Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


04/01/2011

La Mandarina a Pedal



¿Naranja o mandarina? Esa es la cuestión.
Tal vez cuando Gasalla y Perciavalle decidieron, en 1972, titular a su espectáculo con una idea que grafique la versión subdesarrollada de la violencia, no supieran que estaban describiendo lo que sería la versión americana del libro de Anthony Burgess -y por ende lo que Kubrick llevaría a la pantalla (y que por esta causa quedaría estambrado en el imaginario de muchas personas que vieron el film, como de quienes no lo vieron también, según esa costumbre [no sólo] norteamericana de horrorizarse y autocensurarse haciéndose eco de debates morales en torno a libros y películas - en lugar de pensar qué tienen esas obras para señalarnos de nosotros mismos).


[Antes de notar esta dicotomía poco difundida (salvo por la acción del propio Burgess, que se pasó desde principios de los '70s a su muerte, en 1993, aclarando el tema), tenemos que hacer una obligatoria mención a la obra de Kubrick -uno de los más grandes fotógrafos norteamericanos del siglo XX, artista irremplazable en la cinematografía mundial. No sabemos (aunque nos encantaría) por qué decidió filmar la versión censurada de la obra. Pensamos, sólo pensamos, que pudo escogerla en la medida que la película debía -como tantas otras- conquistar el enorme mercado norteamericano, en el que sólo se compra lo que se ajusta para bien o mal a sus valores. Claro que esta es la única hipótesis que nos produce cierta calma, dado que la otra, donde Kubrick filma deliberadamente la versión censurada -tal vez siendo presa de la misma sociedad en que nació -a la que Burgess le achacó un magro 0,00000001 de interés por la cuestión real de su libro-, nos entristecería demasiado... acontece que aún esperamos que, algunas pocas personas destacadas y valiosas por sus obras, sean menos norteamericanas que sus paisanos...]


El punto fundamental es cuál de los cítricos se conoce. Sabemos que el éxito mundial -y persistente de manera muy posterior a su estreno, luego de ir superando las diversas censuras alrededor del globo- de la película, como de sus bondades propias -producto de la mano de Kubrick- aumentó enormemente la probabilidad de que la mayoría de las personas conozcan sólo la versión devaluada de la novela. Y más que devaluada, completamente cambiada, dado que se la convierte en fábula. Kubrick y la versión impresa norteamericana (incluída la primera traducción al español en 1976) son fábula. La publicación británica y del resto del mundo son novela: la novela que escribió Burgess, verdadera naranja mecánica.

Todo comenzó en New York, donde la obra había sufrido dos contingencias: la primera, fue la censura de uno de esos personajes que no podrían escribir la lista de compras del supermercado, pero que sin embargo toman decisiones sobre libros pensando en un mercado que aseguran conocer (también se los conoce como editores). Éste era uno de esos típicos, uno de esos que ejercen su trabajo, y además, son norteamericanísimos: de hecho, encontró el famoso 'capítulo 21' blando, demasiado británico, dijo Burgess. Y decidió suprimirlo. Concretamente no le gustó que Alex, el protagonista, llegase a la conclusión que la violencia lo aburría, y que además era la réplica de los estúpidos. Eso era demasiado mole para un editor que veía el signo distintivo norteamericano en no temer a enfrentarse con la realidad... por suerte, Burgess nos recuerda: pronto se verían enfrentados a ella en Vietnam). Dado entonces, que los tiempos demandaban un libro a la Nixon, así se editó (la era Kennedy del progreso moral, estambrada en el obra y su capítulo final, estaba por acabar prontísimo y con disparos) . La segunda contingencia es más común que aquélla: en 1962 el autor necesitaba el dinero. Estas dos cuestiones hacen que la fábula, replicada por la película, sea la que predomine en el imaginario de las personas.

A eso tenemos que sumarle una perenne mala costumbre popular que toma la película como un modo de captar una historia en dos horas, sin la necesidad de esforzarse en leer el libro. Esto no estaría mal si las adaptaciones cinematográficas fuesen, simplemente, la cinematización de un resumen del libro. Pero no es así. Y no está mal que no lo sean: La peli siempre es la obra de otro autor, al que le decimos director, y que pone en imágenes lo que él encontró de valioso en una obra. No tiene por qué filmar los hechos idénticos a cómo los presenta el autor (de hecho, jamás podría hacerlo: todas las lecturas de un libro -incluída la relectura del mismo autor del libro- son una más entre las infinitas inmersiones de cada individuo al momento de sumergirse en un libro... incluyendo aquí las diferentes lecturas que un mismo individuo puede hacer de un libro en diferentes momentos de su vida). La película es siempre otra obra, que se inspira, se basa, es sugerida, por tal o cual libro. Pero siempre es otra obra. Y enhorabuena que lo sea, porque de un libro valioso, tenemos dos piezs de arte (el libro original y la versión cinematográfica -aún cuando alguna de ellas pueda ser 'mala').

Todo esto lo podríamos resumir facilmente en unas pocas preguntas: ¿conoces la versión kennediana o la nixoniana del libro? ¿Leíste una novela o videaste sólo la fábula? ¿Exprimiste la Naranja Mecánica o te comiste de a gajos la Mandarina a Pedal?





Nota: Existen numerosas interpretaciones acerca de qué significa la expresión naranja mecánica. Lo cierto es que el sentido es el mismo que le dio Burgess, uno muy concreto: funciona como un adjetivo que refiere a la rareza pura que aparenta normalidad en la superficie (de allí lo extraño que resultaría encontrar una naranja convencional que por dentro fuese un mecanismo) y su origen es enteramente cockney (es decir, el estilo de inglés hablado en la zona Este de Londres). Esta expresión se vió re-popularizada por la novela de Burgess (aunque su uso es algo anterior a los '60s), y el sentido con que el autor la usó fue mostrar lo raro de encontrar una persona que sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, sin lugar a la elección entre el bien o el mal, componente inherente al ser humano (esto sucede cuando Alex es condicionado y simplemente no podría actuar mal al no ser capaz de escogelo así o al contrario, y por lo tanto se convierte en una naranja mecánica).