Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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26/01/2011

Matar Católicos, Judíos, Inmigrantes...



Las tres K que lograron virar todo a negro.
 
...y negros, claro. Lo bueno que puede resultar un estereotipo, cuando nos hace ahorrarles otras víctimas, también perturbadores del status quo eran objetivo de las oscura triple K.


Señalar todos los grupos-objetivo del Ku Kux Klan es una de las mayores ventajas que le otorgo al primero libro sobre 'economía de lo raro' [Freakonomics, Grupo Zeta, 2007], fuera de su objetivo principal. Hacerse eco de los estudios serios que destacan todo el espectro de acción de las sombrías kas, en contraposición a ese estereotipo tan indulgente que la presenta como una organización que sólo persiguió y linchó afroamericanos (niggers en su jerga). Lo cierto es que en sus comienzos, llevó a cabo su trabajo mediante el panfleto, pero luego comenzaron con el linchamiento, el asesinato por disparo, la quema, la castración y otras formas de intimidación. Su objetivo eran los antes esclavos (y quienes los apoyaran para que voten, compren tierras o se eduquen), aunque estos objetivos no duraron más de una década (claro que sus objetivos se cumplieron, y lo triste de ello, fue que duraron hasta bien entrado el siglo XX: concretamente, desde 1890 hasta entrada la década de los '60s, con el sistema legal de segregación racial conocido como las Leyes de Jim Crow). Volviendo a los inicios, por entonces el Congreso de Estados Unidos -que en la reconstrucción había aprobado rápidamente medidas de libertad legal, social y económica para la población afroamericana-, había formado parte del intento de desactivarlo, pero se volvió céleremente atrás, para acabar retirando sus tropas del Sur y permitiendo el dominio blanco). Desde fines del siglo XIX permaneció inactivo -hasta 1915-, y se reactivó por los tiempos que D. W. Griffith prendió la mecha en esa industria naciente: el cine. Pero mejor dejemos este caso para un futuro post.


Ya para los '20s el Klan aseguraba tener ocho millones de miembros. Ahora no era parte del sur, solamente. Se extendía en casi todo el país, y, como los tiempos, se había diversificado: además de negros, perseguía católicos, judíos, [sindicados como] comunistas, unionistas, inmigrantes, agitadores y demás molestias sociales. Un poco menos que una década luego, los problemas internos crecieron (el Crack del '29 hasta entrados los '30s, y el ascenso de los fazismos en Europa central, iban desviado la atención para otro lado). Con la segunda Gran Guerra, las acciones del Klan perdían toda legitimidad: ante una conflagración tan grande y externa, sólo cabía unirse en el interior. Pero un día la guerra terminó, y justo antes de esto, por esas cosas que tiene la historia -o la vida humana- la incertidumbre de posguerra comienzó para sobrevivir al fin de ella: el resultado fue el aumento del número de los miembros del KKK. Dos meses después es cuando se produce ese hecho tristemente célebre, como fue la quema de la cruz de más de noventa metros frente a Stone Mountain (en Atlanta - ciudad que se convirtíó en su cuartel general, donde muchos policías y ayudantes del Sheriff local eran, también, miembros de las K). En cuanto a la quema, sólo pretendía hacer saber a los negros que la guerra había terminado y que el Klan había vuelto a las calles.


A las reuniones nocturnas y secretas, llenas de cantos cuasirreligiosos, proclamaciones hosánnicas y la toma de juramentos de fidelidad, se sumaba una organización interior definida en un sistema de liderazgos locales y regionales, rituales (se saludaban con una sacudida poco enérgica de la mano izquierda), lenguaje (los miembros tenían la costumbre de agregar las letras 'kl' a las palabras que utilizaban: ellos no conversaban, sino que 'klonversaba', y así con otros términos). Además, estaban preparados para reconocerse entre miembros de diferentes ciudades (el visitante preguntaría por Mr. Ayak -sigla para Are you a Klansman?-, esperando oír la respuesta Yes, and also know Mr. Akai - sigla para A Klansman Am I). Además, tenían una polícía secreta o Klavaliers (cuyo capitán era llamdo Jefe Rompeculos), y una brigada de azote. Los oficiales en cualquiera klavern (taberna) local se dividían en klaliff (vicepresidente), klokard (conferenciante), kludd (capellán), kilgrapp (secretario), klabee (tesorero), kladd (cobrador), klarogo (guardia interno), klexter (guardia externo) y también un Klokann (es decir, un comité investigador formado por cinco hombres). El más importante de los klaverns era el Klavern Nathan Bedforf Forrest Numer 1, en la Ciudad Imperial del Imperio Invisible del KKK (como se conocía a su principal ciudad miembro,  Atlanta). A partir de él, la jerarquía nacional se extendía del siguiente modo: el jefe máximo, conocido como Gran Dragón, con sus Nueve Hidras. Con ellos el Brujo Imperial y sus Quince Genios. Luego venían el Gran Titán y sus Doce Furias, y debajo de ellos el Cíclope Exaltado y sus Doce Terrores. Incluso tenían su propio mutualismo, como la Asociación de Subsidio por Muerte que vendía pólizas de seguros a los mimebros, aceptando sólo aportes en efectivos o cheques personales extendidos al  Gran Dragón. 


Luego de finalizada la Gran Guerra y hecha la advertencia a la población con la quema de la cruz de Stone Mountain, el Klan también mostraba que el tiempo le había exigido ciertos cambios. Ya hacia los '40s no era tan fuerte la violencia (si bien el linchamiento es una práctica abyecta -un sólo caso es deleznable- de los 1.111 casos en el decil 1890-1899, se descendió a 791 para el decenio 1900-1909. Desde 1910 a 1940 hubo, respectivamente, 569, 281 y 119 casos. Llegan a 1950 con 31 casos y en los albores de los '60s eran sólo 6. Para 1969, fecha cercana a su definitivo cierre, sólo registraron 3 casos (desde ya que con esto no exaltamos el [inexistente] humanitarismo de las 3 k, sino todo lo contrario: a esas prácticas condenables les podemos deducir la pérdida de poder galopante que la institución iba experimentando). Por otro lado, sufría los vicios de la rutinización: al igual que en otras asociaciones legítimas -aún cuando no tienen fines de lucro- el Klan era un modo de hacer un poco de dinero fácil. Los líderes recibían dinero de los miembros de las bases que pagaban sus cuotas, propietarios de negocios que contrataban los 'servicios de seguridad' del Klan para ahuyentar sindicatos, donaciones en efectivo o tráfico (fuese de armas o alcohol destilado ilegalmente).

Y la verdad es que se podría seguir... pero lo importante aquí es esta mínima difusión de datos para desterrar el estereotipo indulgente que se tiene de los muchachos de este triste klan. Allende los dos libros que más abajo se señalan y que valen con creces para ser leídos, es bueno saber que los datos del Instituto Tuskegee son serios y abiertos a todo el público en su página web (ver más abajo), sobre todo, porque también pueden extender la lectura a otros estudios además de los del KKK.

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Para tener mucha más información de la que el espacio amerita aquí, se puede cotejar: The Fiery of the Cross: The Ku Kux Klan in America de Wyn Craig (Florida Atlantic University Press, 1991) y también, de Winfield Jones, Hooded Americanism: The First Century of the Ku Kux Klan 1865-1965 (Garden City, New York, 1965). También es recomendable visitar los estudios del histórico Tuskegee Institute de Alabama, con toda la documentación específica acerca del historial del KKK: http://www.nps.gov/tuin
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23/01/2011

Secuestro Sociológico



...correr las nubes de la luz. 

Existen numeros[ísim]as muestras de situaciones donde, lo que se cree estudiado se lo supone garantía de hacernos más aptos para captar la realidad. Tal vez, esto arrastra un pequeño problema: haber estudiado ese algo fuera del lugar donde acontece (aunque nunca pareció ser un impedimento, y por eso siempre se lo pensó sólo un pequeño problema). De ahí la gran maquinaria de herramientas que se creen metodológicas y se las apunta a acercar una realidad, que, curiosamente, sigue estando vedada.


Un trozo de la historia que grafica esta situación es la que Steven Levitt y Stephen Dubner cuentan en Freakonomics (Grupo Zeta, 2007). Le sucedió a Sudhir Venkatesh hace algunos años atrás. Este joven estudiante de doctorado en Sociología nació en India, pero tuvo la inmensa suerte de poder doctorarse en la Universidad de Chicago a fines de los '80s. Le interesaba saber cómo los jóvenes construyen sus identidades, pero no le interesaba el agotador trabajo de campo que exigen los estudios sociológicos. Su tutor era, como todos los que se cruzan en los postgrados, un reconocido especialista en pobreza: William Julius Wilson. Claro que no tardó en hacer lo de siempre: enviar al curioso Sudhir a los barrios negros más pobres de Chicago, armado. Y era apropiado, porque su arsenal contenía, en un maletín unas direcciones obsoletas y varias encuestas de setenta preguntas cada una [!]. Todo un test psicológico, para que las personas realicen con el placer que eso puede llevarles, sobre todo, sabiendo que están ansiosos esperando que Sudhir les interrumpa el día con preguntas acerca de su vida, mientras ofrece las respuestas posibles en opciones (algo que es de enorme ayuda porque les evita el esfuerzo de responder su verdad, si el amable Sudhir insiste en presentársela cual opciones de postres helados, sólo que los de su gusto, claro).


Cuando llegó al lugar en cuestión, vió que los edificios habían sido declarados en ruina. No obstante, era un muchacho persistente, así que subió para ver si alguien le respondería su infinita encuesta. En ese camino, sobresaltó a un grupito de adolescentes que jugaban a los dados en la escalera, y que no sólo hacían eso de su vida, sino que también eran miembros de una banda de traficantes de crack, rama -entre otras cien- de la Black Gangster Discipline Nation. Lo mejor que se le ocurrió decir a Sudhir fue: -Soy un alumno de la Universidad de Chicago, estoy realizando... La respuesta vino como interrupción -Fuck you, nigger. Qué estás haciendo en nuestra escalera? Sudhir no era negro, pero tampoco blanco: era lo que los norteamericanos llaman un brown [marrón] y usan para nominar a los indoeuropeos. A esto tenemos que agregarle que por esos tiempos, las cosas se habían puesto violentas, con tiroteos diarios. Era una guerra de bandas, y qué mejor lugar que en Chicago.


Mientras decidían qué hacían con este tipo: No podían dejar simplemente que se marchara, porque no sabían quién demonios era... podía ir a donde la banda rival y decirles que ellos siempre paraban en la escalera, enfrentándose a un ataque sorpresa. Uno de ellos, bien nervioso, y con un arma que movía sin parar, pidió que se lo dejaran a él. Todo el mundo empezó a elevar la voz, y por eso apareció alguien bastante mayor que este grupo y le arrancó el maletín a Sudhir. Cuando vió que era algo escrito dijo: -No puedo leer esta mierda! Otro le respondió: -Eso es porque no sabes leer. Y todo el mundo -menos Sudhir, claro- se empezó a reír. Entonces el meyor le pidió que le hiciese una pregunta de las que tenía en esas hojas. Venkatesh no tuvo mejor idea que escupir: -Cómo te sientes respecto a ser negro y pobre? .. y todos estallaron a carcajadas. Sudhir cayó entonces en la cuenta que las opciones: a) Muy mal, b) Mal, c) Ni bien ni mal y d) Muy bien, deberían haber agregado la e) Fuck you. Y no lo dijo para hacerse el gracioso. Creía efectivamente que era una opción necesaria, como las que otros creyeron que servían.

En eso llegó el líder de la banda, J.T. Quiso saber qué estaba pasando y le pidió a Sudhir que le leyera la pregunta. La escuchó, pero dijo que no le podia responder porque no era negro (si lo que sigue no rozase lo patético, sería realmente gracioso): Venkatesh pensó que era apropiado reformular su pregunta a -Bien, entonces ¿cómo se siente por ser afroamericano y pobre? [!]. El pobre Venkatesh optó por la fórmula 'políticamente correcta' antes que por la que ya habían usado sus encuestados... J.T. le reprochó: -Tampoco soy afroamericano, imbécil. Sólo soy un nigger [la palabra nigger es las más despectivas para nominar a los afroamericanos desde el siglo XIX, y no la traduzco aquí como 'negro' porque esa palabra es la que utilicé para traducir black en la primera pregunta]. Entonces J.T. ofreció una animada taxonomía para diferenciar nigger, de negro y de afroamericano.

Pasó el tiempo, y si bien J.T. había calmado a los adolescentes, no pareció interesado en tomar alguna decisión con Sudhir. El chico nervioso de la pistola le recordó al universitario: -Nadie sale vivo de aquí. Lo sabes, verdad? La noche avanzaba y Venkatesh fue convidado con una cerveza, luego con otra y otra. Llegó el momento en que la cerveza urgía salir y fue, como quienes lo retenían ('captores' no parece la palabra adecuada, aunque por otro lado Sudhir tampoco era libre de irse cuando quisiera), al rellano del piso de arriba. J.T. pasó varias veces por donde estaban ellos pero no dijo nada. Llegó el día y volvió a venir la noche. En ese lapso, Sudhir intentaba hacer alguna pregunta de la encuesta [!] pero los gangsters no paraban de reírse y de decirle lo estúpidas que eran... finalmente, un rato después de cumplir las 24 horas allí, lo dejaron en libertad.


Luego de recuperar su vida diaria, Sudhir se dió cuenta que era raro nunca huber pensado demasiado en la vida coridiana de los delincuentes de los barrios marginados (Momento: como atenuante -antes de juzgarlo con dureza- recordemos que, al menos, Venkatesh no es el único con intereses sociológicos que no piensa en esto, o que se confía en las herramientas que le provee la facultad y los referentes de su gremio, casi todos ellos, sin contacto alguno con esa realidad - dado que también heredan y reproducen prácticas académicas pasadas). Unas horas después, hizo lo que sabía era correcto: decidió regresar al edificio, y pensar algunas preguntas más adecuadas. Tiró a la basura lo que le dió su tutor y se introdujo en la banda. Se lo propuso a J.T. y aceptó (aunque creía que era una locura estar en contacto con una banda que vendía crack, pero le gustó lo que Sudhir perseguía). Así se trasladó de una familia integrante de la banda a otra, lavando platos y durmiendo en el suelo. Compró juguetes a varios niños, presenció asesinatos y dió algunos dolores de cabeza a su tutor por la decisión que había tomado.


Claro que este 'rapto de lucidez' de Sudhir pudo haber sido espontáneo o facilitado por el miedo que le produjeron esas horas que estuvo retenido en el condominio... no obstante la razón, las vendas en los ojos que nos va calcanzando nuestra condición social y la vida universitaria (la que no sólo no las derriba, sino que agrega otras) no son algo que se esfume en un instante. Tomemos este sólo ejemplo: cuando ya había pasado bastante tiempo, cuando ya tuvo acceso a los detalles de la contabilidad de la administración de esa sucursal, sintió curiosidad por uno de los conceptos en Gastos Varios (ellos compilaban las salidas de dinero en fiestas, sobornos, 'actos comunitarios' que hacía la banda -siempre quisieron que los habitantes del condominio los considerasen dispuestos a subvencionarlos-, etc.). Sudhir se interesó por la cuantía de costes que afrontaban ante algún asesinato de un miembro (pagaban el funeral y el equivalente a tres años de sueldo a la familia, como indemnización). Le pareció, concretamente, elevada. Decidió preguntarlo, y entonces encontró su respuesta: -Esa es una pregunta jodidamente estúpida, porque todo el tiempo que te has pasado con nosotros aún no has comprendido que sus familias son nuestras familias. No podemos dejarlos, es tan sencillo como eso. Conocemos a esta gente de toda la vida, así que los lloramos cuando ellos les lloran. Tienes que respetar a la familia. Los autores de Freakonomics piensan que había además otra razón: la banda temía la reacción adversa de la comunidad, y así compraban un poco de buena voluntad. Fuere o no esta razón verdadera, la razón que le señala el integrante a Sudhir es significativa en términos sociológicos, y más aún, dado que el interesado no logró siquiera intuirla antes de que el gángster se la tirara por la cabeza.



El fin de esta anécdota está dicho: armarse ante una realidad con herramientas que no la entienden es absurdo. Seguramente facilitará nuestra labor esperada en el trabajo de campo ante quienes haya que presentarla, pero el costo será ocultar esa realidad, olvidársela. Y hacerlo es -a corto, mediano y largo plazo- sólo perder el recurso más escaso que vamos consumiendo: el tiempo. De este modo el sociólogo concreta su perdición y se auto-secuestra. Concretamente, secuestrándose de la realidad por la que está interesado, en pos de mantener su linaje profesional. O bien se ejerce el rol de sociólogo o bien se estudia la realidad sociológica. O bien se cumple con la tribu o bien se es un miembro de ella (pero legítimo). O cumple con los suyos... o cumple con sus deseos: He ahí su cuestión.