Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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23/03/2012

Perseguidor y Perseguido.

Si los decálogos sirven de algo, el que sigue podríamos someterlo a un pequeño ejercicio práctico. O analítico (pero no por mero jugueteo intelectual -para decirlo recatadamente-, sino por las profundas revelaciones que produce cuando lo realizamos). La tarea es simple (simplísima): se quita los nombres 'correcaminos' y 'coyote' en las siguientes nueve reglas y se coloca el par de antagonistas que más les guste. Puede ser 'Tweety' y 'Silvestre', 'Estados Unidos' y 'Unión Soviética', 'Perón' y 'Balbín' o 'novio/a' y 'ex novio/a'... 


Las Nueve Reglas del Coyote y el Correcaminos (por Chuck Jones)

1) El Correcaminos jamás le hace algo al Coyote, salvo gritarle 'beep-beep'.
2) Ninguna fuerza exterior daña jamás al Coyote. Sólo lo hace su propia ineptitud o un producto ACME fallado.
3) El Coyote podría parar su persecución en cualquier momento, si no fuese porque es un fanático.
4) El único diálogo es un corte 'beep-beep'.
5) El Correcaminos debe siempre permanecer en el camino, caso contrario no podríamos llamarte 'correcaminos'.
6) Toda la acción se circunscribe al habitar natural de los dos personajes: el desierto del sudoeste estadounidense.
7) Todos los dispositivos, herramientas, armas y artilugios mecánicos deben ser provistos por la corporación ACME.
8) Siempre que sea posible, la gravedad debe ser el principal y más grande enemigo del Coyote.
9) El Coyote siempre debe verse más humillado que lastimado por sus fracasos.



Prueben, prueben. Es un oráculo de respuestas curiosas.




12/11/2011

Obedecer II


Encarguémonos, ahora, de la película. Ya saben: acontece algo importante (un best-seller, o una historia que tiene impacto mediático, o un guionista desempleado -con un momento de inspiración o al que simplemente alguien contó una buena historia que atribuirá a su imaginación-), y viene la película. En este caso no es ninguno de los anteriores, sino la presentación de las conclusiones de los experimentos de Stanley Milgram.  

En este post nos dedicaremos, como la película menciona en el final, en lo que el experimento nos dice acerca de nosotros mismos a la hora de obedecer, y también, de aquellas cosas que (mal) suponemos a diario acerca de este tema. La primera y más general, es muy simple: solemos creer que hay una relación directa entre el tipo de persona y sus acciones: en el experimento vemos que alguien no necesariamente tiene que ser sádico -o incluso violento a primera vista- para actuar inhumanamente. La segunda suposición errada es nuestra creencia en que si una persona se enfrenta a un dilema moral, acabará por actuar como su consciencia le dicta ignorando las convenciones sociales. Acontece, en la mayoría de los casos del experimento, lo contrario: la poderosa presión social, hace que algunos parámetros morales sean ignorados.

Sentemos la cuestión en las propias palabras de Milgram: Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían en un experimento científico. La férreo autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (=participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en sus oídos, la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad, subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.



Universidad de Yale
(captura de Filmoteca)
En la película, Milgram dedica los primeros cuarenta minutos a mostrar las particularidades de los experimentos, deteniéndose en tres casos (dos individuos que obedecen y uno que se niega). Luego de esto, un narrador en off dice: Mucha gente sin conocer el experimento, hubiera dicho que estos individuos que llegan al límite son sádicos: Nada puede ser más tonto que decir eso! El contexto de sus acciones debe ser tenido en cuenta, siempre. Por eso, en experiencias posteriores experimentaron con algunos factores que contribuyen a forzar la situación, y fueron implementando dos variantes interesantes: en la primera, separan a la víctima en otro cuarto, para que el voluntario no pudiese verla ni oirla excepto por el hecho de que, al recibir 300 voltios, comenzaban a escucharse golpes en la pared (luego de ese voltaje no se lo oía para nada). En la segunda, pusieron a la víctima a 45 cm de distancia, visible y oíble, pero sólo recibía la descarga si su mano estaba apoyada sobre una placa conductora. Al pasar los 150 voltios, la víctima exigía que se la liberase, y se negaba a colocar la mano sobre la placa. El 'científico' le ordenaba al sujeto que forzase a la víctima a poner la mano sobre la placa (de este modo, se lograba que tuviera contacto físico con la víctima) y así poder aplicar el castigo pasados los 150 voltios. Los resultados no variaron más allá de las conclusiones generales (cfr. post anterior). Sigue el narrador en off comentando que, dado que la obediencia disminuía mientras más próximos se encontrasen víctima y victimario, era de esperar que la proximidad del experto tuviese también un papel importante. En una serie de experimentos variaron la distancia física, y el grado de vigilancia: por ejemplo, probaron que luego de dar las instrucciones iniciales, el experto se retiraba de la sala y daba instrucciones por teléfono; también probaron que el experto nunca estuviese a la vista, y las instrucciones eran dadas a través de una grabación que se activaba cuando el sujeto entraba en el laboratorio. El nivel de obediencia bajaba drásticamente (cuando el experto estaba presente, la obediencia era tres veces mayor que en el caso  teléfonico). 

Otra cuestión que creo determinante, acontece cuando se hace un cambio que a primera vista parece cuantitativo, pero que es claramente cualitativo: la aplicación de la experiencia a grupos. Desde el sentido común, sabemos que resistir a la autoridad es más fácil si nos encontramos mezclados entre otras personas, pero esta suposición no tiene por qué sostenerse bajo el microclima de Milgram. Veamos qué pasó allí. Continúa el narrador comentando que en lo grupal se realizaron varios experimentos. En todos los casos, solo se estudió un sujeto por hora que se desempeñó -sin saberlo- entre actores contratados. En un experimento, los actores se rebelaban contra el experto, y en el 90% de los casos el individuo que estaba siendo estudiado los imitaba. En otros, los actores siguieron las órdenes obedientemente, lo que incrementó el poder del experto, pero sólo apenas. En una tercera serie de experimentos, la tarea de accionar la descarga era realizada por uno de los actores y el sujeto sólo cumplía tareas secundarias: en este caso, sólo tres de los cuarenta estudiados se rebelaron. 


El film concluye con lo fundamental de este estudio: lo inquietante de sus resultados, si reparamos en que estamos hablando de la naturaleza humana. Concretamente, demuestran que la naturaleza humana no es confiable a la hora de aislar a un hombre de la brutalidad y del trato inhumano. Si se encuentra bajo las órdenes de una autoridad despiadada, la mayoría de la gente hará lo que le digan sin tener en cuenta en qué consiste el acto. Además, ignoran las limitaciones de conciencia si sienten que la orden proviene de una fuente de autoridad legítima. Lo curioso es que en este experimento, era un 'científico' anónimo, al que los voluntarios no conocían, quien logró que varios adultos sometan a otro hombre de cincuenta años y le apliquen dolorosas descargas eléctricas muy a pesar de sus quejas. Qué deberíamos esperar de un gobierno, que suponemos goza de la legitimidad de su cargo (al menos, para quienes son funcionarios de signo político afin)?. 


Esta fue la respuesta que produjo y ofreció Milgram a lo que había padecido la condición humana en el Holocausto.




29/10/2011

Obedecer I

Stanley Milgram en 1977
Supongamos que a alguna de estas preguntas le encontramos una respuesta    más o menos sencilla, o que -si no es sencilla-, al menos estimamos saber cómo proceder en una situación de esa naturaleza: ¿Hasta dónde obedecer a una orden? ¿Dónde esa orden debe ser legítimamente desobedecida? ¿Cuándo desobedecer es un acto de moralidad y no una mera rebeldía? ¿Qué raro mecanismo mental se activará (o desactivará) a la hora de obedecer el criterio ajeno? ¿Qué parte de la obediencia se encuentra en la comodidad práctica y qué otra habla más de nuestro costado oscuro?

La misma pregunta (y seguramente algunas otras, mejor formuladas) se hizo Stanley Milgram en esta serie de experimentos en psicología social desarrollados en la Universidad de Yale, en los comienzos de los '60s (*). Como en muchos otros casos, un acontecimiento de la historia de entonces se impuso para que Milgram se interesase por esta cuestión: el 11 de abril de 1961, comenzó el juicio a Adolf Eichmann donde se lo sentenciaría a muerte el 31 de mayo, en Jerusalén, por su responsabilidad en la muertes que costó el Holocausto. Habían pasado cuatro días de que Milgram terminase su último día de experimentación interesado en saber: ¿Podría ser que Adolf Eichmann y todos los oficiales en función durante el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿O podríamos llamarlos 'cómplices'?

Valiosa pregunta.

Fachada del edificio 'Linsly-Chittenden Hall' 
en la Universidad de Yale,
donde fueron realizados la mayor parte

 de los experimentos 
(Foto de Alan C. Elms).
Ahora bien: ¿Cómo se las arregló para experimentar, medir y finalmente estudiar esta cuestión? Colocó un anuncio en el un diario de New Haven (Connecticut) buscando voluntarios para participar en un estudio de memoria y aprendizaje en la prestigiosa universidad de Yale. Se les pagaría U$S 4 (en ese entonces, uno almorzaba algunas veces por ese dinero) más los viáticos. Se seleccionó a los voluntarios que tenían entre 20 y 50 años sin discriminar en su educación. Se les explicó la lógica del experimento (el que poseía, obviamente, un participante que no era voluntario sino un actor, situación que los voluntarios ignoraban): habría un experimentador (el investigador de la universidad), un maestro (que sería siempre el voluntario) y un alumno (el actor, contratado por los experimentadores, que se haría pasar por otro voluntario). Se colocaría al voluntario (maestro) separado del actor (el supuesto 'alumno') para que le dictase una serie de palabras a las que el alumno debería responder en el mismo orden. Caso se equivocase, el maestro le administraría una descarga eléctrica que iría aumentándose a medida que los errores del alumno se acumulasen (dato de color, nada menor: cuando el experimentador presentaba a los dos voluntarios, el que era en realidad un actor le consultaba al experimentador si la descarga podía dañarle, dado que tenía un problema cardíaco. El experimentador le aseguraba que la descarga era mínima, y que nunca podría dañar su corazón. Por otro lado, la preparación del alumno -colocarle electrodos y sentarlo en una silla a la que se encontraba atado- se realizaba a la vista del verdadero voluntario, como también, se le avisaba que estaba siendo filmado para que luego de terminado el experimento no negase la existencia de todo lo ocurrido). Ambos participantes eran separados por un biombo y comienza la prueba. Se suceden las series de palabras y a cada error, el único voluntario (el maestro) comienza a dar las descargas al alumno (que, ignorándolo aquél, finge recibir una descarga eléctrica con un gemido o una queja). Se suceden los errores, por lo que se suceden las descargas -aumentando progresivamente su voltaje- y, por supuesto, se suceden y agravan las quejas (de una expresión vulgar de dolor, pasará a una más fuerte y continuará pidiendo que lo saquen, para luego alegar que en realidad le duele el pecho). En este momento, el voluntario seguramente le reclamará por su 'alumno' al experimentador, convencido de las manifestaciones de dolor de aquél, a lo que el experimentador le contestará, sin excepción, que continúe, dado que el experimento lo requiere, o que es esencial que se lleve a cabo el experimento, o bien que no tiene opción alguna y debe continuar. Esta situación se extendía hasta cuando el 'alumno' dejaba de responder, como si algo grave le hubiese pasado...

En esta altura del experimento, las reacciones de los voluntarios eran diversas:

Por lo general, al administrarse descargas de 75 voltios, los maestros se ponían nerviosos y deseaban parar el experimento, pero la obligación en que los sumía la orden del investigador los hacía continuar. En otros casos, al llegar a los 135 voltios, muchos 'maestros' se detenían y (se) preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Lo sorprendente reside en que el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la (supuesta) descarga de 450 voltios (al contrario de lo que el sentido común podría suponer de que serán sólo unos cuantos sádicos los que llegarán a ese nivel). Recordemos, además, que bastante antes -a los 300 voltios- el alumno dejaba de quejarse y no se lo oía más... En relación a lo anterior, todos los voluntarios pararon en algún punto y cuestionaron el experimento, pero ninguno se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los (supuestos) 300 voltios (esta conclusión variaba -en los diecinueve posteriores experimentos-, si se variaban las condiciones del estudio). Lo más curioso de todo es que los voluntarios reales no parecían ser personas fuera de lo común: cuando se les revelaba la situación, se mostraban preocupados por su conducta, y se encontraban  nerviosos por el cariz que había tomando la situación con el 'alumno' (de ahí que se aliviaran cuando sabían que el alumno cardíaco no era más que un actor), y lo fundamental: eran conscientes del dolor que habían estado infligiendo (al preguntarles por cuánto sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14).  Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. En esos experimentos los participantes fueron acompañados por uno o dos 'maestros' (también actores). Cuando estos se negaron a cumplir las órdenes, la obediencia bajó críticamente: sólo 4 de los 40 participantes continuaron en el experimento. En un experimento siguiente, los verdaderos participantes sólo hacían una tarea de acompañamiento (sólo leían las preguntas o sólo registraban las respuestas del aprendiz) con un maestro que completaba la prueba: en esta versión del experimento ¡Sólo 3 de 40 desafiaron al experimentador! 


Pasando en limpio, la obediencia disminuye (=las personas están menos predispuestas a infringir dolor ante la orden de hacerlo):
-el 'alumno' y el 'maestro' se encuentran cerca.
-si el 'experimentador' (el científico a cargo) está lejos del 'maestro'.
-si el 'maestro' está acompañado de otros dos 'maestros' que desafían la autoridad del experimentador.
-si el 'maestro' puede elegir la cantidad de voltios a aplicar al 'alumno'
-si el científico llamaba a un alto en la prueba, aún cuando el 'alumno' decía que continuasen.


Stanley Milgram elaboró dos teorías para explicar sus resultados: 
1) Teoría del conformismo: Retomando trabajos ajenos acerca de la relación de un individuo con su grupo de referencia, destaca que un sujeto dado que, en una situación crítica, no tiene la habilidad o el conocimiento para tomar decisiones, hará descansar la toma de decisiones en el grupo y su jerarquía, convirtiéndolo en el modelo de comportamiento individual.
2) Teoría de la cosificación (agentic state): Aquí reside para Milgram la esencia de la obediencia. Evoca la situación en que un individuo se concibe a sí mismo como instrumento que concreta la voluntad de otra persona, y por ello no considera a su persona como responsable de sus actos. Cuando esta transformación de la auto-percepción acontece, se desencadenan todas las características esenciales de la obediencia (aquí reside el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados obedecerán y ejecutarán órdenes de los superiores, suponiendo que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos).



Desde ya que Milgram recibió múltiples críticas (**). Algunas, objetaron el modo en que obtuvo sus datos mientras otras refutaron sus conclusiones. Podemos adherirnos a cualquiera de los dos grupos críticos, y aún así, los resultados del estudio siguen siendo igual de llamativos... 




En un próximo post, me centraré en las cuestiones éticas que se desprenden al interior del estudio -es decir, sus mismísimas conclusiones-, y de la producción fílmica que Milgram realizó acerca de su investigación.




Para seguir leyendo: El sitio de Milgram (en inglés)




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(*) Publicó en dos oportunidades sus resultados: la primera vez en un artículo de 1963, para la revista científica Journal of Abnormal and Social Psychology con el título Behavioral Study of Obedience ('Estudio Conductual de la Obediencia') y luego en 1974 en su libro Obedience to Authority. An Experimental View ('Obediencia a la Autoridad. Una Perspectiva Experimental').
(**) El impacto ético del estudio ha sido objeto de varias controversias. Milgram usó una consigna engañosa y creó una situación de presión inusual, que sus voluntarios no habían previsto. Estas objeciones se presentaron en otros estudios famosos, como el caso del Tuskegee sobre sífilis -en el que no se informó a los pacientes que estaban siendo estudiados, y además se los engañó con una serie de ventajas materiales y terapéuticas que supuestamente les serían otorgadas por atenderse allí. Tal situación llevó al gobierno de Estados Unidos a replantearse formalmente la regulación de una protección para las personas que participan en una investigación, y crearon el Consejo Nacional de Investigación en Seres Humanos (National Investigation Board), y la posterior Oficina de Protección en la Investigación en Seres Humanos, dentro de lo que sería su Ministerio de Salud.


06/03/2011

...pero antes lo asesinaron.

Él los recibía de brazos abiertos... 
Entre esos fragmentos sin fecha ni origen -y que así alimentan este blog-, encontré un pasaje curioso: el supuesto discurso que John F. Kennedy daría, si no lo hubiesen cruzado tres tiros en el camino. Viene con unas notas aclaratorias (o con pretensión de serlo): parece que JFK traía en su bolsillo unas tarjetas con el discurso escrito en ellas y, una vez que Lee Oswald logró su objetivo, alguien las rescató para guardarlas en un lugar seguro. Esa fue siempre la versión... o la leyenda urbana.

Si tuviera que arriesgar por una de ellas, no dudaría en optar por la leyenda urbana. Es poco probable -o deseable- que un presidente haga un alegato acerca de nuestros amigos en otros planetas,  que eso sea la única materia (por esta razón, destacada) de un discurso público. Más probable parece que sea una versión surgida de algún fanático(s) de esta gesta (que no por ponerlo en estos términos la estamos negando, necesariamente. Simplemente, en este contexto no parece plausible). Pero en fin: que algo sea un mito o un acontecimiento, realidad tiene en ambos casos. Por eso, veamos de qué se trataba: 

Mis compatriotas americanos, gente del mundo, hoy nosotros salimos al camino en una jornada dentro de una nueva era. Una época -la niñez de la humanidad- está terminando y otra está a punto de iniciarse. La jornada de la cual hablo está llena de desafíos desconocidos, pero creo que toda nuestra historia pasada, todas nuestras batallas pasadas, han preparado excepcionalmente a nuestra generación para que se imponga.  Ciudadanos de esta Tierra, nosotros no estamos solos. Dios, en su infinita sabiduría, ha creído propio poblar su universo con otros seres, criaturas inteligentes como nosotros mismos... ¿Cómo puedo yo declarar esto con esta autoridad? En el año 1947 nuestras fuerzas militares recuperaron desde el seco desierto de Nuevo Mexico los restos de una nave de origen desconocido. La ciencia pronto determinó que ese vehículo venía de las fronteras lejanas del espacio exterior. Desde ese tiempo nuestro gobierno ha hecho contacto con los creadores de esa nave del espacio. A pesar de que esta noticia pueda sonar fantástica -y ciertamente, aterradora -yo les pido que no la reciban con miedo o pesimismo inmerecido. Les aseguro, como su Presidente, que estos seres no tienen intenciones de dañarnos. Al contrario, ellos prometen ayudar a que nuestra nación se sobreponga a los enemigos de toda la humanidad: la tiranía, la pobreza, las enfermedades, la guerra. Nosotros hemos determinado que ellos no son adversarios, sino amigos. Junto con ellos nosotros podemos crear un mundo mejor. No puedo decirles que no habrá traspiés en el camino que se aproxima. Creo que ellos han encontrado el verdadero destino de la gente en esta gran tierra: conducir al mundo dentro hacia un futuro glorioso. En los próximos días, semanas y meses, ustedes conocerán más respecto de estos visitantes, el por qué de que ellos están aquí  y por qué nuestros lideres nos han ocultado su presencia como un secreto durante mucho tiempo. Yo les pido que vean el futuro, no con timidez, sino con coraje, debido a que nosotros podemos lograr en nuestro tiempo la visión de paz en la Tierra y prosperidad para toda la humanidad. Dios los Bendiga.




(Por cierto: qué buena estrategia de marketing la de lanzar una idea que no suele contar con todo el apoyo de la opinión pública a través de un 'hallazgo luego silenciado' entre las ropas de una víctima de una tragedia, donde esa víctima agrava la situación convirtiéndola en un magnicidio... qué genialidad. La razón es simple: la apelación a situaciones luego censuradas en los registros históricos -por atentar contra diversos intereses del poder- es tan trillada como efectiva.)



26/01/2011

Matar Católicos, Judíos, Inmigrantes...



Las tres K que lograron virar todo a negro.
 
...y negros, claro. Lo bueno que puede resultar un estereotipo, cuando nos hace ahorrarles otras víctimas, también perturbadores del status quo eran objetivo de las oscura triple K.


Señalar todos los grupos-objetivo del Ku Kux Klan es una de las mayores ventajas que le otorgo al primero libro sobre 'economía de lo raro' [Freakonomics, Grupo Zeta, 2007], fuera de su objetivo principal. Hacerse eco de los estudios serios que destacan todo el espectro de acción de las sombrías kas, en contraposición a ese estereotipo tan indulgente que la presenta como una organización que sólo persiguió y linchó afroamericanos (niggers en su jerga). Lo cierto es que en sus comienzos, llevó a cabo su trabajo mediante el panfleto, pero luego comenzaron con el linchamiento, el asesinato por disparo, la quema, la castración y otras formas de intimidación. Su objetivo eran los antes esclavos (y quienes los apoyaran para que voten, compren tierras o se eduquen), aunque estos objetivos no duraron más de una década (claro que sus objetivos se cumplieron, y lo triste de ello, fue que duraron hasta bien entrado el siglo XX: concretamente, desde 1890 hasta entrada la década de los '60s, con el sistema legal de segregación racial conocido como las Leyes de Jim Crow). Volviendo a los inicios, por entonces el Congreso de Estados Unidos -que en la reconstrucción había aprobado rápidamente medidas de libertad legal, social y económica para la población afroamericana-, había formado parte del intento de desactivarlo, pero se volvió céleremente atrás, para acabar retirando sus tropas del Sur y permitiendo el dominio blanco). Desde fines del siglo XIX permaneció inactivo -hasta 1915-, y se reactivó por los tiempos que D. W. Griffith prendió la mecha en esa industria naciente: el cine. Pero mejor dejemos este caso para un futuro post.


Ya para los '20s el Klan aseguraba tener ocho millones de miembros. Ahora no era parte del sur, solamente. Se extendía en casi todo el país, y, como los tiempos, se había diversificado: además de negros, perseguía católicos, judíos, [sindicados como] comunistas, unionistas, inmigrantes, agitadores y demás molestias sociales. Un poco menos que una década luego, los problemas internos crecieron (el Crack del '29 hasta entrados los '30s, y el ascenso de los fazismos en Europa central, iban desviado la atención para otro lado). Con la segunda Gran Guerra, las acciones del Klan perdían toda legitimidad: ante una conflagración tan grande y externa, sólo cabía unirse en el interior. Pero un día la guerra terminó, y justo antes de esto, por esas cosas que tiene la historia -o la vida humana- la incertidumbre de posguerra comienzó para sobrevivir al fin de ella: el resultado fue el aumento del número de los miembros del KKK. Dos meses después es cuando se produce ese hecho tristemente célebre, como fue la quema de la cruz de más de noventa metros frente a Stone Mountain (en Atlanta - ciudad que se convirtíó en su cuartel general, donde muchos policías y ayudantes del Sheriff local eran, también, miembros de las K). En cuanto a la quema, sólo pretendía hacer saber a los negros que la guerra había terminado y que el Klan había vuelto a las calles.


A las reuniones nocturnas y secretas, llenas de cantos cuasirreligiosos, proclamaciones hosánnicas y la toma de juramentos de fidelidad, se sumaba una organización interior definida en un sistema de liderazgos locales y regionales, rituales (se saludaban con una sacudida poco enérgica de la mano izquierda), lenguaje (los miembros tenían la costumbre de agregar las letras 'kl' a las palabras que utilizaban: ellos no conversaban, sino que 'klonversaba', y así con otros términos). Además, estaban preparados para reconocerse entre miembros de diferentes ciudades (el visitante preguntaría por Mr. Ayak -sigla para Are you a Klansman?-, esperando oír la respuesta Yes, and also know Mr. Akai - sigla para A Klansman Am I). Además, tenían una polícía secreta o Klavaliers (cuyo capitán era llamdo Jefe Rompeculos), y una brigada de azote. Los oficiales en cualquiera klavern (taberna) local se dividían en klaliff (vicepresidente), klokard (conferenciante), kludd (capellán), kilgrapp (secretario), klabee (tesorero), kladd (cobrador), klarogo (guardia interno), klexter (guardia externo) y también un Klokann (es decir, un comité investigador formado por cinco hombres). El más importante de los klaverns era el Klavern Nathan Bedforf Forrest Numer 1, en la Ciudad Imperial del Imperio Invisible del KKK (como se conocía a su principal ciudad miembro,  Atlanta). A partir de él, la jerarquía nacional se extendía del siguiente modo: el jefe máximo, conocido como Gran Dragón, con sus Nueve Hidras. Con ellos el Brujo Imperial y sus Quince Genios. Luego venían el Gran Titán y sus Doce Furias, y debajo de ellos el Cíclope Exaltado y sus Doce Terrores. Incluso tenían su propio mutualismo, como la Asociación de Subsidio por Muerte que vendía pólizas de seguros a los mimebros, aceptando sólo aportes en efectivos o cheques personales extendidos al  Gran Dragón. 


Luego de finalizada la Gran Guerra y hecha la advertencia a la población con la quema de la cruz de Stone Mountain, el Klan también mostraba que el tiempo le había exigido ciertos cambios. Ya hacia los '40s no era tan fuerte la violencia (si bien el linchamiento es una práctica abyecta -un sólo caso es deleznable- de los 1.111 casos en el decil 1890-1899, se descendió a 791 para el decenio 1900-1909. Desde 1910 a 1940 hubo, respectivamente, 569, 281 y 119 casos. Llegan a 1950 con 31 casos y en los albores de los '60s eran sólo 6. Para 1969, fecha cercana a su definitivo cierre, sólo registraron 3 casos (desde ya que con esto no exaltamos el [inexistente] humanitarismo de las 3 k, sino todo lo contrario: a esas prácticas condenables les podemos deducir la pérdida de poder galopante que la institución iba experimentando). Por otro lado, sufría los vicios de la rutinización: al igual que en otras asociaciones legítimas -aún cuando no tienen fines de lucro- el Klan era un modo de hacer un poco de dinero fácil. Los líderes recibían dinero de los miembros de las bases que pagaban sus cuotas, propietarios de negocios que contrataban los 'servicios de seguridad' del Klan para ahuyentar sindicatos, donaciones en efectivo o tráfico (fuese de armas o alcohol destilado ilegalmente).

Y la verdad es que se podría seguir... pero lo importante aquí es esta mínima difusión de datos para desterrar el estereotipo indulgente que se tiene de los muchachos de este triste klan. Allende los dos libros que más abajo se señalan y que valen con creces para ser leídos, es bueno saber que los datos del Instituto Tuskegee son serios y abiertos a todo el público en su página web (ver más abajo), sobre todo, porque también pueden extender la lectura a otros estudios además de los del KKK.

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Para tener mucha más información de la que el espacio amerita aquí, se puede cotejar: The Fiery of the Cross: The Ku Kux Klan in America de Wyn Craig (Florida Atlantic University Press, 1991) y también, de Winfield Jones, Hooded Americanism: The First Century of the Ku Kux Klan 1865-1965 (Garden City, New York, 1965). También es recomendable visitar los estudios del histórico Tuskegee Institute de Alabama, con toda la documentación específica acerca del historial del KKK: http://www.nps.gov/tuin
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