Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


20/08/2011

Ir es Volver.

Friedrich ya sabía que esto funcionaba así.
El santo Talmud nos enseña -además de otros puntos condenadamente buenos- que las cosas no son como parecen, son como somos nosotros. Esta idea vino a mi mente hoy, mientras miraba los cuadernos que son digitalizados en este blog, en los que encontré una idea de Patrick Landon que es realmente notable. Y aprovechable. 

Dice algo así: 'Al ir relacionándonos con el mundo, saliéndole al paso a las dificultades que se nos presentan, los seres humanos vamos construyendo nuestra percepción según el registro de lo que vivimos, y, en este sentido, para bien o para mal, nuestro juicio depende muchas veces de nuestra disposición de ánimo general derivada de esa experiencia, y es el motor de la actitud que en consecuencia adoptamos, actitud que siembra y cosecha nuestra vinculación con el mundo. Veamos por ejemplo esta historia: Un anciano estaba sentado fuera de las murallas de una gran ciudad. Cuando llegaban los viajeros, le preguntaban: ¿Qué clase de gente vive aquí?. A lo que el viejo respondía: '¿Qué clase de gente vive en el lugar de donde vienen? Si los viajeros contestaban 'sólo vive gente mala en el lugar de donde venimos', el anciano decía: Sigan su camino, aquí solamente van a encontrar gente mala. Pero si los viajeros respondían: 'Sólo vive gente buena en el lugar de donde venimos', entonces el anciano decía: 'Entren, pues aquí también encontrarán sólo gente buena...' La parábola es de Noah Benshea, y nos enseña que la verdadera naturaleza de las cosas y de las personas, como en un juego de espejos, habita también en nuestro interior, en el que también se asienta el poder moral, mental y espiritual de encauzarla'.


La idea de Landon me resultó hoy, hace unas pocas horas, realmente imprescindible.