Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


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18/02/2013

Un diálogo entre Cruz y Bernal


Por Diego Reynoso.



Corrí como un loco, se puede decir. Nunca hice menos de 10 kilometros por día. Tanto al mediodía, como al atecerdecer o a la mañana temprano, encontraba un hueco para ir a correr por la playa o por las chacras, por esos caminos que cruzan en subida y bajada repleto de eucaliptos a los costados. Junto con mis corridas diarias, me reservé otras horas para las novelas. Ah, si! El verano es el tiempo para leer novelas.

Una de las que me dovoré (o me devoró, no  tengo muy claro quién se devora a quién), es de Carlos Fuentes: "La Muerte de Artemio Cruz". El protagonista está en su lecho de muerte y recuerda todos los pasajes de su vida. Es de casualidad, por una mala interpretación de su cobardía, un héroe de la Revolución Mexicana devenido en un gran empresario político. Artemio Cruz, un hombre de origen humilde y militar formado en el proceso revolucionario, tiene un diálogo con Gonzalo Bernal, un joven licenciado proveniente de una familia rica de Puebla quien se había sumado a la revolución a pesar de su procedencia. La revolución está en su fase de guerra de facciones, donde los partidarios de la misma se enfrentan en una guerra que comienza en 1914 y termina en 1917, con el triunfo de Obregón y Carranza y la derrota de Villa y Zapata.

Ambos han caído prisioneros en manos de las tropas villistas. Carranza ha enviado a Bernal a parlamentar con los villistas que ya estaban en retirada y derrotados. Cruz es apresado en un combate. Bernal será fusilado esa misma noche. Antes de ser fusilado tienen un diálogo clave, con Cruz. Ese diálogo permite cerrar el círculo para el desenlace de la historia. Cruz no será fusilado, porque a cambio le pasa información al general villista sobre la posición de las tropas de Obregón a las que el pertencía. Luego del fusilamiento de Bernal, las tropas de Obregón caen en la prisión y acaban con los villistas. Artemio Cruz visitará al padre de Bernal, lo chantajeará, y desposará a la hermana de Gonzalo. Hará fortuna a partir de la fortuna de la familia Bernal.

El diálogo (p. 210-211) me resultó de lo mejor, para ilustrar algunas impresiones generales que desde hace tiempo tengo.

¿Tu traidor? [pregunta Cruz]
Depende de cómo lo mires. Tú nada más has andado en las batallas; has obedecido órdenes y nunca has dudado de tus jefes [responde Bernal]
Seguro, se trata de ganar la guerra ¿que tu no estás con Obregon y Carranza?
Cómo podría estar con Zapata o Villa. No creo en ninguno.
¿Y entonces?
Ese es el drama. No hay más que ellos. No sé si te acuerdas del principio. Fue hace tan poco, pero parece tan lejano... cuando no importaban los jefes. Cuando esto se hacía no para elevar a un hombre, si no a todos.
¿Quieres que hable mal de la lealtad de nuestros hombres? Si eso es la revolución, no más: lealtad a los jefes.
Sí hasta el Yaqui que antes salió a pelear por sus tierras, ahora sólo pelea por el general Obregón y contra el general Villa. No, antes era otra cosa. Antes de que esto degenerara en facciones. Pueblo  por donde pasaba la revolución, era pueblo donde se acababan las deudas del campesino, se expropiaba a los agiostistas,  se liberaraba a los presos políticos y se destruía a los viejos caciques. Pero ve nada más cómo se han ido quedando atrás los que  creían que la revolución no era para inflar jefes sino para liberar al pueblo.
[....]
Se lo dije desde al año 1913 a Iturbe, a Lucio Blanco, a Buelna, a todos los militares honrados que nunca pretendieron convertirse en caudillos. Por eso no supieron parale el juego al viejo Carranza, que toda su vida se ha dedicado a sembrar cizaña y a dividir, porque de otra manera, ¿quien no le iba a comer el mandado, viejo mediocre? Por eso ascendía a los mediocres, a los Pablo Gonzalez, a los que no podían hacerle sombra. Así dividió a la Revolución, la convirtió en guerra de facciones.



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Este post fue publicado aquí, en Corro, Luego Existo el blog de Diego Reynoso.




10/02/2012

#periodismo #mentir #derecho #dios

Hace no tanto tiempo atrás, con la proliferación de lo que se llama la 'web 2.0' (o 'web social') se empezaron a reconfigurar algunas relaciones entre los individuos. Al principio, sólo se hacían más visibles en su primera persona: alguno escribía en un blog o tenía un perfil en Twitter y podía comentar cosas de su vida cotidiana, como garabatear personajes de ficción, cuanto compartir lo que ya había escrito. En otro momento, a alguien se le ocurrió convocar gente a uno de estos espacios para un asunto determinado: una causa (justa o trivial - quién podría juzgarlo con precisión), un tema de interés o con la deliberada intención de desafiar los medios convencionales de difusión. Y todo ello no fue nada despreciable, sobre todo, porque empezaron a suceder cosas fuera de la virtualidad (o sea, en ese espacio que aún se llama 'realidad'). Luego de ello, algunos medios de comunicación convencionales, comenzaron a mirar a esos lugares donde pasaban cosas y a hacerse eco de ellas, mientras algunas editoriales empezaron a imprimir lo que sucedía en esos lugares en un modo que ya nos era conocido: tinta, tapas y bastante papel.


Entonces la lógica cambió... porque la cosa cambió, claro está.


Cada vez más gente pudo compartir una opinión y hacerla accesible a los demás de manera más veloz, incluso, de lo que antes solían hacerlo periodistas y comunicadores reconocidos -que no siempre llegaban a la inmediatez actual-... por lo que al viejo periodista [el único] habilitado a emitir un comentario acerca de un  hecho, se le sumó un blogger, dos, tres, mil. Y un foro, dos, tres, mil. Y una página pública de Facebook, dos, tres, mil... sin contar los casos de blogueros, foristas y personajes públicos en Facebook que arrastran una considerable mayor cantidad de seguidores que columnistas de carrera en ese espacio tan impresionante que conocemos como 'social media'. Con esto no estoy asegurando que los periodistas sean prescindibles, ni que todos deberían ser desbancados por el ciudadano de a pié. Tampoco aseguro que esa cantidad se traduzca, necesariamente, en calidad. Sólo digo que ahora, eso que antes sabíamos, se torna concreto: quien opina/analiza por gráfica/TV/radio no es necesariamente el que tiene la opinión más acabada acerca de un hecho, ni el que lo contempla en todos los puntos de vista o siquiera, los más interesantes... y por tanto, ahora podemos encontrar excelentes opiniones y comentarios fuera de los medios convencionales. Antes, dar con alguien perspicaz, que nos daba un análisis más valioso de un hecho era un fenómeno acotado -por el contacto físico o bien por el espacio en que ocurría (un congreso académico, una reunión gremial, un evento que nucleara a personas de diferentes extracciones, etc)-, mientras que hoy se hace masivamente accesible y viralmente potenciable.


Todo esto venía al caso de otro fin: quería presentarles un extracto muy rico, escrito por Milán Kundera en su libro 'La Inmortalidad', donde, mucho antes de la web social dice que 'periodista es [aquél] que tiene el derecho de preguntar'... algo que  inmediatamente me hizo pensar en esta reconfiguración del rol del periodista, y que ahora puede ser un oficio ejercido por muchos más de los que lo era antaño... en diferentes formatos, calidades y frecuencias. En otras palabras, el que hoy tiene derecho a preguntar, es todo aquél que tenga acceso a esta gran web 2.0, y por tanto, el sentido del oficio del periodista (sea que se lo ejerza una vez por año, dos o tres veces en un mes o todos los días) es un derecho [más] concreto, y no una bella declaración de principios en una carta fundante de un orden político-social.



El Decimoprimer Mandamiento.

En otros tiempos había un gran nombre que simbolizaba la fama de un periodista: Ernest Hemingway. Toda su obra, su estilo conciso y concreto, tenía sus raíces en los reportajes que enviaba cuando era joven a un periódico de Kansas City. Ser periodista significaba entonces acercarse más que nadie a la realidad, recorrer todos sus rincones ocultos, ensuciarse las manos con ella. Hemingway estaba orgulloso de que sus libros estuvieran tan abajo, junto a la tierra misma, y al mismo tiempo tan alto, en el cielo del arte (...). ¿Quién es, por lo demás, el periodista más memorable de los últimos tiempos? No es Hemingway, quien escribía sobre sus experiencias en las trincheras del frente; no es Orwell, quien pasó un año de su vida con los pobres de París; no es Egon Erwin Kisch, conocedor de las prostitutas de Praga, sino Oriana Falacci, quien entre 1969 y 1972 publicó en el semanario italiano L'Europeo un ciclo de conversaciones con los más famosos políticos de la época. Aquellas conversaciones eran algo más que simples conversaciones; eran duelos. Los poderosos políticos, antes de advertir que se estaban batiendo en condiciones desiguales —porque las preguntas podía hacerlas ella y ellos no— ya se retorcían K.O. sobre la lona del ring.  Aquellos duelos eran el signo de los tiempos: la situación había cambiado. 

El periodista comprendió que lo de hacer preguntas no era simplemente el método de trabajo de un reportero, que realiza sus investigaciones modestamente con una libreta y un lápiz en la mano, sino un modo de ejercer el poderPeriodista no es aquel que pregunta, sino aquel que tiene el sagrado derecho de preguntar, de preguntarle a quien sea lo que sea. ¿Acaso no tenemos todos ese derecho? ¿Y no es acaso la pregunta un puente de comprensión tendido de hombre a hombre? Quizá. Por eso precisaré mi afirmación: el poder del periodista no está basado en el derecho a preguntar, sino en el derecho a exigir respuestas.  


Fíjense bien, por favor, en que Moisés no incluyó entre los diez mandamientos el de «¡No mentirás!». ¡No fue una casualidad! Porque quien dice «¡No mientas!» tiene que decir antes «¡Responde!», y Dios no le dio a nadie el derecho a exigir de otro una respuesta. «¡No mientas!», «¡Di la verdad!», son palabras que un hombre no debería decirle a otro si lo considera un igual. Quizá Dios sea el único en tener derecho a decírselas, pero no tiene ningún motivo para hacerlo porque todo lo sabe y no le hace falta nuestra respuesta. Entre el que da órdenes y el que tiene que obedecerlas no hay una desigualdad tan radical como entre quien tiene derecho a exigir una respuesta y quien tiene la obligación de responder. Por eso el derecho a exigir una respuesta se otorgaba desde siempre sólo en casos excepcionales. Por ejemplo al juez que investiga un delito. En nuestro siglo se adjudicaron este derecho los Estados fascistas y comunistas, y no en situaciones excepcionales, sino para siempre. Los ciudadanos de esos países saben que en cualquier momento puede producirse una situación en la que serán llamados a responder: qué hicieron ayer; qué piensan en lo más oculto de su alma; de qué hablan cuando se encuentran con A; ¿es cierto que mantienen una relación íntima con B? Precisamente ese imperativo sacralizado «¡Di la verdad!», ese decimoprimer mandamiento, a cuya fuerza no supieron resistir, los convirtió en masas de miserables infantilizados. Claro que a veces aparecía algún C que no quería por nada del mundo decir de qué había hablado con A, y para rebelarse (con frecuencia era la única rebelión posible) decía en lugar de la verdad una mentira. Pero la policía lo sabía y montaba en secreto en su casa micrófonos ocultos. No lo hacía por motivos reprobables, sino para enterarse de la verdad que el mentiroso C escamoteaba. Sencillamente reivindicaba su sagrado derecho a exigir una respuesta. En los países democráticos, cualquiera le respondería sacando la lengua al policía que se atreviera a preguntarle de qué ha hablado con A y si mantiene relaciones íntimas con B. No obstante, aquí también el gobierno del decimoprimer mandamiento se ejerce con toda energía. ¡Algún mandamiento tiene que gobernar a la gente en nuestro siglo, cuando los Diez Mandamientos de Dios ya casi han caído en el olvido! 

Toda la estructura moral de nuestra época se apoya en el decimoprimer mandamiento, y el periodista ha comprendido que gracias a una resolución secreta de la historia debe convertirse en su administrador, con lo cual adquirirá un poder con el que no soñaban ni Hemingway ni Orwell.  La primera vez que esto quedó demostrado con total claridad fue cuando los periodistas norteamericanos Cari Bernstein y Bob Woodward descubrieron con sus preguntas el juego sucio del presidente Nixon durante las elecciones y obligaron así al hombre más poderoso del planeta primero a mentir en público, después a reconocer en público que mentía y finalmente a marcharse con la cabeza gacha de la Casa Blanca (...) Destronarlo no por las armas o con intrigas, sino mediante la mera fuerza de la pregunta. «Dime la verdad», dice el periodista y nosotros naturalmente podemos preguntar cuál es el contenido de la palabra verdad para aquel que administra la institución del decimoprimer mandamiento. Para que no haya confusiones, subrayamos que no se trata de la verdad divina por la que murió en la hoguera Jan Hus, ni de la verdad de la ciencia y el libre pensamiento, por la que quemaron a Giordano Bruno. La verdad que corresponde al decimoprimer mandamiento no se refiere ni a la fe ni al pensamiento, es una verdad de la planta baja de la ontología, la verdad puramente positivista de los hechos: qué hizo C ayer; qué es lo que de verdad piensa en lo más profundo de su alma; de qué habla cuando se reúne con A; y ¿mantiene relaciones íntimas con B? No obstante, aunque esté en la planta baja de la ontología, es la verdad de nuestra época y tiene la misma fuerza explosiva que en otros tiempos tuvieron la verdad de Hus o la de Giordano Bruno (...).


Empieza la campaña electoral, el político salta del avión al helicóptero, del helicóptero al coche, se esfuerza, suda, engulle su almuerzo a la carrera, grita por el micrófono, pronuncia discursos de dos horas, pero al final, siempre dependerá de Bernstein o de Woodward cuál de las cincuenta mil frases que pronunció llegará a las páginas de los periódicos o será citada en la radio. Por eso el político querrá aparecer en la radio o la televisión en directo, sólo que eso no es posible más que por medio de Oriana Fallacci, que es dueña y señora del programa y que será quien le hará las preguntas. El político querrá aprovechar el momento en que por fin lo ve toda la nación y decir enseguida lo que siente, pero Woodward sólo le va a preguntar por lo que no siente en lo más mínimo, por lo que no quiere ni mencionar. Se encuentra así en la situación clásica del bachiller al que han convocado a la pizarra y que intenta emplear el viejo truco: pondrá cara de responder a la pregunta pero en realidad hablará de lo que para la emisión preparó en su casa. Pero si este truco valía hace tiempo para el profesor, no vale ya para Bernstein, quien le recuerda implacable: «¡No ha respondido a mi pregunta!» (...)




Este post está especialmente dedicado a @snlalaurette





17/01/2012

Las Dos Caras del Estado

Como Jano, pero diferente.
Segundo texto del maestro Bourdieu aparecido en Le Monde Diplomatique (Argentina) y extractado de 'Les deux faces de l'Etat' de la antología Sur l'Etat. Cours au Collège de France. 1989-1992). Difundo aquí la labor del destacable blog Sociología Contemporánea.





Las Dos Caras del Estado

Por Pierre Bourdieu


Describir la génesis del Estado es describir la génesis de un campo social, de un microcosmos social relativamente autónomo dentro del mundo social que lo engloba, en el que se juega un juego particular: el juego político legítimo. Tomemos como ejemplo la invención del Parlamento, lugar donde se debate sobre cuestiones que oponen a grupos de interés, reglamentariamente, siguiendo reglas, públicamente. Marx sólo había visto las bambalinas del asunto: el uso de la metáfora del teatro, de la teatralización del consenso, oculta el hecho de que hay personas que mueven los hilos y de que los verdaderos problemas, los verdaderos poderes estarían en otra parte. Hacer la génesis del Estado es hacer la génesis de un campo donde lo político va a actuarse, a simbolizarse, a dramatizarse reglamentariamente.

Hay personas que tienen el privilegio de lo universal, pero no se puede tener lo universal sin monopolizar al mismo tiempo lo universal. Hay un capital de lo universalEntrar en este juego de lo político legalizado, legítimo, es tener acceso a ese recurso gradualmente acumulado que es "lo universal", en la palabra universal, en las posiciones universales a partir de las cuales se puede hablar en nombre de todos, del universum, de la totalidad de un grupo. Se puede hablar en nombre del bien público, de lo que es bueno para el público y, al mismo tiempo, apropiárselo. Eso está en el principio del "efecto Jano": hay personas que tienen el privilegio de lo universal, pero no se puede tener lo universal sin monopolizar al mismo tiempo lo universal. Hay un capital de lo universal. El proceso según el cual se constituye esta instancia de gestión de lo universal es inseparable de un proceso de constitución de una categoría de agentes cuya propiedad es apropiarse de lo universal.


La cultura garantizada

La cultura legítima es la cultura garantizada por el Estado, garantizada por esta institución que garantiza los títulos de cultura, que emite los certificados que garantizan la posesión de una cultura garantizadaTomo un ejemplo del campo de la cultura. La génesis del Estado es un proceso durante el cual se opera toda una serie de concentraciones de diferentes formas de recursos: concentración de los recursos de la información (la estadística a través de las encuestas, los informes), de un capital lingüístico (oficialización de un dialecto que es erigido como lengua dominante, de modo que todas las demás hablas son sus formas depravadas, descarriadas o inferiores). Este proceso de concentración va de la mano con un proceso de desposeimiento: constituir una ciudad como capital, como lugar donde se concentran todas esas formas de capital, es constituir la provincia como desposeimiento del capital; constituir la lengua legítima es constituir todas las demás lenguas como dialectos. La cultura legítima es la cultura garantizada por el Estado, garantizada por esta institución que garantiza los títulos de cultura, que emite los certificados que garantizan la posesión de una cultura garantizada. El Estado se encarga de los programas escolares. Cambiar un programa es cambiar la estructura de la distribución del capital, es hacer que se deterioren algunas formas de capital. Por ejemplo, eliminar el latín y el griego de la enseñanza es condenar al poujadismo a toda una categoría de pequeños portadores de capital lingüístico. En todos mis trabajos anteriores sobre la escuela había olvidado por completo que la cultura legítima es la cultura del Estado…

Al mismo tiempo, esta concentración es una unificación y una forma de universalización. Allí donde estaba estaba lo diverso, lo disperso, lo local, está lo único. En un trabajo que realicé con Germaine Tillion, comparamos las unidades de medida en diferentes pueblos cabilas en una área de 30 km: encontramos tantas unidades de medida como pueblos. La creación de un patrón nacional y estatal de unidades de medida es un progreso hacia la universalización: el sistema métrico es un patrón universal que supone un consenso, un acuerdo sobre el sentido. Este proceso de concentración, de unificación, de integración es acompañado por un proceso de desposeimiento, ya que todos esos saberes, esas competencias que se asocian a estas medidas locales, son descalificadas. En otras palabras, el propio proceso por el que se gana en universalidad es acompañado por una concentración de la universalidad. Hay quienes quieren el sistema métrico (los matemáticos) y quienes son remitidos a lo local. En el fondo, la génesis del Estado es inseparable de la constitución de un monopolio de lo universal, cuyo ejemplo por excelencia es la culturaEl propio proceso de constitución de recursos comunes es inseparable de la constitución de esos recursos comunes como capital monopolizado por parte de quienes poseen el monopolio de la lucha por el monopolio de lo universal. Todo este proceso —constitución de un campo; autonomización de ese campo respecto de otras necesidades; constitución de una necesidad específica respecto de la necesidad económica y doméstica; constitución de una reproducción específica de tipo burocrático, específico respecto de la reproducción doméstica, familiar; constitución de una necesidad específica respecto de la necesidad religiosa— es inseparable de un proceso de concentración y de constitución de una nueva forma de recursos que pasan a pertenecer a lo universal, en todo caso a un grado de universalización superior a los que existían antes. Se pasa de un pequeño mercado local al mercado nacional, ya sea a nivel económico o simbólico. En el fondo, la génesis del Estado es inseparable de la constitución de un monopolio de lo universal, cuyo ejemplo por excelencia es la cultura.

Todos mis trabajos previos pueden resumirse del siguiente modo: esta cultura es legítima porque se presenta como universal, como disponible para todos, porque en nombre de esta universalidad se puede eliminar sin temor a quienes no la poseen. Esta cultura, que aparentemente une pero en realidad divide, es uno de los grandes instrumentos de dominación, porque están aquellos que tienen el monopolio de esta cultura, monopolio terrible puesto que no se puede reprochar a esta cultura ser particular. Incluso la cultura científica no hace más que empujar la paradoja a su límite. Las condiciones de la constitución de este universal, de su acumulación, son inseparables de las condiciones de la constitución de una casta, de una nobleza de Estado, de "monopolizadores" de lo universal. A partir de este análisis, podemos proponernos como proyecto universalizar las condiciones de acceso a lo universal. Por ende, es preciso saber cómo: ¿hay que desposeer a los "monopolizadores" para lograrlo? Claramente, no es por allí donde hay que ir a buscar.


Intercambios simbólicos

Para ilustrar lo que he dicho sobre el método y el contenido terminaré con una parábola. Hará unos treinta años en una noche de Navidad, fui a un pequeño pueblo de Béarn para ver un baile de campo. Algunos bailaban, otros no. Algunas personas, de más edad que el resto y con un estilo campesino, no bailaban, hablaban entre sí, disimulaban para justificar su insólita presencia. Deberían estar casados, ya que cuando uno está casado ya no baila. El baile es uno de los lugares de intercambio matrimoniales: es el mercado de bienes simbólicos matrimonialesEl baile es uno de los lugares de intercambio matrimoniales: es el mercado de bienes simbólicos matrimoniales. Había un alto porcentaje de solteros: 50% en el rango de edad de 25-35 años. Intenté encontrar un sistema explicativo de este fenómeno: antes había un mercado local protegido, no unificado. Cuando se constituye lo que llamamos "Estado", hay una unificación del mercado económico a la que el Estado contribuye con su política y una unificación del mercado de los intercambios simbólicos, es decir, el mercado de la compostura, de la ropa, de la persona, de la identidad, de la presentación. Estas personas tenían un mercado protegido, con base local, en el que tenían un control, lo cual permitía una especie de endogamia organizada por las familias. Los productos del modo de reproducción campesino tenían sus chances en ese mercado: seguían siendo vendibles y encontraban jovencitas.

En la lógica del modelo que he mencionado, lo que sucedía en ese baile era el resultado de la unificación del mercado de intercambios simbólicos: el paracaidista de la pequeña ciudad vecina que llegaba comportándose con arrogancia era un producto descalificante, que quitaba su valor a ese competidor que es el campesino. Dicho de otro modo, la unificación del mercado, que se puede presentar como un progreso, al menos para las personas que emigran, es decir las mujeres y todos los dominados, puede tener un efecto liberador. La escuela transmite una postura corporal diferente, formas de vestir, etc., y el estudiante tiene un valor matrimonial en ese nuevo mercado unificado, mientras que los campesinos son desclasados. Allí se encuentra toda la ambigüedad del proceso de universalización. En el caso de las jóvenes del campo que parten a la ciudad, que se casan con un cartero, etc., hay un acceso a lo universal. Pero ese grado de universalización superior es inseparable del efecto de dominación. Esta unificación del mercado tiene como efecto prohibir de facto la reproducción biológica y social a toda una categoría de personas.

En esa misma época había estado trabajando con un material hallado de casualidad: los registros de las deliberaciones comunales de doscientos habitantes durante la Revolución Francesa. En esa región, los hombres votaban por unanimidad. Llegan decretos que dicen que hay que votar por mayoría. Deliberan, hay resistencias, hay un bando y otro bando. Poco a poco gana la mayoría: tiene tras de sí lo universal.

Hubo grandes discusiones en torno a este problema planteado por Tocqueville en una lógica de continuidad/discontinuidad de la Revolución. Sigue habiendo un verdadero problema histórico: ¿cuál es la fuerza específica de lo universal? Los procedimientos políticos de esos campesinos de tradiciones milenarias muy coherentes fueron arrastrados por la fuerza de lo universal, como si se hubieran inclinado ante algo más fuerte lógicamente: procedente de la ciudad, una puesta en discurso explícita, metódica y no práctica. Se han convertido en provincianos, en locales.

Las actas de la deliberaciones se transforman: "Habiendo decidido el prefecto…", "El Ayuntamiento se ha reunido…". La universalización tiene como revés un desposeimiento y una monopolización. La génesis del Estado es la génesis de un lugar de gestión de lo universal y a la vez de un monopolio de lo universal y de un conjunto de agentes que participan del monopolio de hecho de esa cosa que, por definición, pertenece a lo universal.



Fuente: Sociología Contemporánea.



15/01/2012

La Opinión Pública



Difundo el artículo publicado entre los trabajos inéditos de Pierre Bourdieu (Sur l'Etat. Cours au collège de France: 1989-1992), reproducido por Le Monde diplomatique en su edición argentina.







¿Cómo se forma la "opinión pública"? (*)


Pierre Bourdieu



Un hombre oficial es un ventrílocuo que habla en nombre del Estado: toma una postura oficial —habría que describir la puesta en escena de lo oficial—, habla a favor y en nombre del grupo al que se dirige, habla por y en nombre de todos, habla en tanto representante de lo universal.

La opinión pública es la opinión de los que son dignos de tener una opinión.Aquí llegamos a la noción moderna de opinión pública. ¿Qué es esta opinión pública que invocan los creadores de derecho de las sociedades modernas, sociedades en las cuales el Derecho existe? Tácitamente, es la opinión de todos, de la mayoría o de aquellos que cuentan, de aquellos que son dignos de tener una opinión. Pienso que la definición patente en una sociedad que se dice democrática, es decir donde la opinión oficial es la opinión de todos, oculta una definición latente, a saber, que la opinión pública es la opinión de los que son dignos de tener una opinión. Hay una especie de definición censitaria de la opinión pública como opinión ilustrada, como opinión digna de ese nombre.

La lógica de las comisiones oficiales es crear un grupo así constituido que exhiba todos los signos exteriores, socialmente reconocidos y reconocibles, de la capacidad de expresar la opinión digna de ser expresada, y en las formas establecidas. Uno de los criterios tácitos más importantes para seleccionar a los miembros de la comisión, en especial a su presidente, es la intuición que tiene la gente encargada de componer la comisión de que la persona considerada conoce las reglas tácitas del universo burocrático y las reconoce: en otras palabras, alguien que sabe jugar el juego de la comisión de manera legítima, que va más allá de las reglas del juego, que legitima el juego; nunca se está más en el juego que cuando se va más allá del juego. En todo juego existen las reglas y el fair-play. A propósito del hombre kabil (1), o del mundo intelectual, yo había empleado la fórmula: la excelencia, en la mayoría de las sociedades, es el arte de jugar con la regla del juego, haciendo de ese juego con la regla del juego un supremo homenaje al juego. El transgresor controlado se opone completamente al herético.

El grupo dominante coopta miembros a partir de índices mínimos de comportamiento, que son el arte de respetar la regla del juego hasta en las transgresiones reguladas de la regla del juego: el decoro, la compostura. Es la célebre frase de Chamfort: "El Gran Vicario puede sonreír sobre un tema contra la Religión, el Obispo reír con ganas, el Cardenal agregar lo que tenga que decir" (2). Cuanto más se asciende en la jerarquía de las excelencias, más se puede jugar con la regla del juego, pero ex officio, a partir de una posición que no admita ninguna duda. El humor anticlerical del cardenal es supremamente clerical.


La verdad de todos

La opinión pública siempre es una especie de doble realidad. Es lo que no puede dejarse de invocar cuando se quiere legislar sobre terrenos no constituidos. Cuando se dice “Hay un vacío jurídico” (expresión extraordinaria) a propósito de la eutanasia o de los bebés de probeta, se convoca a gente que trabajará aplicando toda su autoridad. Dominique Memmi (3) describe un comité de ética [sobre la procreación artificial], compuesto por personas disímiles —psicólogos, sociólogos, mujeres, feministas, arzobispos, rabinos, eruditos, etc.— cuyo objetivo es transformar una suma de idiolectos (4) éticos en un discurso universal que llene un vacío jurídico, es decir que aporte una solución oficial a un problema difícil que trastorna a la sociedad —legalizar el alquiler de vientres, por ejemplo—. Si se trabaja en ese tipo de situación, debe invocarse una opinión pública. En ese contexto, resulta muy clara la función impartida a las encuestas. Decir "las encuestas están de nuestra parte", equivale a decir "Dios está de nuestra parte", en otro contexto.

Una de las propiedades de las encuestas consiste en plantearle a la gente problemas que ella no se plantea, en sugerir respuestas a problemas que ella no se ha planteado; por lo tanto, a imponer respuestas. Pero el tema de las encuestas es engorroso, porque a veces la opinión ilustrada está contra la pena de muerte, mientras que los sondeos están más bien a favor. ¿Qué hacer? Se forma una comisión. La comisión constituye una opinión pública esclarecida que instituirá la opinión ilustrada como opinión legítima en nombre de la opinión pública —que, por otra parte, dice lo contrario o no piensa nada (lo que suele ocurrir a propósito de muchos temas)—. Una de las propiedades de las encuestas consiste en plantearle a la gente problemas que ella no se plantea, en sugerir respuestas a problemas que ella no se ha planteado; por lo tanto, a imponer respuestas. No es cuestión de sesgos en la construcción de las muestras, es el hecho de imponer a todo el mundo preguntas que se le formulan a la opinión ilustrada y, por este hecho, producir respuestas de todos sobre problemas que se plantean sólo algunos; por lo tanto dar respuestas ilustradas, puesto que han sido producidas por la pregunta: se han creado para la gente preguntas que no existían para ella, cuando lo que realmente le importaba, era la cuestión en sí.

Voy a traducirles sobre la marcha un texto de Alexander Mackinnon de 1828 extraído de un libro de Peel sobre Herbert Spencer (5). Mackinnon define la opinión pública; da la definición que sería oficial si no fuera inconfesable en una sociedad democrática. Cuando se habla de opinión pública, siempre se juega un doble juego entre la definición confesable (la opinión de todos) y la opinión autorizada y eficiente que se obtiene como subconjunto restringido de la opinión pública democráticamente definida: "Es ese sentimiento sobre cualquier tema que es cultivado, producido por las personas más informadas, más inteligentes y más morales de la comunidad. Esta opinión se extiende gradualmente y es adoptada por todas las personas con alguna educación y sentimiento que conviene a un Estado civilizado". La verdad de los dominantes deviene la de todos.


Cómo legitimar un discurso

En los años 1880, en la Asamblea Nacional se decía abiertamente lo que la sociología tuvo que redescubrir, es decir, que el sistema escolar debía eliminar a los niños de las clases más desfavorecidas. Al principio se planteaba la cuestión, pero luego fue totalmente reprimida ya que, sin que se lo pidiera, el sistema escolar se puso a hacer lo que se esperaba de él. Entonces, no hubo necesidad de hablar sobre el tema. El interés del retorno sobre la génesis es muy importante, porque en los comienzos hay debates donde se dicen con todas las letras cosas que, después, aparecen como provocadoras revelaciones de los sociólogos.

El reproductor de lo oficial sabe producir —en el sentido etimológico del término: producere significa "hacer avanzar"—, teatralizándolo, algo que no existe (en el sentido de lo sensible, visible), y en nombre de lo cual habla. Debe producir eso en nombre de lo que tiene el derecho de producir. No puede no teatralizar, ni dar forma, ni hacer milagros. Para un creador verbal, el milagro más común es el milagro verbal, el éxito retórico; debe producir la puesta en escena de lo que autoriza su decir, dicho de otra manera, de la autoridad en nombre de la cual está autorizado a hablar.

"Manejar sabiamente una lengua es practicar una especie de hechicería evocatoria" —Baudelaire. Encuentro la definición de la prosopopeya que estaba buscando: "Figura retórica por la cual se hace hablar y actuar a una persona que es evocada, a un ausente, a un muerto, un animal, una cosa personificada". Y en el diccionario, que siempre es un formidable instrumento, se encuentra esta frase de Baudelaire hablando de la poesía: "Manejar sabiamente una lengua es practicar una especie de hechicería evocatoria". Los letrados, los que manipulan una lengua erudita —como los juristas y los poetas—, tienen que poner en escena el referente imaginario en nombre del cual hablan y que ellos producen hablando en las formas; tienen que hacer existir eso que expresan y aquello en nombre de lo cual se expresan. Deben simultáneamente producir un discurso y producir la creencia en la universalidad de su discurso mediante la producción sensible (en el sentido de evocar los espíritus, los fantasmas —el Estado es un fantasma…—) de esa cosa que garantizará lo que ellos hacen: "la nación", "los trabajadores", "el pueblo", "el secreto de Estado", "la seguridad nacional", "la demanda social", etc.

Percy Schramm mostró cómo las ceremonias de coronación eran la transferencia, en el orden político, de ceremonias religiosas (6). Si el ceremonial religioso puede transferirse tan fácilmente a las ceremonias políticas mediante la ceremonia de la coronación, es porque en ambos casos se trata de hacer creer que hay un fundamento del discurso que sólo aparece como auto-fundador, legítimo, universal porque hay teatralización —en el sentido de evocación mágica, de brujería— del grupo unido y que consiente el discurso que lo une. De allí el ceremonial jurídico. El historiador inglés E. P. Thompson insistió en el rol de la teatralización jurídica en el siglo XVIII inglés —las pelucas, etc.—, que no puede comprenderse en su totalidad si no se considera que no es un simple artefacto, en el sentido de Pascal, que vendría a agregarse: es constitutiva del acto jurídico (7). Impartir justicia en un traje convencional es arriesgado: se corre el riesgo de perder la pompa del discurso. Siempre se habla de reformar el lenguaje jurídico sin nunca hacerlo, porque es la última de las vestiduras: los reyes desnudos ya no son carismáticos.


Puro teatro

Una de las dimensiones más importantes de la teatralización es la teatralización del interés por el interés general; es la teatralización de la convicción del interés por lo universal, del desinterés del hombre político —teatralización de la creencia del sacerdote, de la convicción del hombre político, de su fe en lo que hace—. Si la teatralización de la convicción forma parte de las condiciones tácitas del ejercicio de la profesión del clérigo —si un profesor de filosofía tiene que aparentar creer en la filosofía—, es porque ello constituye el homenaje esencial del oficial-hombre a lo oficial; es lo que hay que agregarle a lo oficial para ser un oficial: hay que agregar el desinterés, la fe en lo oficial, para ser un verdadero oficial. El desinterés no es una virtud secundaria: es la virtud política de todos los mandatarios. Las locuras de los curas, los escándalos políticos, son el desmoronamiento de esta especie de creencia política en la cual todo el mundo actúa de mala fe, ya que la creencia es una suerte de mala fe colectiva, en el sentido sartreano: un juego en el cual todo el mundo se miente y miente a los otros sabiendo que se mienten. Esto es lo oficial… [Traducción: Teresa Garufi]



Notas:

(*) El original francés: "La fabrique des débats publics".
(1) Alusión a un estudio etnológico que Bourdieu realizó sobre los beréberes kabiles.
(2) Nicolas de Chamfort, Maximes et pensées, París, 1795.
(3) Dominique Memmi, "Savants et maîtres à penser. La fabrication d’une morale de la procréation artificielle", Actes de la recherche en sciences sociales, Nº 76-77, 1989, p. 82-103.
(4) Del griego idios, "particular": discurso particular.
(5) John David Yeadon Peel, Herbert Spencer. The Evolution of a Sociologist, Londres, Heinemann, 1971. William Alexander Mackinnon (1789-1870) tuvo una larga carrera como miembro del Parlamento británico.
(6) Percy Ernst Schramm, Der König von Frankreich. Das Wesen der Monarchie von 9 zum 16 (8) Jahrhundert. Ein Kapital aus Geschichter des abendlischen Staates (dos volúmenes), H. Böhlaus Nachf, Weimar, 1939.
(7) Edward Palmer Thompson, "Patrician society, plebeian culture", Journal of Social History, vol. 7, Nº 4, Berkeley, 1976, p. 382-405.


Fuente: Sociología Contemporánea


05/01/2012

El Reaccionario Democrático.

Parece que la democracia también tiene la culpa de que uno de los elementos más subversivos que existen haya aparecido. No piensen en bombas, ideas revolucionarias, dispositivos táctico-estratégicos de asalto a palacios de gobierno. No. Hay uno más dañino y que seguramente muchos no lo señalan como tal: la comedia. Se dice incluso, que los comediantes, sin la democracia, tal vez no hubiesen aparecido. La razón está en que las primeras comedias en occidente, acontecieron por las tierras de la antigua Grecia, donde se la concibió como una comedia costumbrista, algo que, claramente, precisa de la libertad de expresar una crítica.

Hubo unos pioneros, como en todos los demás casos. Eran Epicarmo, Crátino y Eupolis, que se servían del teatro para burlar, parodiar y molestar a partidos, políticos e ideas. Por supuesto, el gran Pericles, quien les dió la posibilidad de ser (como de los demás ciudadanos que gobernaron en todo el período democrático) no se salvó de ser objeto de esas burlas. Eran las reglas del juego: por eso no pensemos que los comediógrafos no eran democráticos, sino que eran escritores buscando el éxito -como todos los demás-, y, en este caso, eso se conseguía críticando el orden constituido. Por eso, si éste era democrático, las comedias serían sin duda aristocráticas y conservadoras para oponérsele (curiosamente, nada más democrático que este ejercicio).

Hubo un comediógrafo que inventó la comedia de sátira política, o sea que era, definitivamente, palabra mayor: se llamó Aristófanes, y era un reaccionario de familia noble rural (siempre ensimismado, hasta se atrevía a mostrar su simpatía por Esparta, con la que los griegos lucharían en larga guerra). En 450 a. C., la democracia no era la del período dorado de Pericles, sino la de Cleón 'el Curtidor'. Aristófanes no podía dedicarse a la tragedia, que lo obligaba a ciertos temas, sino a la comedia, que le permitiría enfrentarse al presente. Como si la parodia no alcanzase, la tradición dionisíaca de las procesiones fálicas, presente en todo el teatro, hacía que la comedia tuviese un lenguaje de lo más procaz. Hubo un caso que comenzó en 470 a. C. con Epicarmo y continuó con sus seguidores, los que a fuerza de usar palabras soeces, lograron que en 400 a. C. se promulgase una ley para frenar esa prodigalidad de palabras brutales. No controlaron igual a la sátira política, y por eso Crátino hizo de Pericles las burlas más extremas y Ferécrates se cansó de exaltar la tradición aristocrática contra el avance democrático. Otro escritor notable fue un amigo (y luego enemigo) de Aristófanes: Eupolis, con quien se alternaron entre atacar el régimen y el trabajo del otro.

[La comedia era un género menor y subsidiario, sólo un apéndice de la tragedia, que, al igual que muchas películas taquilleras del género hoy en día, se la toleraba por lo que rendía en la taquilla. Algunas, carecían de trama, y se representaban sólo por los gags e imitaciones mordaces que hacían.]

Aristófanes, este reaccionario que ejercía derecho tan democrático, llegó a subirse al escenario con el indumento del strategos, mientras Cleón, en la audiencia, asistía a su burla. Hasta llegó a aplaudirlo, sólo que luego lo denunció y lo hizo multar. Una vez pagada, Aristófanes no dudó en escribir otra comedia, con el mismo personajes -obviamente-, pero esta vez lo ridiculizaba mucho más -obviamente-. Cleón la vió, pero esta vez no se puso quisquilloso.

Hasta aquí, Aristófanes se metía con politicos (no menciono a la democracia, porque ella no era lo mismo que hoy consideramos acerca de ella y la comparación sería dudosa). Y, criticar políticos se torna un pecado bien venial si pensamos en los siglos en que hemos padecido su indolencia. Pero Aristófanes se ocupó de otros asuntos (tal vez más sensibles a los que fuimos criados en a mitad occidental, tan inoculada de la cultura grecorromana): el racionalismo laico creciente -al que veía responsable del declive de la religión-, lo que lo llevó a poner en el escenario a sofistas, a Anaxágoras y su amigo Sócrates (como en 'En Las Nubes', donde aparece vestido de «tendero del pensamiento»). Otra víctima fue Eurípides, a quien deploraba con pasión, así que lo mandó al matadero del escenario con las ridiculeces más completas (incluso post mortem!). Con él, atacaba el progresismo y cierto 'feminismo' que bregaba por una sociedad igualitaria. O sea, nada de corrección política, como verán.

Aristófanes tenía tantas groserías disponibles para ofrecer como Crátino. Aún cuando defendía la religión, se dio el lujo de parodiar a los Misterios eleusinos, a Dionisio, y hasta a Zeus. De hecho, no se ponía rojo de apelar a calumnias y difamación. Era, como tantos otros, un hombre brillante que se volvía imbécil cuando se trataba de los hombres y situaciones que detestaba. Eso hizo que las tramas sean muchas veces un simple pretexto. No obstante lo anterior, también se dice que (y preparense, porque es fuerte): jamás se comprenderá a Atenas si no se lee a Aristófanes. En su obra están desparramadas las costumbres, las miserias, las modas atenienses. Es el Dickens que mostró lo mejor y lo peor que tenía Atenas.

La comedia de sátira política murió mientras Aristófanes aún vivía (ya saben: muchos excesos traen muchas censuras) y, como en el cliché de la tragedia del escritor, Aristófanes murió escribiendo comedietas sentimentales. Peor imposible.




28/12/2011

Golpe de Vista (25/V/2010)

Las expresiones de nacionalismo no caracterizan este blog. La conmemoración y reificación de fechas contingentes, tampoco. Pero las buenas imágenes son parte de su médula. Es por eso que estas valen la pena.

Véanlas así, como arrojadas sobre la mesa:



(AP Photo/Natacha Pisarenko)

(AP Photo/Natacha Pisarenko)

(AP Photo/Natacha Pisarenko)

(AP Photo/ Alberto Raggio)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(REUTERS/Marcos Brindicci)
 

 (AP Photo/Natacha Pisarenko)
 

 (AP Photo/Natacha Pisarenko)
 

 (AP Photo/Natacha Pisarenko)
 

 (AP Photo/Natacha Pisarenko)
 

 (DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images)

(Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires/Monica Martinez / CC BY)

(AP Photo/Natacha Pisarenko)

(Maxi Failla/AFP/Getty Images)

 (DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images)

(AP Photo/Leandro Sanchez)

 (DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images)

(ALEJANDRO PAGNI/AFP/Getty Images)

(AP Photo/Leandro Sanchez)

(AP Photo/Leandro Sanchez)

 (DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images)

(AP Photo/Leandro Sanchez)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(AP Photo/ Natacha Pisarenko)

(REUTERS/Martin Acosta)

(AP Photo/Leandro Sanchez)



Dejamos los comentarios para los posts que no versen sobre imágenes, claro.




26/12/2011

Dos Cositas sobre el Poder.


Sólo dos, dos cositas. Sobre el poder.


Cosita 1). El sinónimo de rey en la antigua Grecia era 'tyrannos'. Si quien regía abusaba del poder, era calificado como 'tirano'.


Cosita 2). En la Grecia antigua se practicaba el 'pancracio' un deporte en el que se mezclaba la lucha y el boxeo. Eran válidos todo tipo de golpes (patadas, zancadillas, golpes con todas las partes del cuerpo). El término proviene de 'pan' (=todo) y 'kratos' (=poder). Los contendientes -o 'pancraciastas'-, eran los que tenían todo el poder de pegar.








29/10/2011

Obedecer I

Stanley Milgram en 1977
Supongamos que a alguna de estas preguntas le encontramos una respuesta    más o menos sencilla, o que -si no es sencilla-, al menos estimamos saber cómo proceder en una situación de esa naturaleza: ¿Hasta dónde obedecer a una orden? ¿Dónde esa orden debe ser legítimamente desobedecida? ¿Cuándo desobedecer es un acto de moralidad y no una mera rebeldía? ¿Qué raro mecanismo mental se activará (o desactivará) a la hora de obedecer el criterio ajeno? ¿Qué parte de la obediencia se encuentra en la comodidad práctica y qué otra habla más de nuestro costado oscuro?

La misma pregunta (y seguramente algunas otras, mejor formuladas) se hizo Stanley Milgram en esta serie de experimentos en psicología social desarrollados en la Universidad de Yale, en los comienzos de los '60s (*). Como en muchos otros casos, un acontecimiento de la historia de entonces se impuso para que Milgram se interesase por esta cuestión: el 11 de abril de 1961, comenzó el juicio a Adolf Eichmann donde se lo sentenciaría a muerte el 31 de mayo, en Jerusalén, por su responsabilidad en la muertes que costó el Holocausto. Habían pasado cuatro días de que Milgram terminase su último día de experimentación interesado en saber: ¿Podría ser que Adolf Eichmann y todos los oficiales en función durante el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿O podríamos llamarlos 'cómplices'?

Valiosa pregunta.

Fachada del edificio 'Linsly-Chittenden Hall' 
en la Universidad de Yale,
donde fueron realizados la mayor parte

 de los experimentos 
(Foto de Alan C. Elms).
Ahora bien: ¿Cómo se las arregló para experimentar, medir y finalmente estudiar esta cuestión? Colocó un anuncio en el un diario de New Haven (Connecticut) buscando voluntarios para participar en un estudio de memoria y aprendizaje en la prestigiosa universidad de Yale. Se les pagaría U$S 4 (en ese entonces, uno almorzaba algunas veces por ese dinero) más los viáticos. Se seleccionó a los voluntarios que tenían entre 20 y 50 años sin discriminar en su educación. Se les explicó la lógica del experimento (el que poseía, obviamente, un participante que no era voluntario sino un actor, situación que los voluntarios ignoraban): habría un experimentador (el investigador de la universidad), un maestro (que sería siempre el voluntario) y un alumno (el actor, contratado por los experimentadores, que se haría pasar por otro voluntario). Se colocaría al voluntario (maestro) separado del actor (el supuesto 'alumno') para que le dictase una serie de palabras a las que el alumno debería responder en el mismo orden. Caso se equivocase, el maestro le administraría una descarga eléctrica que iría aumentándose a medida que los errores del alumno se acumulasen (dato de color, nada menor: cuando el experimentador presentaba a los dos voluntarios, el que era en realidad un actor le consultaba al experimentador si la descarga podía dañarle, dado que tenía un problema cardíaco. El experimentador le aseguraba que la descarga era mínima, y que nunca podría dañar su corazón. Por otro lado, la preparación del alumno -colocarle electrodos y sentarlo en una silla a la que se encontraba atado- se realizaba a la vista del verdadero voluntario, como también, se le avisaba que estaba siendo filmado para que luego de terminado el experimento no negase la existencia de todo lo ocurrido). Ambos participantes eran separados por un biombo y comienza la prueba. Se suceden las series de palabras y a cada error, el único voluntario (el maestro) comienza a dar las descargas al alumno (que, ignorándolo aquél, finge recibir una descarga eléctrica con un gemido o una queja). Se suceden los errores, por lo que se suceden las descargas -aumentando progresivamente su voltaje- y, por supuesto, se suceden y agravan las quejas (de una expresión vulgar de dolor, pasará a una más fuerte y continuará pidiendo que lo saquen, para luego alegar que en realidad le duele el pecho). En este momento, el voluntario seguramente le reclamará por su 'alumno' al experimentador, convencido de las manifestaciones de dolor de aquél, a lo que el experimentador le contestará, sin excepción, que continúe, dado que el experimento lo requiere, o que es esencial que se lleve a cabo el experimento, o bien que no tiene opción alguna y debe continuar. Esta situación se extendía hasta cuando el 'alumno' dejaba de responder, como si algo grave le hubiese pasado...

En esta altura del experimento, las reacciones de los voluntarios eran diversas:

Por lo general, al administrarse descargas de 75 voltios, los maestros se ponían nerviosos y deseaban parar el experimento, pero la obligación en que los sumía la orden del investigador los hacía continuar. En otros casos, al llegar a los 135 voltios, muchos 'maestros' se detenían y (se) preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Lo sorprendente reside en que el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la (supuesta) descarga de 450 voltios (al contrario de lo que el sentido común podría suponer de que serán sólo unos cuantos sádicos los que llegarán a ese nivel). Recordemos, además, que bastante antes -a los 300 voltios- el alumno dejaba de quejarse y no se lo oía más... En relación a lo anterior, todos los voluntarios pararon en algún punto y cuestionaron el experimento, pero ninguno se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los (supuestos) 300 voltios (esta conclusión variaba -en los diecinueve posteriores experimentos-, si se variaban las condiciones del estudio). Lo más curioso de todo es que los voluntarios reales no parecían ser personas fuera de lo común: cuando se les revelaba la situación, se mostraban preocupados por su conducta, y se encontraban  nerviosos por el cariz que había tomando la situación con el 'alumno' (de ahí que se aliviaran cuando sabían que el alumno cardíaco no era más que un actor), y lo fundamental: eran conscientes del dolor que habían estado infligiendo (al preguntarles por cuánto sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14).  Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. En esos experimentos los participantes fueron acompañados por uno o dos 'maestros' (también actores). Cuando estos se negaron a cumplir las órdenes, la obediencia bajó críticamente: sólo 4 de los 40 participantes continuaron en el experimento. En un experimento siguiente, los verdaderos participantes sólo hacían una tarea de acompañamiento (sólo leían las preguntas o sólo registraban las respuestas del aprendiz) con un maestro que completaba la prueba: en esta versión del experimento ¡Sólo 3 de 40 desafiaron al experimentador! 


Pasando en limpio, la obediencia disminuye (=las personas están menos predispuestas a infringir dolor ante la orden de hacerlo):
-el 'alumno' y el 'maestro' se encuentran cerca.
-si el 'experimentador' (el científico a cargo) está lejos del 'maestro'.
-si el 'maestro' está acompañado de otros dos 'maestros' que desafían la autoridad del experimentador.
-si el 'maestro' puede elegir la cantidad de voltios a aplicar al 'alumno'
-si el científico llamaba a un alto en la prueba, aún cuando el 'alumno' decía que continuasen.


Stanley Milgram elaboró dos teorías para explicar sus resultados: 
1) Teoría del conformismo: Retomando trabajos ajenos acerca de la relación de un individuo con su grupo de referencia, destaca que un sujeto dado que, en una situación crítica, no tiene la habilidad o el conocimiento para tomar decisiones, hará descansar la toma de decisiones en el grupo y su jerarquía, convirtiéndolo en el modelo de comportamiento individual.
2) Teoría de la cosificación (agentic state): Aquí reside para Milgram la esencia de la obediencia. Evoca la situación en que un individuo se concibe a sí mismo como instrumento que concreta la voluntad de otra persona, y por ello no considera a su persona como responsable de sus actos. Cuando esta transformación de la auto-percepción acontece, se desencadenan todas las características esenciales de la obediencia (aquí reside el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados obedecerán y ejecutarán órdenes de los superiores, suponiendo que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos).



Desde ya que Milgram recibió múltiples críticas (**). Algunas, objetaron el modo en que obtuvo sus datos mientras otras refutaron sus conclusiones. Podemos adherirnos a cualquiera de los dos grupos críticos, y aún así, los resultados del estudio siguen siendo igual de llamativos... 




En un próximo post, me centraré en las cuestiones éticas que se desprenden al interior del estudio -es decir, sus mismísimas conclusiones-, y de la producción fílmica que Milgram realizó acerca de su investigación.




Para seguir leyendo: El sitio de Milgram (en inglés)




________________________

(*) Publicó en dos oportunidades sus resultados: la primera vez en un artículo de 1963, para la revista científica Journal of Abnormal and Social Psychology con el título Behavioral Study of Obedience ('Estudio Conductual de la Obediencia') y luego en 1974 en su libro Obedience to Authority. An Experimental View ('Obediencia a la Autoridad. Una Perspectiva Experimental').
(**) El impacto ético del estudio ha sido objeto de varias controversias. Milgram usó una consigna engañosa y creó una situación de presión inusual, que sus voluntarios no habían previsto. Estas objeciones se presentaron en otros estudios famosos, como el caso del Tuskegee sobre sífilis -en el que no se informó a los pacientes que estaban siendo estudiados, y además se los engañó con una serie de ventajas materiales y terapéuticas que supuestamente les serían otorgadas por atenderse allí. Tal situación llevó al gobierno de Estados Unidos a replantearse formalmente la regulación de una protección para las personas que participan en una investigación, y crearon el Consejo Nacional de Investigación en Seres Humanos (National Investigation Board), y la posterior Oficina de Protección en la Investigación en Seres Humanos, dentro de lo que sería su Ministerio de Salud.


27/07/2011

1000+1 Palabras del Siglo XX

El proverbio chino ya lo conocemos; su devenida en lugar común, también. Dejemos que el millar de palabras (y una más) hablen por sí solos. Lo que tienen para contar es de diferentes épocas, países y sucesos (no todos positivos, por cierto). Me gustó disponerlas sin ordenación alguna, para destacar eso que es una foto: un fragmento de realidad, dentro de una situación que también tiene otro modo de fotografiarse, si el que hace click se para en otro lugar, se demora o adelanta un momento, se incluye o no en la foto, o incluso, si decide que ese disparo -que, aún cuando es un documento- no es bueno, y acaba por eliminarlo en un tacho de basura cualquiera.



Bob Marley, Mick Jaegger y alguien más
(si lo identifican, cuéntenme quién es)


Médicos afroamericanos asisten a un miembro del KKK
(Impresionante. Im-pre-sio-nan-te).



La primera 'Caminata Lunar' (la foto está tomada de la TV,
en el momento en que Michael Jackson hizo por primera vez
 'su truco'). Todos los televidentes quedaron boquiabiertos.


El velatorio de Martin Luther King.


John Lennon da su autógrafo a Mark David Chapman, su asesino



Juan Pablo II perdona a Ali Agca,
quien le disparó dos veces en 1981.


La primera computadora del mundo (1946).


El primero McDonald's
(inaugurado el 15/V/'40)

El imponente Titanic antes de zarpar...

El famoso 'Catorce bis'


Parece un bebé cualquiera, pero es Adolf Hitler
(tal vez, en ese entonces, aún lo era).

El comienzo de The Beatles. Más verdes que nunca.

Aquí, seguían siendo verdes. Era 1957.

El mediocre boletín de Albert Einstein.

Charles Chaplin y el Mahatma.

Una foto para los fanáticos de El Chavo.

Chuck Norris y Bruce Lee.

La Coca, la vieja y actual Coca, a lo largo del tiempo...

La construcción de Disney World.

La famosa foto de la construcción del Empire State.
El Papa Pío XII y Adolfo Hitler.


El Rey en el ejército.
Prisioneros en un campo de concentración alemán.
Esperan su ejecución.

Osama Bin Laden cuando era sólo un teenager...

Google.com cuando era un PyME (1999).


Otra obra de Adolf Hitler.

Así era Hollywood (foto tomada entre 1923 y 1929).
El 'land' era de una campaña de la Cescent
 Sign Company
, contratada por unos inmobiliarios
que planeaban construir un complejo de lujo.
Eran trece letras de 9x15 metros,
iluminadas con más de 4000 bombillas. 




JFK asesinado.

El accidente de Lady Di.