Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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20/12/2012

Jodida Realidad.

Cuanto más ves, menos sabes. 
En una película maravillosa (The Man Who Wasn't There, Joel Cohen, 2001) donde se cuestiona permanente y consistentemente el acceso a la verdad en la vida cotidiana, un abogado cínico, pedante y muy poco distinguido (tal vez por esa misma manera de ser), nos muestra cuán elusiva puede volverse la realidad... Pero no lo hace del modo previsible (mostrándonos -una vez más-, la distancia entre la ley y la justicia, la potencia de los artilugios legales y la cantidad determinante de performance que tiene un juicio oral). 

Pongamos el film en un mapa imaginario que nos permita conocer su escenario de fondo y lo que de él quiero rescatar. La historia muestra los diversos equívocos a la hora de reconstruir un hecho. En este caso, un asesinato. Pero no conforme con eso, también se da el lujo de jaquear todas las manifestaciones de 'la verdad': el pasado heroico de uno de sus personajes, la acusación de la autoria material de un crimen, la reconstrucción que hace la justicia de lo ocurrido, el modo en que se explica lo sucedido la esposa de la víctima (una incursión de OVNIs), entre otros equívocos a los que los protagonistas están sujetos pero no pueden sobreponerse.

En algunas narraciones (sea que estén construidas con palabras, imágenes, notas musicales, objetos o  sonidos) existe un personaje que reproduce de manera condensada el mensaje más profundo de esa historia. Aquí, es el inefable Freddy Riedenschneider, abogado exitoso que no se permite perder un caso. Técnicamente, Freddy explica lo que se conoce como principio de incertidumbre (y que ha sido ilustrado con el experimento del Gato de Schrödinger)... pero no importa. No nos ocuparemos de lo que ese principio significa para la fisica cuántica... Aquí lo transpondremos, sencillamente, al conocimiento de la realidad misma. Nuestro vector será el parlamento de Riedenschneider (... quién diría que ese hombre tan vulgar pero enriquecido, suturaría uno de los asuntos más complejos del conocimiento físico teórico y lo arrojaría hacia la realidad... ¿o soy yo la que en realidad lo está haciendo? En fin. No importa. Avancemos).


Empecemos por el final. He aquí la escena completa:




Pasemos ahora, al texto (**). He colocado primero el producto final (la escena) y luego el guión traducido, porque la primera es un hecho logrado por artistas profesionales y conlleva toda una composición cinematográfico-narrativa donde realmente vale la pena atender las luces y sombras, los planos y las direcciones en que la cámara asesta a los actores... en fin, la escenificación de todos sus componentes. En el caso que sigue (el del guión) simplemente tenemos una mala traducción (propia) y mis torpes destacado en función de la idea que quiero presentar aquí (la poco original transposición de ese principio cuántico a la realidad misma).


(...) "Está este tipo en Alemania, Fritz algo o parecido. O es... tal vez es Werner. No importa... Tiene una teoría. Cuando querés probar algo, tú sabes, cientificamente... cómo gira el planeta alrededor del sol, de qué están hechas las manchas del sol, por qué sale agua de la canilla... bueno, tienes que mirarlo. 

Pero a veces, miras y tu mirada lo cambia. Pero no puedes saber lo que realmente acontece o qué debería haber acontecido si no te movés más allá de tu jodida nariz. 

Entonces, no existe tal cosa como 'qué sucede'. Mirar algo, lo cambia. Ellos lo llaman principio de incertidumbre. Seguro que suena retorcido, pero incluso Einstein dice que estos tipos tienen algo bueno ahí. 

Ciencia. Percepción. Realidad. Duda. Sensata... duda. 

Digo que a veces cuanto más ves, menos realmente sabes. Es un hecho, un hecho probado. En algún sentido, es el único hecho que existe. Este alemancito incluso lo puso en números (...).

Aunque no podemos saber qué pasó realmente. Porque cuanto más miras, menos sabes. Pero la belleza de esto es que... no tenemos que saber. Sólo tenemos que mostrar, maldición, que ellos no lo saben. Gracias a Fritz o Werner o como demonios se llame..." (**) 



He ahí la prueba: Conocer la realidad. Conocerla, sin estar interviniendo en ella al mismo tiempo. Acercarse, sin poner sobre ella algo más que no posee, y que reside en los ojos del observador. Lo peor de todo esto, es que sólo podemos creer que esto es así (o creer lo contrario), porque no podemos comprobarlo. Si lo intentásemos, la prueba misma estaría adulterada por ese mismo principio.


Conocer, una compulsión irresoluble.





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(*) Los subtítulos de la escena y la traducción transcripta responden a distintos criterios de traducción, por lo que pueden no coincidir exactamente.

(**) ..."They got this guy in Germany. Fritz something or other. Or is it... maybe it's Werner. Anyway... He's got this theory. You want to test something, you know, scientifically... how the planet go 'round the sun, what sunspots are made of, why the water comes out of the tap... well, you gotta look at it. But sometimes you look at it... Your looking changes it. You can't know the reality of what happened, or what would have happened, if you hadn't stuck in your own goddamn schnozz. So there is no 'what happened'. Looking at something... changes it. They call it the uncertainty principle. Sure, it sound screwy, but even Einstein says the guy's onto something. Science. Perception. Reality. Doubt. Reasonable... doubt. I'm saying that sometimes the more you look, the less you really know. It's a fact, a proved fact. In... In a way, It's the only fact there is. This heinie even wrote it out in numbers. But we can't know who (...) We can't know what really happened. Because the more you look, the less you know. But the beauty of it is... We don't gotta know. We just gotta show that, god damn it, they don't know. Because of Fritz, or Werner, whatever the hell his name is"...


05/02/2012

Las Reglas del Volar.

...y así, finalmente, llegás al cielo.
Este post es una traducción (muy, muy precaria) del guión del corto Las Reglas del Volar (2004, Eugenie Jansen). Me resulta muy engorroso comentarlo, porque es un todo compuesto de manera consistente... preciosa (y precisa).  Y  sé, sin lugar a duda, que cualquier referencia que haga va a ser incompleta, desestimable y seguramente injusta.



Tal vez, viendo sus ideas generales, logre que lo busquen y comprueben lo bueno que es. 



Esto es lo que narra: 




"Realmente lo tienes que desearNo hay excusa para fracasar. Querer es poder: Ésa es la primera regla del volar. 

Si un pájaro dudase, caería irremediablemente: Debes tener fé.

Hay que evitar espacios cerrados. Las paredes y techos intensifican el efecto de la gravedad.

Debes vencer el miedo. Aleja tus límites. Coraje y audacia, de eso se trata.

Debes pensar ligeramente, pero sólo pensar no te ayudará. Comer pesado tampoco.

Debes impulsar tu cuerpo y mente.

Quien asume el riesgo, encontrará la recompensa. 

Debes estar dispuesto a dejarlo todo. Soltarte. Una vez en el aire, verás qué fácil es sentirse libre.



(como siempre, los destacados son míos.)



08/10/2011

Los malos, villanos, ruines (y nosotros).

Se es más o menos ruin.
Pero se es ruin y no otra cosa.
Hace unos años, un extraordinario novelista británico -premio Nobel de Literatura en 1983-, y más conocido por su novela más exitosa, aunque como siempre no la mejor, dijo que si no entendemos que los hombres y mujeres producimos maldad como las abejas producen miel es porque estamos ciegos o mal de la cabeza. Se llamaba William Golding y fue un gran sociólogo literario (no sólo por su conocida El Señor de las Moscas, sino por ensayos como The Hot Gates).

No tanto tiempo atrás, preparando unos apuntes para un curso sobre cine y algo más, me topé con este ilustrativo trabajo de Zoraida Jiménez Gascón (*). Allí encontramos definiciones, tipologías y caracterizaciones. Veamos lo que tiene de útil (o utilísimo) y cómo presenta esta penosa cuestión de lidiar con los chicos malos...


Decidida a comenzar por el principio, la autora circunscribe su materia yendo directo al camino de las definiciones. Tomemos de ello sólo dos aspectos, para pasar luego a los aportes genuinos: y como de echar mano al diccionario se trataba, comienza con la acepción que asegura que un villano es un habitante del estado llano en una villa o aldea, pero siempre diferente del noble o hidalgo. Como segunda acepción, encontraremos la que sindica a un villano como alguien ruin, indigno e indecoroso (claro que, si esta primera acepción tiene alguna filiación causal con la primera, el prestigioso diccionario de la RAE no la aclara). 

[Dato curioso del libro de referencias de la RAE: el diccionario no ha rescatado aún su acepción ficcional, algo que no ocurre con otras categorías, como el caso de mujer fatal (femme fatal) que obtuvo su entrada en 1942, y en la edición de 1992 incluye la referencia a su carácter ficcional: ‘aquella cuyo poder de atracción amorosa acarrea fin desgraciado a sí misma o a quienes atrae. Referido principalmente a personajes de ficción, sobre todo de cine, a las actrices que los representan’].

Volvamos al espacio del villano, porque, en realidad, contamos con una definición muy específica: el American Film Institute (AFI) de 2003, de su elección de los 100 mejores héroes y villanos del cine estadounidense. Allí se los señaló como aquél personaje: «cuya maldad mental, carácter egoísta y fuerza de voluntad son a veces ocultados por la belleza y la nobleza, mientras que otras veces pueden rabiar desenmascarados. Pueden ser horriblemente malvados o grandiosamente divertidos, pero son en última instancia trágicos»

Parece que el interés del villano no radica sólo en lo llamativo que nos resulta -porque deploremos o admiremos sus acciones-, sino que además es el motor mismo de la historia, el personaje que hace que la trama funcione ya que sin él, el héroe no podría salvar al mundo (o, al menos, protegerlo de algo) sin que su villano le complique la existencia en su empresa. Pero no debemos pensar la existencia del malo y el bueno como un componente insoslayable de la trama. Tanto es así que existen películas con villanos pero sin héroes: Scarface (Hawks, 1932), El Padrino I, II y III (Coppola, 1972, 1974 y 1990 - respectivamente), Alguien Voló sobre el Nido del Cuco (Forman, 1975), Taxi Driver (Scorsese, 1976), etc. Otro apartado se lleva el origen de la maldad (no alcanzaría este post, o este blog... pero fundamentalmente, no alcanzaría las dotes de quien lo escribe a narrar ni siquiera el principio de ello). Tomemos un trabajo que recupera la autora que aporta mucho al interés cinematográfico, como es el de Sara Torres (**), inervando la idea de maldad en el espacio religioso, la que luego se convertirá en una noción social y mucho después en una característica psicológica: Al principio, el mal no es “alguien” malo, sino “lo que está mal”, lo que prohíben los dioses y los desafía (por eso apela a la predestinación de la tragedia griega -donde los personajes no podía escapar a su condición como a su destino-, a diferencia de la modernidad, donde sólo llamamos “malos” a quienes deliberadamente eligen serlo). Si lo malo es la acción de quien elije libremente, siguiendo a Román Gubern, Jiménez Gascón asegura que sólo las personas mentalmente responsables pueden ser culpables de alguna falta (para lo que se requiere distingir la culpa objetiva -noción moral y jurídica-, y la culpa subjetiva -el malestar psicológico por la responsabilidad moral incumplida-). En el caso del villano cinematográfico, no se halla el segundo tipo de culpa que Gubern denomina culpa subjetiva dado que casi carece de empatía hacia otros seres humanos. Para el villano, su actitud es normal, lo anormal es lo que hacen los buenos (y por eso no sentirá arrepentimiento por actividades que considera lógicas, o apropiadas, o justificadas por un bien que él considera mayor). Allí Jiménez Gazcón recuerda a Michael Corleone en El Padrino III: "¿De qué sirve confesarme si no me arrepiento?".

Si quisiésemos crear nuestro villano de bolsillo, deberíamos partir de una concepción maniquea: en las películas hay bueno o malos. Nunca hay una tercera opción. Estas diferencias se identifican en actitudes y acciones como en la apariencia física. Nuestra receta de villano debe incorporar actitudes crueles, inmisericordes, despiadadas, traidoras, ambiciosas, vengadoras y una sensación gozosa de su villanía. Tal vez podríamos agregar un accesorio (y créanme que este es determinante): en inglés existe la expresión black hat -proveniente de los malvados en los westerns, que siempre usaban sombreros negros-, en consecuencia, es posible que el negro rodee su vestimenta (aunque no fuese su sombrero). Físicamente, los criterios pueden ser, incluso, opuestos: podrían ser feos (respondiendo a esa convención que dice que la fealdad física es signo de su 'fealdad moral', igual que la bondad del héroe se manifiesta también en su atractivo personal), como también podrían ser extremadamente guapos, con el fin de esconder toda la podredumbre que llevan dentro... Tomando a Rib Davis, debemos tener en claro que si queremos personajes señalados, condenados, culpables por lo que han hecho, pondremos énfasis en su libre albedrío. Si no tienen que ser responsables de sus actos, el énfasis se pondrá en las influencias y circunstancias a los que fueron sometiendo sin su elección expresa. Jiménez Gascón pone dos ejemplos procedentes: Travis Binckle (Taxi Driver, 1976) y el capitán Renard (Tener y no tener, 1944). Travis Bickle es un ex combatiente de Vietnam que sufre insomnio y lo que vivió en la guerra, más lo que ve por la noche en las calles de Nueva York, lo llevan a tomarse la justicia por su mano. El capitán Renard es un policía capaz de abofetear a una mujer y torturar a un alcohólico en un simple interrogatorio. Así, mientras que Travis Bickle puede ser visto como víctima de las circunstancias, Renard es elige su villanía y por eso es detestado por la audiencia.

Sumando estereotipos que hemos visto, agreguemos la dimensión foránea del villano, o su pertenencia a un grupo étnico/político mal considerado (si esto se encuentra con la identificación del público como enemigo propio, será más fácil para ellos apoyar la gesta del héroe). Claro que el 'enemigo'/'villano' variará a lo largo de la historia -según el momento en que se ruede o al momento histórico que ambiente la trama-: mientras en Casablanca de 1942 eran los alemanes, en la guerra fría eran comunistas -especialmente soviéticos-, después serán los latinoamericanos (vistos como terroristas y/o narcotraficantes).


La maldad: Una enfermedad que si
se padece, también hace sufrir
a los otros
Más allá de las caracterizaciones generales, el punto con los villanos no es sólo que los padezcamos (o que quiéramos imitarlos), sino que, para estudiarlos, no hay tipologías disponibles (o al menos, no muchas). La autora realiza una algo extensa, a partir de dos criterios: 1) la naturaleza física del villano y 2) el ejercicio de la villanía (sea por su personalidad, sus métodos o su motivación). En el primero caso, el villano puede ser una persona humana (como Hannibal Lecter) o sobrenatural (como el Conde Drácula), un animal natural (Tiburón) o sobrenatural (Alien), y podemos, por último,  dar con villanos que sean seres tecnológicos, como máquinas (Terminator) o inteligencias artificiales (HAL 9000 en 2001, Odisea del Espacio).

En el segundo caso, es decir, desde el nivel del ejercicio de su villanía, si son personas, tenemos varios casos: el anarquista (busca acabar con el modelo social para imponer el caos (Hans Gruber de La jungla de cristal), el anti-villano (acude a medios ilícitos o malos para una causa justa (Travis Bickle de Taxi Driver), el archi-enemigo (una enemistad con el bueno que se perpetúa en el tiempo, como el Sr. Potter en ¡Qué bello es vivir!), la bruja (que ejerce el mal a través de la magia, como la Bruja mala del Oeste de El mago de Oz), el caído: fue bueno pero se pasó al lado oscuro, como Darth Vader de la saga de Star Wars), el castigador o vengador (de la humanidad o de alguien en particular, como Max Cady en El cabo del miedo), el corrupto (que por su profesión debería ejercer el bien pero se ha dejado 'viciado', como el Detective Alonzo Harris en Training Day),  el defensor del sistema (es un defensor del sistema como Amon Goeth de La lista de Schindler), el demonio (ser sobrenatural de natura maligna, como Regan MacNeil poseída en El Exorcista), el doble malo (doble opuesto del héroe como Superman malvado en Superman III), el genio malvado (de gran conocimiento científico usado para hacer el mal, como el Dr. No), el maleante (villano perteneciente al hampa como Clyde Barrow y Bonnie Parker (Bonnie and Clyde), megalómano: sus delirios de grandeza le llevan a ejercer el mal, como Cruella De Vil (101 Dálmatas), la mujer fatal (como Phyllis Dietrichson en Perdición), el/la psicópata (un villano demente como Norman Bates en Psicosis), el 'señor oscuro' (pretende dominar todo cuanto le rodea: el planeta o la galaxia y suele tener capacidades mágicas como Lord Voldemort en Harry Potter), el tiburón (ambicioso inescrupuloso pero sus negocios no están relacionados con el hampa, como Noah Cross en Chinatown), el tirano (quien abusa de su poder y por ello deviene en villano, como la enfermera Mildred Ratched (Alguien Voló sobre el Nido del Cuco) y el tonto (es torpe y sin carisma como los hermanos Dalton en la saga de Lucky Luke). Cuando los villanos son animales, tenemos las criaturas (seres de fisonomía animal que pueden oponerse al héroe por instinto o puede ejercer el mal por mero gusto como Marte Ataca! de Tim Burton). Si son seres tecnológicos, tenemos los de inteligencia artificial (carece de cuerpo. Pueden también ser producto de rebelarse contra su creador al adquirir un nivel superior de inteligencia como HAL 9000 en 2001: Una Odisea del Espacio), o bien ser máquinas asesinas (como dijimos más arriba, T-800 en Terminator y diversos casos en la ciencia ficción de los '50s). Es necesario aclarar que las categorías no son excluyentes: de hecho, podrían incluírse en más de una categoría, según el ejercicio de la maldad que esté realizando, como del momento de su vida en que se encuentre: Michael Corleone y Darth Vader comienzan como caídos pero acaban como maleante y señor oscuro, respectivamente.



Las Funciones de la Maldad (bah, de los villanos):


Para exponer -y generalizar- las funciones del villano cinematográfico, Jiménez Gascón se vale de tres autores que han ahondado en el tema largo y tendido. El primero es el caso de Vladímir Propp (dedicado especialmente en su morfología del cuento, dedicada a cuentos populares rusos), aportó siete esferas de acción que desarrollan unas treinta y una funciones. Para el cine, trasladando el caso del agresor, debemos pensarlo como quien lucha y persigue al héroe y que su papel es el de turbar la paz de la familia feliz, provocar una desgracia, hacer el mal, causar un perjuicio. Según Vladímir Propp el agresor tiene una actuación limitada a siete funciones, siete 'acciones', siete roles en la trama: 1) Interroga: intenta obtener informaciones (para descubrir la ubicación de algo o alguien); 2) Informativa: el interrogatorio surte efecto y el agresor obtiene respuestas. 3) Engaña: el agresor intenta engañar a su víctima para apoderarse de ella o de sus bienes, cambiando de aspecto y utilizando medios mágicos, o bien la violencia, o bien la persuasión, o bien el engaño. 4) Cómplice: la víctima se deja engañar y ayuda así a su enemigo, a pesar de ella misma; 5) Perjudica: el agresor hace sufrir daños a uno de los miembros de la familia o le causa un perjuicio. Para Propp esto crea el nudo de la historia; 6) Combatiente: el héroe y su agresor se enfrentan en combate; 7) Victoria: el agresor es vencido. El punto determinante, es que en el cine, el villano tiene mayor libertad para actuar que en los cuentos fantásticos analizados por Vladímir Propp. 

Un segundo autor, Orrin Klapp, en su artículo «The Folk Hero», señala las siguientes funciones para nuestros queridos y odiados villanos (pero lo hace pensándolas en clave de su relación directa a los héroes): a) resalta la nobleza del héroe por su contraste; b) crea situaciones para que el héroe puede acontecer; y c) proporcionar razones para la muerte del que, caso contrario, sería el héroe invencible. Dado que Klapp sólo señala las funciones respecto al héroe y hay casos de películas en las que no encontramos este segundo rol, los villanos ejercen otras funciones en relación al público. Así, la personificación del mal en la pantalla reafirma la unión del grupo receptor de esa historia en términos de 'nosotros [los buenos]/ellos [los malos] (función polarizadora); además, focaliza el rechazo en una dirección concreta (función animadversora); y reafirma  valores colectivos (función perpetuadora). 

Por último, la autora presenta la postura específica del espacio audiovisual que tiene Juan José Igartua, acerca de que el espectador de ficción audiovisual no se identifica de igual modo con los protagonistas (héroes) y con los antagonistas (villanos), sino que desarrolla disposiciones afectivas diferenciadas para cada caso y, éstas provocan reacciones empáticas con los protagonistas. En este momento ingresa todo este panorama la cantidad de inferencias empáticas acerca de la función del villano. Así, lo normal es que los espectadores sientan hacia él una contraempatía por su maldad: la alegría del villano molestar al espectador, mientras que si se siente derrotado, la reacción provocará satisfacción. El punto está en que si bien su éxito molesta y su fracaso tranquiliza, los villanos no dejan de atraernos. Mucho. La respuesta la encuentra en Sara Martín, quien asegura que los villanos son quienes sobrepasan las normas morales / convenciones sociales / leyes que nos atan en la vida diaria, y nos permiten vivir -aunque más no sea de segunda mano- la transgresión que jamás nos atreveríamos a vivir en la realidad. Mientras ellos caen en desgracia por sus acciones, nosotros  disfrutamos secretamente de su inclinación por el mal, pero nos preguntamos con brutal hipocresía cómo puede haber esa cantidad de maldad en el mundo.  En este sentido, la ficción permite vivir cosas que de otra manera no podríamos... Los (más o menos secretamente) admirados villanos cumplen una función catártica y en ellos proyectamos nuestras fantasías amorales o ilegales que la vida social nos impide desarrollar. Pero además, él tranquilizar nuestras conciencias y nos lleva a pensar que, si él cae, el mundo es un lugar justo y seguro y la maldad no es algo inherente al ser humano sino algo que unos perturbados se lanzan a esta empresa que nos tienta, pero que finalmente acaban pagando sus vilezas (por ende, nosotros, que no podemos por las convenciones sociales hacer lo que ellos emprenden, estamos en lo correcto). El villano es una fantasía consoladora (como la del Diablo la que servía para convencernos de que el mal no está en nosotros, sino en algo externo que puede controlarnos o poseernos).


Hemos visto, pensado y dedicado unas palabras a los geniales villanos. Parece que no tenemos que odiarlos tanto, porque así sólo reafirmamos la admiración que les tenemos y algo peor: lo poco que nos animanos a ser (y hacer) como ellos, y lo farsante que resulta regocijarnos con su caída. Basta de nuestra esencia.



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(*)  Publicado en Revista Frame Nº 6 (Editada por la Biblioteca de a Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla) o aquí
(**) "La elección del mal", en Nosferatu, nº 27, marzo de 1998.

23/09/2011

Detalles y Nada Más...

En una película inigualable, actual y completísima (no porque tenga muchos detalles diferentes que la hagan 'más completa' sino porque es un hecho cerrado, compacto, sólido... o sea, completo) de Billy Wilder, conocida en latinoamèrica como 'Días sin Huella' (Lost Weekend en el original) su protagonista, Don Birnam, un alchólico de 33 años, frustrado por su antaño prometedora carrera de escritor, condenada al fracaso por la falta de inspiraciòn o el alcohol (elijan ustedes la causa), le dice a al interlocutor inexistente -ése que aparece en momentos etìlicos-, que el amor es el asunto más difìcil sobre el cual escribir. Porque es simple: 'Entonces, uno tiene que capturarlo a traves de los detalles: como la luz sol de la primera mañana, golpeando el gris metálico del charco de lluvia enfrente de la casa de ella... el ring del teléfono que suena como la Pastoral de Beethoven... una carta en borrador en la libreta que ella usa en el trabajo... eso que llevas en el bolsillo porque huele a todas las lilas en Ohio...' (por supuesto, la lìnea siguiente a esta interesante idea, es un decidido: 'Sírveme, Nat!' (*)

 
Lo que sigue es otra foucaultiana. Una perla incluìda en su genealogìa del alma moderna, conocida como 'Vigilar y Castigar', donde construye desde los detalles... porque esa es la mismísima táctica de la disciplina: los detalles. Pero aquí no me sumaré a ese análisis tan bien hecho. No repararé en las consecuencias -y en las pistas que Fucault encuentra para advertir su presencia-, sino en el detalle por sí mismo. Vayamos a ellos mismos por medio de estos textos que Michel Foucault encontró, interpretó, rearmó y expuso acorde sus ideas:


"(...) Para advertir las impaciencias, recordemos al mariscal de Sajonia: 'Aunque quienes se ocupan de los detalles son considerados como personas limitadas, me parece, sin embargo, que este aspecto es esencial, porque es el fundamento, y porque es imposible levantar ningún edificio ni establecer método alguno sin contar con sus principios. No basta tener afición a la arquitectura. Hay que conocer el corte de las piedras' [1].

Y más adelante sigue recuperando Foucault: (...) ese gran himno a las "cosas pequeñas" y a su eterna importancia, cantado por Juan Bautista de La Salle, en su 'Tratado de las obligaciones de los hermanos de las Escuelas Cristianas'. La mística de lo cotidiano se une en él a la disciplina de lo minúsculo: "¡Cuan peligroso es no hacer caso de las cosas pequeñas! Una reflexión muy consoladora para un alma como la mía, poco capaz de grandes acciones, es pensar que la fidelidad a las cosas pequeñas puede elevarnos, por un progreso insensible, a la santidad más eminente; porque las cosas pequeñas disponen para las grandes... Cosas pequeñas, se dirá, ¡ay, Dios mío!, ¿qué podemos hacer que sea grande para vos, siendo como somos, criaturas débiles y mortales? Cosas pequeñas; si las grandes se presentan, ¿las practicaríamos? ¿No las creeríamos por encima de nuestras fuerzas? Cosas pequeñas; ¿y si Dios las acepta y tiene a bien recibirlas como grandes? Cosas pequeñas; ¿se ha experimentado? ¿Se juzga de acuerdo con la experiencia? Cosas pequeñas; ¿se es tan culpable, si considerándolas tales, nos negamos a ellas? Cosas pequeñas; ¡ellas son, sin embargo, las que a la larga han formado grandes santos! Sí, cosas pequeñas; pero grandes móviles, grandes sentimientos, gran fervor, gran ardor, y, por consiguiente, grandes méritos, grandes tesoros, grandes recompensas'. [2]

He ahí la cuestión: hay sólo detalles. Foucault lo sabía y lo usó para abordar la disciplina. En mi caso, me atreví a robar esas evidencias para exaltar la verdad (sólo hallable en la experiencia), para hacer un prescindible elogio de los detalles.






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(*) -Love is the hardest thing in the world to write about. It's so simple. You've got to catch it through details... like the early morning sunlight hitting the gray tin of the rainspot in front of her house. The ringing of a telephone that sounds like Beethoven's Pastoral. A letter scribbled on her office stationery... that you carry in your pocket because it smells of all the lilacs in Ohio. Pour it, Nat!
_____

[1] Maréchal de Saxe, 'Mes réveries', t. I. Avant-propos, p. 5.
[2] J.-B. de La Salle, 'Traite sur les obligations des frères des Écoles chrétiennes', edición de 1783, pp. 238-239.
[3] E. Geoffroy Saint-Hilaire atribuye esta declaración a Bonaparte, en la 'Introducción a las Notions synthétiques et historiques de philosophie naturelle'.
[4] J.B. Treilhard, 'Motifs du code d'instruction criminelle', 1808, p. 14.



27/07/2011

1000+1 Palabras del Siglo XX

El proverbio chino ya lo conocemos; su devenida en lugar común, también. Dejemos que el millar de palabras (y una más) hablen por sí solos. Lo que tienen para contar es de diferentes épocas, países y sucesos (no todos positivos, por cierto). Me gustó disponerlas sin ordenación alguna, para destacar eso que es una foto: un fragmento de realidad, dentro de una situación que también tiene otro modo de fotografiarse, si el que hace click se para en otro lugar, se demora o adelanta un momento, se incluye o no en la foto, o incluso, si decide que ese disparo -que, aún cuando es un documento- no es bueno, y acaba por eliminarlo en un tacho de basura cualquiera.



Bob Marley, Mick Jaegger y alguien más
(si lo identifican, cuéntenme quién es)


Médicos afroamericanos asisten a un miembro del KKK
(Impresionante. Im-pre-sio-nan-te).



La primera 'Caminata Lunar' (la foto está tomada de la TV,
en el momento en que Michael Jackson hizo por primera vez
 'su truco'). Todos los televidentes quedaron boquiabiertos.


El velatorio de Martin Luther King.


John Lennon da su autógrafo a Mark David Chapman, su asesino



Juan Pablo II perdona a Ali Agca,
quien le disparó dos veces en 1981.


La primera computadora del mundo (1946).


El primero McDonald's
(inaugurado el 15/V/'40)

El imponente Titanic antes de zarpar...

El famoso 'Catorce bis'


Parece un bebé cualquiera, pero es Adolf Hitler
(tal vez, en ese entonces, aún lo era).

El comienzo de The Beatles. Más verdes que nunca.

Aquí, seguían siendo verdes. Era 1957.

El mediocre boletín de Albert Einstein.

Charles Chaplin y el Mahatma.

Una foto para los fanáticos de El Chavo.

Chuck Norris y Bruce Lee.

La Coca, la vieja y actual Coca, a lo largo del tiempo...

La construcción de Disney World.

La famosa foto de la construcción del Empire State.
El Papa Pío XII y Adolfo Hitler.


El Rey en el ejército.
Prisioneros en un campo de concentración alemán.
Esperan su ejecución.

Osama Bin Laden cuando era sólo un teenager...

Google.com cuando era un PyME (1999).


Otra obra de Adolf Hitler.

Así era Hollywood (foto tomada entre 1923 y 1929).
El 'land' era de una campaña de la Cescent
 Sign Company
, contratada por unos inmobiliarios
que planeaban construir un complejo de lujo.
Eran trece letras de 9x15 metros,
iluminadas con más de 4000 bombillas. 




JFK asesinado.

El accidente de Lady Di.





14/07/2011

Mi Nieto y Orson Welles.



En el extraño 'Mr. Arkadin'
(fotograma: captura del Blog de Filmoteca)
Si tuviera un nieto en mi falda, trataría adoctrinarlo. Lo estaría aburriendo en el medio -y hasta asustándolo cuando me apasionara en algunos pasajes-, pero no me complicaría demasiado, porque él seguramente sobrevivirá a ello. Una de esas sesiones de lavado de cerebro (sin inyecciones, ni violencia -pero no aseguro que sin tortura), versarían sobre un tema ineludible: George Orson Welles. No me presentaría como una biógrafa versada, por una razón muy simple: no quiero serlo. Y esto por dos cuestiones. La primera, es que no me interesa 'conocer' a Orson Welles, ya que con amabilidad cómplice haría caso de su intenso deseo por no revelarse nunca a los demás (así que le contaría al vástago, la historia del cineasta con baches, 'equivocaciones' en algún dato de su vida privada, y lo que se me ocurriere para así preservar su vida de los demás... en realidad, lo mejor que podría hacer para ello, sería apelar a la 'historia oficial', ese lugar común de lugares comunes, que acaba por preservarnos tanto -y tan bien- de la verdad, a quienes se la atribuímos como a quienes la oímos, a un mismo tiempo). La segunda cuestión reside en mi circunstancia: estaría adoctrinando un infante, y para ello necesitaría algo de creatividad, si quiero hacer del proceso un momento ameno, con la necesidad imperiosa que, con los años no se convierta en aversión por el protagonista... 

Estimo que le contaría algo así como: 'George Orson Welles nació 1915, en Wisconsin  -que queda en Estados Unidos de Norteamérica, en una familia acomodada. La mamá de Orson, una gran aficionada a la música, murió cuando él tenía sólo tenía nueve años, pero antes le trasmitió el gusto por la música. Dicen que a los diez años produjo su primera obra teatral («Doctor Jekyll & Mr. Hyde»), dirigiéndola, adaptándola y protagonizándola. En 1936, con cierto renombre incipiente en el ambiente artístico, estrenó su primera producción teatral propia, un «Macbeth» hecho con todos actores afroamericanos. Luego de esta picardía para los tibios y un manifiesto para los perspicaces, empieza en 1937 el serial radiofónico «The Shadow», con lo que se hizo conocido masivamente al público norteamericano' (supongo que en este momento, le mostraría una grabación de no más de 30'' que disfruto muy seguido, donde un aterrador Welles dice: "Ja, Ja, Ja, Quién sabe qué mal reside latente en el corazón de los hombres? Ja, Ja, Ja... La Sombra lo sabe..." ('Ha, Ha, Ha, Who knows what evil lurks in the hearts of men? Ha, Ha, Ha... The Shadow knows'...). Junto a actores que más tarde tuvieron mucha importancia para Welles, como Joseph Cotten, George Colouris, Vincent Price, Agnes Moorehead, Everett Sloane, fundó, junto a John Houseman el famoso 'Mercury Theater'. A la primera producción, «Caesar», basada en «Julio Cesar» de Shakespeare, siguieron muchas obras de teatro y retransmisiones radiofónicas. Una de ellas, tuvo consecuencias muy serias: «La guerra de los mundos», según la obra de H.G.Wells le lanzó a la popularidad, pero su credibilidad entre los boletines de noticias y los testimonios de los 'testigos' oculares sobre la llegada alienígena a Nueva Jersey devino en un pánico colectivo nacional, y en el suicidio de varios habitantes. Este impacto mediático hizo que la RKO le ofreciera algo que jamás se había ofrecido y jamás se volvería a ofrecer: un contrato en 1939 para filmar dos películas como director, productor y guionista con libertad artística absoluta, o, como los cineastas dicen, con 'el corte final'. Orson sólo tenía 24 años cuando debutó con una historia basada en la vida ficcionalizada de William Randolph Hearst, que inicialmente se iba a llamar «American» pero que salió a cartel con el título de Ciudadano Kane (Citizen Kane). Aquí, Hearst se trasnformaba en Charles Foster Kane, quien hizo de todo para parar el estreno y luego boicoteó la exhibición, dañando lo suficiente el primero período de exhibición del film, al impedir toda promoción en sus periódicos. Pero algo no podría complicarse por el poder del particular Hearst: El halago de los entendidos, y su apertura a un nuevo camino para una estética fílmica diferente a lo hecho hasta el momento... (Casi lo olvido!) La segunda película de esas dos que la RKO le ofreció fue 'The Magnificent Amberson'. Aquí también los planos, tal vez no tan contrapicados como para filmar la magnificencia de Kane, eran wellesianos (que en este caso significa 'muy buenos'). 


Siguió filmando, bastante en contra de lo que Hollywood quería -y por eso, dificultando su crédito para financiar sus proyectos-... volvió al tapete comercial con 'La dama de Shanghai' (The Lady From Shanghai, 1948), muestra brillante de cine negro protagonizada por él mismo con su ya ex-esposa Rita Hayworth. La secuencia final en la sala de los espejos es ejemplo magnífico de la maestría de Welles para jugar con la profundidad, la luz y los efectos visuales... pero también, para mostrar esa pincelada de surrealismo que necesitaba narrativamente para expresar esa vorágine mental del protagonista, que no puede ser lo que todos somos: el tonto de alguien. En 1949, Welles era un exiliado. Literalmente. Emigró a Europa. Trabajó como actor para financiar Othello (como El Tercer Hombre (The Third Man 1949), de Carol Reed, adaptación de un guión de Graham Greene). Cuatro años después respondió a sus críticos con una impactante versión de Othello (1952), que tardó tres años en rodar, por la falta de dinero, pero también por el perfeccionismo de su director, factor que dió réditos al alcanzar el Gran Premio en Cannes. 

Por estos años, Welles dejaría una cantidad de de proyectos que no pudo terminar... entre ellos, en 1955, la genial Don Quixote que se filmó en México y en París, con el genial Akim Tamiroff como Sancho Panza. La película nunca llegó a finalizarla, pero luego, la montaron Jesús Franco y Patxi Irigoyen para presentarla en la Exposición Universal de Sevilla, en 1992. En 1995, una comisión conformada por, entre otros, el prestigioso actor Fernando Fernán-Gómez, nos permitió ver esta genial obra que traslada al caballero armado a una España que alterna entre los siglos pasados y la televisión. En estas mismas tierras, dirige 'Mr.Arkadin', un abordaje de un hombre y lo que de él se dice (y de lo que es la verdad de todo ello). Vuelve a Hollywood para actuar y dirigir 'Sed de Mal' (1958), obra bellísima, con Charlton Heston y Marlene Dietrich. Welles es ahora Hank Quinlan, un inspector de Policía que no tiene empacho para su silueta como para echar mano de pruebas falsas contra los sospechosos. Quién sabe por qué, esta película no tuvo éxito comercial y así Orson no pudo volver a filmar en Estados Unidos hasta 'The Other Side of the Wind', obra que nunca pudo estrenar. Gracias a Emiliano Piedra y financieros suizos, Welles vuelve al primero amor, nunca ausente (Shakespeare) y realiza la película que él más adoró: Campanadas a Medianoche (Chimes at Midnight, 1966) donde su personaje, Falstaff, encarna escenas de «Ricardo V», «Las alegres comadres de Windsor» y de otras obras del viejo William. Como si esto fuese poco, está estrictamente documentada en su época. Su último film completo -Fraude ('F of Fake', 1973)-, es un collage de metraje destinado a engañar, montando gran cantidad de la películas con restos de otros films. Investiga eso que él había llamado sueños... o lo que separa la realidad de la ilusión, aplaudiendo a todos los embaucadores (lo que incluye al director, por supuesto). 

Orson dijo basta con un ataque cardíaco, el 10 de octubre de 1985, mientras mecanografiaba unas directivas de escena para las tomas que tomaría ese mismo día, más tarde. Sus cenizas se encuentran en una hacienda en Ronda, provincia de Málaga, donde pasó un verano cuando tenia dieciocho años. Orson pidió expresamente, dejar sus restos en España, la tierra que más amó. Por suerte su legado, reside en todos lados, y su talento lo poseemos todos nosotros, como una posta que nos cede mientras se muestra ahí, en imágenes, o allá en las grabaciones de su programas de radio...'



Y sí, claro: a esta altura mis nietos estarían dormidos, o pensando en cualquier otra cosa... pero esa es su sabiduría. Yo me quedo con mi labor, hecha con mucha esperanza de rendir aunque más no sea, unos poquitos frutos. 







02/07/2011

Homenaje a Harvie (o sólo 'Fakts')

Este es mi humilde homenaje a ese pequeño-gran hombre: Harvie Krumpet (2003). Al igual que él (mejor dicho: porque lo aprendí de él), los llevo a todos anotados en un cuadernito pequeño, para cuando sea necesario usarlos. Curiosamente, me he cruzado con gente extraordinariamente culta, sensible y con mucho estudio, que los ignora. Así todavía puedo seguir confiando en ellos. Harvie tenía razón: no viene nada mal conocer fakts...


HECHO 10: Todas las termitas del mundo juntas pesarían diez veces más que todos los seres humanos juntos.

HECHO 23: La saliva de los perros es un antiséptico que ayuda a sanar heridas.

HECHO 49: En Rusia, lo que en América se conoce comúnmente como 'ensalada rusa', se llama allí 'ensalada americana' o 'ensalada francesa'.

HECHO 100: Los seres humanos son los únicos primates que no tienen pigmentación en la palma de sus manos.

HECHO 132: Los búhos son las únicas aves que pueden ver el color azul.

HECHO 144: A la edad de los sesenta años, la mayoría de las personas ha perdido el cincuenta por ciento de las papilas gustativas.

HECHO 166: Un hipopótamo puede correr más rápido que un hombre, alcanzando los 40 kilómetros por hora.

HECHO 207: Nuestra letra 'jota' proviene de la letra griega 'iota' y ésta vene de la 'iod'/'iud' hebrea (y es la letra veintidós del alfabeto de ese idioma, y su figura es muy pequeña, sólo un pequeño tilde. De aquí viene la frase 'no saber ni jota', lo que equivale a decir que 'no se sabe ni lo más mínimo de un asunto'

HECHO 234: Los perros son animales domesticados desde hace catorce mil años, mientras los gatos lo son hace siete mil años.

HECHO 344: El mármol es una roca que ha cambiado de su origen (era una caliza), cristalizandose por factores ambientales. Esto la hace una de las rocas clasificadas como 'metamórfica'.

HECHO 355: Un rayo alcanza una temperatura mayor a la de la superficie solar.

HECHO 444: Las arañas son 'hidrómetras', es decir, cazan, comen, nadan, bucean, caminan en la superficie y se reproducen en el agua. Esto sucede gracias a sustancia impermiabilizante que tienen en las patas, y que también actúa como una membrana de sustentación.

HECHO 471: La costumbre de arrojar una pizca de sal sobre el hombro izquierdo si la sal se derrama, proviene de los tiempos en que la sal era un bien preciado, y desperdiciarla era un pecado. Por esto estaría el diablo esperando detrás del culpable a su izquierda para, finalmente, apoderarse de su alma. Entonces, era necesario arrojar un poquito de sal en su cara para ahuyentarlo.

HECHO 482: La niebla es, simplemente, nubes a baja altura. Cuando el agua de ríos y mares se evapora, se condensan luego formando nubes que vemos en el cielo. Pero si la temperatura es baja o hay mucha humedad, la condensación ocurre al ras del agua, produciendo niebla.

HECHO 502: La Estatua de la Libertad fue esculpida en bronce, pero se volvió verde por efecto de la lluvia ácida, que la oxidó con sulfato de cobre.

HECHO 549: La costumbre de apagar las velas para un cumpleaños proviene de la Grecia antigua: En cada cumpleaños, se ofrendaba a la diosa de la luna un pastel de miel redondo (que representaba el ciclo lunar completo). Se le ponía encima cirios encendidos para soplarlos, y así el humo ascendería a ella. De este modo, el homenajeado estaría libre de los malos espírirus por un año.



He aquí lo que se. Por suerte, lo tengo anotado, y además, aún tengo páginas en blanco para seguir sumando otros.