramente bienintencionada- de una situación que, mientras los complacemos, no sólo vamos mutilando nuestro/s criterio/s, sino que luego de ese recorrido, se nos reclama por qué no hacer lo que ya habíamos pensado al principio... Eso sucede porque cada uno aporta una verdad, presentándola como 'la' verdad (aunque lo peor no es eso, sino que del mismo modo la compramos).  

La cuestión parece residir en la consciencia. En la consciencia del que recibe el consejo ajeno, y en la del que se atreve a darlo. Las personas valiosas no aconsejan, prefieren ayudarnos a ser (y a hacer) más conscientes nuestras propias decisiones. Claro que se pueden permitir -y aquí debemos agradecerles- darnos una intuición, o una perspectiva... pero lo fundamental para ellos será hacernos más despiertos para escoger entre la mejor opción, valida sólo para el momento y la posición en que nos encontremos (y concebida en nuestra propia consciencia, claro está). El fin de ello no es nada despreciable: despertándonos, podremos tener la confianza de que podremos escoger, en otro tiempo y posición diferente, también la mejor opción entre varias (aún cuando ésta no sea siquiera parecida a la primera. De hecho, reprochamos la falta de coherencia ajena, pero nunca pensamos en la coherencia que deberíamos reclamar a las situaciones en que esas personas decidieron... en otras palabras, olvidamos que deberíamos reprocharle a las circunstancias la misma carencia. Pero hacerlo -es decir, enrostrarle algo a una 'situación'- es, a toda vista, absurdo... aunque si lo hiciésemos, tal vez nos daríamos cuenta de que el reclamo que hacemos a las personas no es muy consistente...).

El punto aquí es no recortarnos según el deseo de los otros, y así acabar por ser un vacío que un otro viene a exigirnos que deberíamos llenar... es decir, no ser como el tendero, ni como los clientes... no dar consejos acerca de qué hacer en una situación determinada, sino ayudar a que el otro vaya encontrando sus decisiones... y no decidir según lo que otros creen, sino desde lo que nosotros estamos experimentando. Y así una y otra vez. Una y otra vez...

Por eso, no les recomendaría leer este post, y menos aún, que lo recomienden. 









11/06/2011

Sin título (XV)


Los argumentos son tan útiles contra los prejuicios, como lo son las galletas de chocolate contra el extreñimiento.


Max Pallenberg.






01/06/2011

Bendito Fracaso.

Hace unos seis años, un señor que había fracasado -luego de ser exitosísimo-, dio un discurso a los graduados de la Universidad de Stanford en Estados Unidos. La razón de ello fue que, volvía a ser exitosísimo en otro emprendimiento, y hasta llegó, por medio de él, a ser recibido en el lugar del que lo habían echado en primero lugar. Su nombre era Steve Jobs. Es el presidente/CEO de la Apple Computers y de los Estudios Pixar. Y la historia de su bendito fracaso, es la que sigue:



Tuve suerte — supe pronto en mi vida qué era lo que más deseaba hacer. Woz y yo creamos Apple en la cochera de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos mucho, y en 10 años Apple creció de ser sólo nosotros dos a ser una compañía valorada en 2 mil millones de dólares y 4.000 empleados. Hacía justo un año que habíamos lanzado nuestra mejor creación — el Macintosh — un año antes, y hacía poco que había cumplido los 30. Y me despidieron. ¿Cómo te pueden echar de la empresa que tú has creado? Bueno, mientras Apple crecía contratamos a alguien que yo creía muy capacitado para llevar la compañía junto a mí, y durante el primer año, más o menos, las cosas fueron bien. Pero luego nuestra perspectiva del futuro comenzó a divergir, y finalmente nos apartamos completamente. Cuando eso pasó, nuestra Junta Directiva se puso de su parte. Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy notoria. Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido, y fue devastador.

Realmente no supe qué hacer durante algunos meses. Sentía que había dado de lado a la anterior generación de emprendedores – que había soltado el testigo en el momento en que me lo pasaban. Me reuní con David Packard [de Hewlett Packard] y Bob Noyce [inventor del circuito integrado Intel], e intenté disculparme por haberla fastidiado tanto. Fue un fracaso muy notorio, e incluso pensé en huir de Silicon Valley. Pero algo comenzó a abrirse paso en mí — aún amaba lo que hacía. El resultado de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido rechazado, pero aún estaba enamorado. Así que decidí comenzar de nuevo.

No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de Apple fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado. Había cambiado el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida.

Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría después en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por ordenador, Toy Story, y es ahora el estudio de animación más exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple compró NeXT, regresé a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT es el corazón del actual renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia.

Estoy bastante seguro de que nada de esto habría ocurrido si no me hubieran echado de Apple. Creo que fue una medicina horrible, pero supongo que el paciente la necesitaba. A veces, la vida te da en la cabeza con un ladrillo. No pierdan la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía. Tienen que encontrar qué es lo que aman. Y esto vale tanto para su trabajo como para sus amantes. El trabajo va a llenar gran parte de sus vidas, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideran un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hacen. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando. No se conformen. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán cuando lo hayan encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y mejoran según pasan los años. Así que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se conformen.




Si pudo lograr su éxito descomunal dos veces (su fracaso, estuvo determinado por decisiones ajenas), parece que habría que hacerle caso.





01/02/2011

Sin título (V)



Formarse no es nada fácil, pero reformarse lo es menos aún.




Jean Cocteau





30/01/2011

Perla: Cartografía Radical



La acción vista en un plano.


 
Este es un sitio realmente particular. Sobre todo, porque cuando tiene que definir esa sección que muchas páginas poseen como ¿Quiénes Somos? no nombran a sus integrantes, ni resumen su currículo o ponen fotos y biografías ficticias. Simplemente colocan, en un infinito fondo blanco, un pasaje del libro de Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro, aquél que dice

Si ha podido parecemos la más bella alegoría de la simulación aquella fábula de Borges en que los cartógrafos del Imperio trazan un mapa tan detallado que llega a recubrir con toda exactitud el territorio (aunque el ocaso del Imperio contempla el paulatino desgarro de este mapa que acaba convertido en una ruina despedazada cuyos girones se esparcen por los desiertos —belleza metafísica la de esta abstracción arruinada, donde fe del orgullo característico del Imperio y a la vez pudriéndose como una carroña, regresando al polvo de la tierra, pues no es raro que las imitaciones lleguen con el tiempo a confundirse con el original) pero ésta es una fábula caduca para nosotros y no guarda más que el encanto discreto de los simulacros de segundo orden. Hoy en día, la abstracción ya no es la del mapa, la del doble, la del espejo o la del concepto. La simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal. El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio —PRECESIÓN DE LOS SIMULACROS— y el que lo engendre, y si fuera preciso retomar la fábula, hoy serían los girones del territorio los que se pudrirían lentamente sobre la superficie del mapa. Son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto. El propio desierto de lo real (traducido por Pedro Rovira para Editorial Kairós, Barcelona, 1978. Sólo por ser vos -y de pura yapa- te lo dejo aquí).

Como si esto no fuese definitorio, se empecinan en ofrecen una cartografía particular por región (no sólo acerca de los estados que se unen en el norte) y por problemática (etimología americana, pobreza, uranio, explosiones nucleares, símbolos monetarios, ♡, comparaciones en escala, lo grande vs. lo grandioso, calendarios de campos de boy scouts, etcétera).


Vale visitarlo: es muy interesante. Y encima, es gratis.





23/01/2011

Secuestro Sociológico



...correr las nubes de la luz. 

Existen numeros[ísim]as muestras de situaciones donde, lo que se cree estudiado se lo supone garantía de hacernos más aptos para captar la realidad. Tal vez, esto arrastra un pequeño problema: haber estudiado ese algo fuera del lugar donde acontece (aunque nunca pareció ser un impedimento, y por eso siempre se lo pensó sólo un pequeño problema). De ahí la gran maquinaria de herramientas que se creen metodológicas y se las apunta a acercar una realidad, que, curiosamente, sigue estando vedada.


Un trozo de la historia que grafica esta situación es la que Steven Levitt y Stephen Dubner cuentan en Freakonomics (Grupo Zeta, 2007). Le sucedió a Sudhir Venkatesh hace algunos años atrás. Este joven estudiante de doctorado en Sociología nació en India, pero tuvo la inmensa suerte de poder doctorarse en la Universidad de Chicago a fines de los '80s. Le interesaba saber cómo los jóvenes construyen sus identidades, pero no le interesaba el agotador trabajo de campo que exigen los estudios sociológicos. Su tutor era, como todos los que se cruzan en los postgrados, un reconocido especialista en pobreza: William Julius Wilson. Claro que no tardó en hacer lo de siempre: enviar al curioso Sudhir a los barrios negros más pobres de Chicago, armado. Y era apropiado, porque su arsenal contenía, en un maletín unas direcciones obsoletas y varias encuestas de setenta preguntas cada una [!]. Todo un test psicológico, para que las personas realicen con el placer que eso puede llevarles, sobre todo, sabiendo que están ansiosos esperando que Sudhir les interrumpa el día con preguntas acerca de su vida, mientras ofrece las respuestas posibles en opciones (algo que es de enorme ayuda porque les evita el esfuerzo de responder su verdad, si el amable Sudhir insiste en presentársela cual opciones de postres helados, sólo que los de su gusto, claro).


Cuando llegó al lugar en cuestión, vió que los edificios habían sido declarados en ruina. No obstante, era un muchacho persistente, así que subió para ver si alguien le respondería su infinita encuesta. En ese camino, sobresaltó a un grupito de adolescentes que jugaban a los dados en la escalera, y que no sólo hacían eso de su vida, sino que también eran miembros de una banda de traficantes de crack, rama -entre otras cien- de la Black Gangster Discipline Nation. Lo mejor que se le ocurrió decir a Sudhir fue: -Soy un alumno de la Universidad de Chicago, estoy realizando... La respuesta vino como interrupción -Fuck you, nigger. Qué estás haciendo en nuestra escalera? Sudhir no era negro, pero tampoco blanco: era lo que los norteamericanos llaman un brown [marrón] y usan para nominar a los indoeuropeos. A esto tenemos que agregarle que por esos tiempos, las cosas se habían puesto violentas, con tiroteos diarios. Era una guerra de bandas, y qué mejor lugar que en Chicago.


Mientras decidían qué hacían con este tipo: No podían dejar simplemente que se marchara, porque no sabían quién demonios era... podía ir a donde la banda rival y decirles que ellos siempre paraban en la escalera, enfrentándose a un ataque sorpresa. Uno de ellos, bien nervioso, y con un arma que movía sin parar, pidió que se lo dejaran a él. Todo el mundo empezó a elevar la voz, y por eso apareció alguien bastante mayor que este grupo y le arrancó el maletín a Sudhir. Cuando vió que era algo escrito dijo: -No puedo leer esta mierda! Otro le respondió: -Eso es porque no sabes leer. Y todo el mundo -menos Sudhir, claro- se empezó a reír. Entonces el meyor le pidió que le hiciese una pregunta de las que tenía en esas hojas. Venkatesh no tuvo mejor idea que escupir: -Cómo te sientes respecto a ser negro y pobre? .. y todos estallaron a carcajadas. Sudhir cayó entonces en la cuenta que las opciones: a) Muy mal, b) Mal, c) Ni bien ni mal y d) Muy bien, deberían haber agregado la e) Fuck you. Y no lo dijo para hacerse el gracioso. Creía efectivamente que era una opción necesaria, como las que otros creyeron que servían.

En eso llegó el líder de la banda, J.T. Quiso saber qué estaba pasando y le pidió a Sudhir que le leyera la pregunta. La escuchó, pero dijo que no le podia responder porque no era negro (si lo que sigue no rozase lo patético, sería realmente gracioso): Venkatesh pensó que era apropiado reformular su pregunta a -Bien, entonces ¿cómo se siente por ser afroamericano y pobre? [!]. El pobre Venkatesh optó por la fórmula 'políticamente correcta' antes que por la que ya habían usado sus encuestados... J.T. le reprochó: -Tampoco soy afroamericano, imbécil. Sólo soy un nigger [la palabra nigger es las más despectivas para nominar a los afroamericanos desde el siglo XIX, y no la traduzco aquí como 'negro' porque esa palabra es la que utilicé para traducir black en la primera pregunta]. Entonces J.T. ofreció una animada taxonomía para diferenciar nigger, de negro y de afroamericano.

Pasó el tiempo, y si bien J.T. había calmado a los adolescentes, no pareció interesado en tomar alguna decisión con Sudhir. El chico nervioso de la pistola le recordó al universitario: -Nadie sale vivo de aquí. Lo sabes, verdad? La noche avanzaba y Venkatesh fue convidado con una cerveza, luego con otra y otra. Llegó el momento en que la cerveza urgía salir y fue, como quienes lo retenían ('captores' no parece la palabra adecuada, aunque por otro lado Sudhir tampoco era libre de irse cuando quisiera), al rellano del piso de arriba. J.T. pasó varias veces por donde estaban ellos pero no dijo nada. Llegó el día y volvió a venir la noche. En ese lapso, Sudhir intentaba hacer alguna pregunta de la encuesta [!] pero los gangsters no paraban de reírse y de decirle lo estúpidas que eran... finalmente, un rato después de cumplir las 24 horas allí, lo dejaron en libertad.


Luego de recuperar su vida diaria, Sudhir se dió cuenta que era raro nunca huber pensado demasiado en la vida coridiana de los delincuentes de los barrios marginados (Momento: como atenuante -antes de juzgarlo con dureza- recordemos que, al menos, Venkatesh no es el único con intereses sociológicos que no piensa en esto, o que se confía en las herramientas que le provee la facultad y los referentes de su gremio, casi todos ellos, sin contacto alguno con esa realidad - dado que también heredan y reproducen prácticas académicas pasadas). Unas horas después, hizo lo que sabía era correcto: decidió regresar al edificio, y pensar algunas preguntas más adecuadas. Tiró a la basura lo que le dió su tutor y se introdujo en la banda. Se lo propuso a J.T. y aceptó (aunque creía que era una locura estar en contacto con una banda que vendía crack, pero le gustó lo que Sudhir perseguía). Así se trasladó de una familia integrante de la banda a otra, lavando platos y durmiendo en el suelo. Compró juguetes a varios niños, presenció asesinatos y dió algunos dolores de cabeza a su tutor por la decisión que había tomado.


Claro que este 'rapto de lucidez' de Sudhir pudo haber sido espontáneo o facilitado por el miedo que le produjeron esas horas que estuvo retenido en el condominio... no obstante la razón, las vendas en los ojos que nos va calcanzando nuestra condición social y la vida universitaria (la que no sólo no las derriba, sino que agrega otras) no son algo que se esfume en un instante. Tomemos este sólo ejemplo: cuando ya había pasado bastante tiempo, cuando ya tuvo acceso a los detalles de la contabilidad de la administración de esa sucursal, sintió curiosidad por uno de los conceptos en Gastos Varios (ellos compilaban las salidas de dinero en fiestas, sobornos, 'actos comunitarios' que hacía la banda -siempre quisieron que los habitantes del condominio los considerasen dispuestos a subvencionarlos-, etc.). Sudhir se interesó por la cuantía de costes que afrontaban ante algún asesinato de un miembro (pagaban el funeral y el equivalente a tres años de sueldo a la familia, como indemnización). Le pareció, concretamente, elevada. Decidió preguntarlo, y entonces encontró su respuesta: -Esa es una pregunta jodidamente estúpida, porque todo el tiempo que te has pasado con nosotros aún no has comprendido que sus familias son nuestras familias. No podemos dejarlos, es tan sencillo como eso. Conocemos a esta gente de toda la vida, así que los lloramos cuando ellos les lloran. Tienes que respetar a la familia. Los autores de Freakonomics piensan que había además otra razón: la banda temía la reacción adversa de la comunidad, y así compraban un poco de buena voluntad. Fuere o no esta razón verdadera, la razón que le señala el integrante a Sudhir es significativa en términos sociológicos, y más aún, dado que el interesado no logró siquiera intuirla antes de que el gángster se la tirara por la cabeza.



El fin de esta anécdota está dicho: armarse ante una realidad con herramientas que no la entienden es absurdo. Seguramente facilitará nuestra labor esperada en el trabajo de campo ante quienes haya que presentarla, pero el costo será ocultar esa realidad, olvidársela. Y hacerlo es -a corto, mediano y largo plazo- sólo perder el recurso más escaso que vamos consumiendo: el tiempo. De este modo el sociólogo concreta su perdición y se auto-secuestra. Concretamente, secuestrándose de la realidad por la que está interesado, en pos de mantener su linaje profesional. O bien se ejerce el rol de sociólogo o bien se estudia la realidad sociológica. O bien se cumple con la tribu o bien se es un miembro de ella (pero legítimo). O cumple con los suyos... o cumple con sus deseos: He ahí su cuestión.