Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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26/10/2013

Pena que son sólo tres.

Esto de la serendipia es maravilloso, pero tiene su mezquindad, también: a veces, damos con algo buenísimo, pero es sólo una muestra. Es, literalmente, un botón -cuando tener la prenda completa sería tan, pero tan interesante... 


Pero bueno, las cosas son como son, y he aquí un hallazgo: tres muestras de tres prostitutas vienesas en tiempos de auge vistoriano (circa 1965). Eran una suerte de menú (el término concreto es carte-de-visite) para los clientes (fuente es www.gettyimages.com)









Aparentemente atrevidas. Definitivamente vulgares. Y muy, muy vestidas.






26/12/2011

Dos Cositas sobre el Poder.


Sólo dos, dos cositas. Sobre el poder.


Cosita 1). El sinónimo de rey en la antigua Grecia era 'tyrannos'. Si quien regía abusaba del poder, era calificado como 'tirano'.


Cosita 2). En la Grecia antigua se practicaba el 'pancracio' un deporte en el que se mezclaba la lucha y el boxeo. Eran válidos todo tipo de golpes (patadas, zancadillas, golpes con todas las partes del cuerpo). El término proviene de 'pan' (=todo) y 'kratos' (=poder). Los contendientes -o 'pancraciastas'-, eran los que tenían todo el poder de pegar.








18/10/2011

Historia para Callarse

Hace un tiempo, encontré esta historia en ese enigmático libro que escribió Paul Auter en tres tiempos, y que juntos, los editores apodaron 'La Trilogía de New York'. Por alguna razón -que creo desconocer- no la recomentaré, ni la resignificaré y menos que menos la relacionaré con otra historia (filmada o narrada, tanto da). Sólo diré -y ya me estoy contradiciendo-, que versa acerca del tiempo y lo que creemos su verdadero padecimiento: la inexorabilidad... el problema está en que, cuando la progresión no acontece del modo en que estamos acostumbrados, nos impresionamos porque así no lo hizo. En otras palabras, la inexorabilidad de la que nos quejamos, es, a veces, lo más soportable que nos puede pasar. Deberíamos saberlo.  



'Re­cuerda una historia de una de las infinitas revistas que ha leído esa semana, una nueva de aparición mensual que se llama Más Extraño que la Ficción, que parece seguir el hilo de todos los otros pensamientos que acaban de venirle a la cabeza. En al­gún lugar de los Alpes franceses, recuerda, hace veinte o vein­ticinco años desapareció un hombre que estaba esquiando, tra­gado por una avalancha, y su cuerpo nunca fue recuperado. Su hijo, que era un niño entonces, creció y también se hizo es­quiador. Un día del año pasado fue a esquiar no lejos del lugar donde desapareció su padre, aunque él no lo sabía. Debido a los minúsculos y persistentes desplazamientos del hielo a lo largo de las décadas transcurridas desde la muerte de su pa­dre, el terreno era ahora totalmente diferente de como había sido. Completamente solo en las montañas, a kilómetros de ningún otro ser humano, el hijo encontró un cuerpo en el hielo, un cadáver, absolutamente intacto, como preservado en animación suspendida. Por descontado, el joven se detuvo a examinarlo y al agacharse para mirar la cara del cadáver tuvo la clara y aterradora impresión de que se estaba mirando a sí mismo. Temblando de miedo, como decía el articulo, inspec­cionó con más atención el cuerpo, completamente encerrado en el hielo, como alguien que se halla al otro lado de una gruesa ventana, y vio que era su padre. El muerto seguía siendo joven, incluso más joven que su hijo ahora, y había algo espantoso en eso, sintió Azul, algo tan extraño y terrible en ser más viejo que tu propio padre, que tuvo que contener las lágrimas mientras leía el articulo.


Parece que lo inexorable es siempre preferible. Para algunos, incluso es lo necesario (y por tanto, nada menos apropiado que quejarse de ello)...





04/07/2011

Una Buena Historia

Degustando unos sabrosos zapatos hervidos...
Seguramente conocen el dato porque es mencionado en el thriller Lucky Number Slevin (McGuigan, 2006). Aquí, el Señor Goodkat (interpretado por Bruce Willis), le cuenta a una de sus víctimas lo que para él es una 'buena historia': 'Charlie Chaplin participó una vez en un concurso de parecidos en Monte Carlo y obtuvo el tercer lugar. Eso es una buena historia'  (Charlie Chaplin once entered a Charlie Chaplin look-alike contest in Monte Carlo and came in third; that's a story). Pero lo cierto es que esta buena historia estuvo muchas décadas en el dominio público de los mitos urbanos, aunque tal vez, un poquito modificado, ya que se lo conocía como 'Charlie Chaplin, alguna vez perdió en un concurso de parecidos a Charlie Chaplin'. El punto es que el hecho tenía más de verdad que de leyenda. Cuando sucedió, en 1915, los concursos de imitaciones eran realmente populares como forma de entretenimiento (no olvidemos que él fue una de las primeras 'súper estrellas' del cine, adorado por esa paradoja que era ese hombrecito con atuendo de clase acomodada, pero sumido en la pobreza absoluta). Para el caso de los concursos de parecidos,  estamos hablando de este personaje (y no del actor, que andaría por la vida sin el bigote, el maquillaje, el sombrero bombín, los zapatos de payaso y su bastón)...

[Digresión para dato curioso: un actor aún novato, logró el primero puesto en uno de estos concursos en Cleveland. Su nombre era Bob Hope].

Volviendo al que nos ocupa aquí, existen datos que refuerzan lo curioso de la anécdota: por un lado, se dijo que  había acontecido en Monte Carlo -o incluso en Suiza-, y que el resultado lo había dejado en segundo o en tercero lugar (en este caso, no habría siquiera cualificado para llegar a la final). Además, hubo versiones que decían que su hermano, Syd Chaplin, había estado entre el jurado, y de hecho había seleccionado a quien salió primero. Lo cierto es que, como dice Joyce Milton -reconocido biógrafo del actor-, el concurso aconteció en un cine de San Francisco. El ganador lucía pantalones bolsudos, un saco ajustado, zapatos grandes para su talle -y en el pie equivocado-, y un bombín. Además, tenía el característico bigote -pero falso- y llevaba su bastón (recordemos que el concurso no implicaba ser parecido fisonómicamente al real Charlie Chaplin, sino en hacer una buena imitación de su personaje). Es aquí donde el verdadero, decide hacer la humorada de anotarse de incógnito, pero sólo logra perder. Cuando la broma fue descubierta, el actor declaró a un periodista que, dado lo penoso de las imitaciones, estuvo tentado de dar clases sobre el caminar de Charlot, con el deseo de que, al menos, se lo hiciese apropiadamente.







23/06/2011

Arte de sus Huesos


Abadía irlandesa Mount Mellory
| foto: O.C.S.O. |
Tal vez esto pueda verse como otro modo de recordarnos cuál es nuestro verdadero destino, igual que el caso de los monjes de la abadía de Mount Mellory, de los que nos cuenta John Huston en su hermosa película Dubliness (1987), basada, por supuesto, en el relato homónimo de James Joyce. En el diálogo, se cuenta que los silentes monjes duermen en los que serán sus futuros ataúdes, con el fin de no olvidar su final, en este reino material, mientras se dedican a hacer penitencia por los pecados de los prójimos extramuros...


Pero no lo se con certeza.



El caso es que en la Iglesia de Santa María de la Concepción, en la Vía Véneto, hay un cementerio con paredes, arcos y bóvedas recubiertas de huesos y cráneos de unos cuatro mil monjes capichinos, dispuestos en fajas, círculos, rosetas y flores, como también nichos con los esqueletos enteros, vestidos con las ropas de la Orden. La iglesia fue construida por el cardenal Antonio Barberini en 1626. 



Se la conoce como la Cripta de los Frailes Capuchinos y hasta los artefactos de luz del pasillo que conduce a la bóveda están hechos de huesos. Sólo la capilla que se usa para la Misa -una celebración para los católicos- no tiene huesos. Parece que a principios del siglo XVII, los frailes capuchinos -llamados asi por la capucha que llevan en su hábito-, dejaron el convento de San Buenaventura llevando consigo los restos de sus difuntos, para trasladarlos a su ubicación actual, de las cuales sólo continúan en pie el cementerio y la iglesia. Colocaron los huesos a lo largo de las paredes y techos de las bóvedas, y los nuevos frailes de la orden siguieron enterrando a sus muertos allí. En este lugar iban todas las noches a rezar. En 1870 dejaron de enterrar a sus miembros allí, el año en que se dejaron de enterrar a los muertos en las iglesias católicas.

'El Niño Segador'
representación de La Muerte, con su guadaña.

En una de las criptas -conocida como de los Cráneos-, están ellos clavados en la parte posterior de la sala, formando un muro con tres arcos. Delante de ese muro de cráneos hay tres esqueletos de frailes. Cada pared lateral contiene los esqueletos de dos capuchinos, en nichos curvos. El techo está hecho de vértebras, costillas y huesos pequeños, formando tres círculos de flores.


En la Cripta de la Pelvis las paredes laterales tienen dos frailes capuchinos reclinados en un nicho con arcos. En la parte posterior, los huesos de pelvis de tres frailes forman el telón de fondo. Una roseta central de la sala está formada por siete omóplatos, con colgaduras de vértebras. Pero el mayor número de huesos está en la Cripta de los Huesos de las Piernas y los Muslos: Las dos paredes laterales están formada de huesos de las piernas y muslos, apilados y luego mezclados con calaveras. Cada pared lateral contiene cuatro nichos, con el esqueleto de un fraile de pie con su hábito. En el techo hay otras dos grandes flores hechas con omóplatos, y entre ellas un marco ovalado grande, de mandíbulas y vértebras.






Podría dar una pequeña reflexión provisional para cerrar este post, pero realmente prefiero no hacerlo. Las razones de ello no son incomprensión con esta decisión monacal, ni desaprobación. Pero los argumentos que demostrarían la ausencia de estos juicios condenatorios, se me hacen algo fragmentarios y poco claros. Supongo que son esas estructuras que mi tiempo y espacio -que algunos condensan en la palabra sociedad- me exhortan a aplicar, y que, cuando quiero eludir, dejan mi interior en la certeza de que 'hay algo más para pensar y decir' pero se hace muy difícil hacerlo. Por suerte, ya puedo permanecer en ese incómodo estado, sin aún avanzar a uno superador. Por un breve tiempo... luego vuelvo a la comodidad que me da esa señora que llenó mi cabeza de juicios, y que no le gusta que no los use. Lo malo de ello es que no puedo denunciar por sus eventuales atropellos a esta dama, la totalizadora sociedad.








15/05/2011

Dos Detalles Indescriptibles...


Aquí hay algo que falla...
Escribía un post nada bueno -como los demás- pero sin duda sobre obras realmente valiosas, cuando dos detalles de la 'realidad' (=lo que es presentado como ella) se cruzaron por aquí... Lo único bueno, es que dejaré que hablen por sí solas (ahorrando la innecesaria pérdida de tiempo propia y ajena a quienes lean).

El primero, es una publicidad en un canal de TV por cable conocido como Glitz (al que me abono cuando pasan, como hoy, un programa donde puedo escuchar a Jerry Seinfeld y Alec Baldwin -con una chica que hace un buen relleno y un conductor simpático- hablando en un living, sobre situaciones que seguro nada tienen de reales, pero que remiten a problemas cotidianos que muchas veces surgen en la convivencia de pareja... El punto es que en una tanda, enviaron una promoción de un programa que aparentemente se dedica a armar parejas, con una también aparente profesional (de un temible perfil obse, si me permiten la psicología barata por un segundo) que se ocupa de la tarea. La señorona cobra bastante por ello y también se la ve bastante preocupada por lograr su tarea (quiero decir, la unión de dos individuos, no su felicidad, claro está). En alguno de esos 'reportajes' tan usuales en los reality show -donde el protagonista narra sus experiencias a un interlocutor que no  aparece en cuadro y está con la cámara fija a su lado-, la celestina asegura: 'Realmente estoy haciendo, de algún modo, un servicio a la humanidad'.


El segundo detalle, seguramente será 'carne de análisis' para semiólogos... como para cualquier persona que pueda articular la realidad con palabras (que sería, casi la totalidad del género humano). Es el extracto de una nota en un diario argentino de muy baja calidad (específicamente El Día, de la ciudad de La Plata), donde, comentando la situación de una modelo que perdió un embarazo con su pareja -como desgraciadamente le pasa a tantas otras a diario, aunque no salgan en el diario del domingo-, encuentra en ello la ocasión para  narrar la vida de esta señorita. En esa tarea, el inspirado periodista que escribe, hace una afirmación de ofensiva moralidad. Dejo, mejor, hablar a su pluma: '(...) Esa peritonitis, cuando tenía apenas 18 años, le costó algo más que un bebé. Ese día terminó para ella su carrera de tenista (....)'. 


Tal vez lo único bueno de todo esto, es que las dos situaciones son detalles, y todos sobreviviremos a su existencia... Pero qué curioso que en la realidad existan estos meros detalles que -aún cuando absurdos- pueden resultar un parámetro para algunas personas. Y es con esas mismas personas -que no sabemos con certeza quiénes son- tenemos que sobrevivir a diario...