Shakespeer y Shakespeare.


Shakespeer
acontece en un cruce improbable de dos sentidos.

El primero, en la unión de dos palabras: shake [-up] (sacudir, agitar, remover bruscamente; debilitar, desalentar... pero también zafarse, liberarse). Y peer que, en una de sus acepciones señala a quienes son pares en un grupo (por edad, posición social y/o habilidades) y en laotra acepción describe la posesión de título nobiliario en el Reino Unido (esto incluye a quienes alcanzan honor de
Lord y por eso su lugar en la Cámara).

El segundo sentido es más intuitivo: la similitud fonética con el apellido del genial William, quien conocía varios (más) de los vericuetos del corazón humano.


En ese cruce breve, en ese chispazo más que improbable, en ese enlace natural, se despliega este blog.


30/04/2011

Tres Genialidades, Tres.



La distinguida obra 'La Peste' de Albert Camus tiene, entre otras más, tres genialidades inigualables. Notables. La primera, es el epígrafe del libro: 


1) 'Tan razonable como representar una prisión de cierto género por otra diferente es representar algo qué existe realmente por algo que no existe'. -Daniel Dafoe.

No debería agregar nada que no se exprese por sí mismo en él, pero la verdad es que, gran parte de la realidad queda en jaque allí... (después de todo, nuestra realidad es -en gran parte, en poca o en alguna- un lechado de símbolos que  tomamos vorazmente) ¿Qué otra cosa hacemos a diario, animales simbólicos, sino rellenarnos y producir en igual o mayor cantidad, cosas que nos remiten a otras unidas por un hilo que llamamos, tal vez por casualidad, significado? ¿Cuál de esas -o cómo saberlo- cumplen con el caso que Dafoe señala... en otras palabras, ¿cuál de ellas será 'la prisión de género diferente'? O bien, ¿cómo saberlo?



2) "(...) Después de su tentativa de suicidio Cottard no había vuelto a recibir visitas. En la calle, con los proveedores, procuraba hacerse simpático. Nadie había puesto tanta dulzura al hablar a los tenderos, tanto interés en escuchar a los vendedores de tabaco.
-Esa vendedora de tabaco -decía Grand- es una víbora. Se lo he dicho a Cottard y me ha respondido que estoy en un error, que tiene buenas cualidades que es preciso saber encontrarle" 
(...)
"Grand había incluso asistido a una escena curiosa con la vendedora de tabaco. En medio de una conversación, la vendedora había hablado de un proceso reciente que había hecho mucho ruido en Argel. Se trataba de un joven empleado que había matado a un árabe en una playa.
-Si metieran en la cárcel a toda esa chusma -había dicho la vendedora-, la gente decente respiraría.
Pero había tenido que interrumpirse en vista de la agitación súbita de Cottard que se había echado a la calle sin decir una palabra. Grand y la vendedora habían quedado boquiabiertos" (...)

(No comentaré mucho acerca de lo que rodea este pasaje, para no ser una inoportuna 'spoiler' ante quien no haya aún tomado este valioso librito) Destaquemos este guiño, esta feliz referencia del autor, a través del comentario olvidable de la vendedora de tabaco en presencia de Cottard, el representante de vinos y licores en crisis y de 'opiniones muy liberales': una reproducción casual, pero igualmente equívoca que aquéllas de mucha gente en el proceso del joven empleado que, acaso 'por el calor', había matado un árabe en la playa. Como suele pasar (y pasarnos) la tabaquera había hecho un comentario digno de la misma chusma de la que se horrorizaba. Ese juicio que se [nos] cae rápido de la boca y que leímos en 'El Extranjero', en la mano del mismo autor, acerca de la mismísima situación allí narrada.

3) "(...) Por la tarde, el doctor encontró a Cottard ante la mesa del comedor. Cuando entró vio sobre la mesa una novela policial abierta. Pero la tarde estaba cayendo y, en verdad, debía de ser difícil leer en la oscuridad creciente. Cottard probablemente había estado un rato antes sentado en la penumbra, reflexionando. Rieux le preguntó cómo iba. Cottard refunfuñó que iba bien y que iría mejor si pudiera estar seguro de que nadie se ocupara de él. Rieux le hizo comprender que nadie podía estar siempre solo.
-¡Oh! no digo eso: Me refiero a las gentes que se ocupan en traerle a uno contrariedades. 
Rieux seguía callado.
-No es ese mi caso, crea usted, pero estaba leyendo esa novela. Ahí tiene usted a un desgraciado a quien detienen, de pronto, una mañana. Estaban ocupándose de él y él no lo sabía. Estaban hablando de él en los despachos, inscribiendo su nombre en fichas. ¿Cree usted que esto es justo? ¿Cree usted que hay derecho a hacerle eso a un hombre?
-Eso depende -dijo Rieux-. En cierto sentido, evidentemente no hay derecho (...)" (*)


Ésta fue la más linda. No se si por el lugar al que nos remite o por sorprendernos ahí, en medio de algo que va por una peste, tenga esta salida, este agujero en la pared momentáneo, que nos hace recordar esa novela. Ese novelón (además, es un buen recurso narrativo: expresar el resentimiento de Cottard por medio de una situación como la de ese proceso, es realmente efectivo como imagen, como descripción de la amargura que puede sentir una víctima de él. Del proceso del pobre K. o bien nos reímos, o bien nos deprimimos con resentimiento - y seguro que lo primero sólo pasa para evitar lo segundo, para darle un descanso a esa situación desagradable). Esa situación desagradable al saber que 'ya se están ocupando de uno' es la misma que -obviamente- tiene el propio K, pero también la de la Señorita Bürstner luego de saber que unos funcionarios judiciales del montón toquetearon sus fotos y miraron donde ella duerme; y tal vez sea la mismísima desilusión de Cottard acerca de la realidad en sí, cuando opinaba que los grandes se comen a los pequeños.


Aunque lo fundamental, es que ese proceso infinito, esa paradoja de Zenón de Elea al acecho, como nos contó Borges, tenía un equivalente en la historia. Un equivalente simétrico: la peste. Esa idea que no se veía sino a través de sus signos (los ganglios hinchados, manchas en el vientre y las piernas, el olor espantoso de la supuración de los ganglios -que el bisturí liberaba de dos golpes- y los dolores, preparaban la muerte en cuestión de horas), como el proceso, del que podíamos ver su maquinaria torpe en funcionamiento, pero no una sustancia concreta como tampoco su motivo. Ese proceso que en un año se consumió a K. y su reputación, había antes carcomido la certezas ilusorias que tenía acerca de control sobre su propia vida; como lo hacía con los habitantes de Oran, y con el Doctor Rieux, quien si bien veía a diestra y siniestra los signos de la enfermedad, no podía hacer algo para frenarla o preveer su comportamiento futuro. La peste del proceso kafkiano y el proceso de la peste de Camus son parte de una incertidumbre masiva, acontecimiento con un patrón desconocido, y ambos ejecutan su pena. No existe apelación -y si la hay, no logra frenar lo que ya se ha desencadenado-, y cae, quién sabe desde dónde.


Tres perlas, tres, de acceso libre y gratuito.










(*) Nota. Cuando encontré esta posible referencia, me preocupó la posibilidad de estar acaso equivocada luego de pensar dos -y tres veces- lo que Camus nombra como novela 'policial'. La idea de alguien que padece la sensación de que 'estaban ocupándose de él' se me hacía evidente, pero el adjetivo podía estar gritando que mi apreciación era errónea (claro que la clasificación de tal o cual -típica de quienes hacen molesta crítica literaria y quienes se ocupan de esas categorías del todo prescindibles- me tuvo muy sin cuidado. El Proceso de Kafka alcanza su razón de ser al haber sido escrita, y ni siquiera estar incompleta predica algo que pueda vulnerar de algún modo su valor... mucho menos lo harían toda la riestra de clasificaciones académicas con que se nos quiera fastidiar a diario). Así, mi único temor era estar encontrando algo que deseaba fuese una referencia a El Proceso, pero que en realidad, pudiese ser un 'caza-bobo' (y uno efectivísimo conmigo). Esta curiosidad me llevó a tolerar un poco de búsqueda acerca de este adjetivo para la novela y, felizmente, encontré una. Lo cierto es que ella no me convence en absoluto. Pero, para mejorar esta cuestión, debería embarrarme en toda esa marea de labores críticos y académicos sin sentido, así que, mucho más felizmente, puedo quedarme con mi deseada referencia a un proceso en medio de una peste. O de una peste en medio de un proceso.






29/04/2011

Sin título (XIII)



No vayas a creer lo que cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando)... ya te dije que el mundo es incontable... 


Mario Benedetti.






Membretes Famosos (no todos célebres)


El papel membretado es aquél que incluye un nombre, tal vez una dirección, tal vez un logotipo (u otro distintivo visual, como un escudo) de una compañía, una institución o una asociación. También puede aparecer impreso en un sobre. Según la legislación de cada país -como de jurisdicciones menores- o la costumbre de la compañía que lo use, el membrete incluirá otros datos específicos. Claro que se usa para el correo convencional (del que se puede tocar, rasgar, tirar o encajonar), y, como con muchas otras cosas, muchos personajes notorios tuvieron el suyo.

En el lugar donde el correo no se puede tocar, existe un modo de homenajearlo en su diseño (y no su contenido).



Abraham Lincoln, 1960.

Jean Paul Sartre desde 'Les Temps Modernes'


Adolf Hitler, 1938

Albert Einstein, 1932

Alice (Disney Productions), 1951

La Novia de Frankenstein, 1935

Bruce Lee, 1968 (con el logo del
arte marcial que inventó Jeet Kune Do)

Charles Mason, 2008
(si no me equivoco, estaba tramitanto
una apelación a su condena, o algo así)



Utilizado por el Coronel Tom Parker,
promocionando a Elvis Presley.

George B. Shaw, 1948

Harpo Marx, 1930s

Fraternidad Internacional de Magos, 1930.

JFK, 1960.

Marlene Dietrich, s/d.


Monty Python Productions, 1980.


Benito Mussolini para el periódico que fundó
como Il Popolo d'Italia (1915). 

Ray Bradbury, s/d

Rolling Stones Records, 1982 

Thomas Alva Edison (laboratorio), 1923

Andy Warhol, s/d
Sir Winston Churchill, 1940

Harry Houdini, 1913

MoUvEmEnT DADA, 1920

The Doors, 1970
Iglesia Cienciológica, 1976



Si esto no alcanza, in situ podrán encontrar muchos más de la corporación Star Wars, varios más de Marvel Productions, muchos más de Disney Productions, varios de shows de TV (como el de Johnny Carson, entre otros), o alguno más de Ray Bradbury...






28/04/2011

Titia em Apuros

Tenho lido poucas coisas mais engraçadas do que a que segue aqui. Desconheco completamente o autor. Sei lá de quem ou cadê veio, mas felizmente veio. Nao percam o que acontece com esta velhinha... acredito que alguma vez a gente teve ou terá algum desses momentos e a coitadinha desta estória não ficara tão sozinha na sua desgraça...





'Minha tia Valda, uma robusta senhora de 68 años, gostou de uma camisa pólo que viu na vitrine de uma loja de artigos masculinos. Entrou e pediu para experimentar.
-Infelizmente não temos o seu tamanho nessa cor –respondeu o vendedor, solíto.
Não sei se é uma maldição que persegue nossa familia, mas nunca conseguimos os artigos que nos atraem nas vitrines. Não tem a cor ou não tem o modelo ou não tem o tamanho. Uma ocasião, apaixonei-me por um sapato que vi numa vitrine em Cpacaban. O vendedor fez-me sentar e apareceu com outro modelo (achando que ia me levar na conversa).
-Quero aquele da vitrine!
-Infelizmente –disse ele-, aquele nós só temos um pé!
É ou não é uma maldição? Acontece de tudo para frustrar os desejos de consumo da nossa familia. É inacreditável, um sapato na vitrine sem seu par.Levantei-me e reagi, carregando de indignação:
-O que houve com o outri pé? Venderam para o Saci?
Tia Valda mal iniciou a ação de bater em retirada, e o vendedor logo despejou um monte de camisas á sua frente.
Temos essa verde... essa lilás... essa que chegou agora, cor telha, é a última novidade- foi dizendo o vendedor, abrindo as camisas diante de titia. – A senhora deve ficar muito bem de lilás. Tia Valda preferiu a preta. Pegou a camisa e viu a letra P na etiqueta. Perguntou se não tinha M. Não tinha, mas para não perder a comissão, o vnededor preferiu dizer que P era tamnho da titia. Qualquer vesgo verificaria que tia Valda, com seu corpo de halterofilista búlgara, não caberia dentro daquela camisa. O vendedor, porém, veio com a conversa de que o fabricante fazia números maiores e coisa e tal. Titia acreditou e se enfiou no cubiculo de experimentar roupas, que só não se confunde com uma solitária porque há uma cortina no lugar das grades. Vestiu a camisa, constatou que o P significava P mesmo; e, no momento de retirá-la, ela ficou presa no meio do caminho, cobrindo a cabeça de tita. Tia Valda ainda insistiu debatendo-se entre as paredes do cobículo, mas a camisa encalhara como um navio num banco do cubículo, mas a camisa encalhara como um navio num banco de areia. Braços erguidos, rosto coberto, tita começou a sentir calor, falta de ar e foi entrando em pánico. Para não sair da cabine ás cegas feito um boi.bumbá, resolveu gritar. Mas gritar o qué? Nunca tinha estado numa situacão dessas. O que gritar quando se luta desesperadamente com uma camisa? Sem se lembrar de nada em especial, encheu os pulmões e berrou:
-Socorro! Socorro!
Era de ver: a loja inteira se despençou na direção da cabine, vendedores, fregueses, até a moça do caixa foi atrás. Não se podia pensar num assalto: não cabem duas pessoas nessas cabines. Talvez uma barata. O vendedor que a atendia puxou a cortina e surgiu ta Valda, braços levantados, cabeça coberta, rodopiando feito uma vaca brava.
- Momentinho – pediu o vendedor-, fique calma que nós vamos ajudá-la.
Ele tentou puxar a camisa, mas a essa altura tua Valda tinha o corpo empapado de suor e a camisa resistia mais do que um burro empacado.
- Eu puxo aqui e você puxa dai – disse para o gerente. Os dois se esforçavam, mas a cada puxão a velha ia junto com a camisa.
-Alguém ai, por favor, segure a madame –pediu o vendedor, recobrendo de pronto a colaboraçao de vários voluntários. Tia Valda bufava no meio daquele sufoco e estava vendo a hora que iriam lhe arrebentar o sutiã. Na sua idade já não se sentia á vontade para fazer um topless numa lojade artigos masculinos.
-Por que não cortam essa camisa?- perguntou alguém do grupo de voluntários que seguia cambaleando pela loja, empencado em Tia Valda.
-Não precisa cortar, nós vamos dar um jeitinho – disse o vendedor, que já suava mais que titia e não queria pagar a camisa.
A essa altura, já havia uma multidão á porta da loja assitindo á cena. Muita gente não entendia o que se passava, ao ver um grupo de homens agarrados a uma senhora de braços erguidos, entalada por uma camisa. Uma velinha, na porta, imaginou, com toda razão, que o grupo estava querendo despir tia Valda para violentá-la na loja, e resmungou:
-Esses vendedores são uns tarados!
A confusão aumentava. Tia Valda, camisa grudada no corpo, pedia que chamassen o Corpo de Bombeiros. Alguém sugeriu que sentassem titia.
-Amarrem essa velha numa cadeira!
Depois de muito esforço, a camisa acabou sendo rasgada, para alivio de tia Valda, que arfava como se tivesse passando todo esse tempo debaixo d´água. Ela agradeceu os aplausos e voltou á cabine para se recompor. No momento em que abotoava a blusa, viu um braço varando a cortina do cubículo. Era o vendedor, entregando-lhe uma camisa dizendo:
-A senhora não gostaria de experimentar este outro modelo?'





22/04/2011

Las Cosas por su Nombre.


En una película más que recomendable que Alfred Hitchcock rodó en 1959, Roger O. Thornhill -un apuesto publicista neoyorkino- le dice a su secretaria que en su gremio, no hay tal cosa como la mentira. Sólo existe la exageración conveniente ('in the world of advertising, there's no such thing as a lie. There's only expedient exaggeration'). Tal vez ese mecanismo queda desactivado por un momento con el trabajo del joven diseñador freelance Víctor Hertz. 


De Hertz conocía sólo sus pósters pictográficos (un inmejorable material). Pero aquí también lleva su mensaje a la altura de su creatividad (a la que su melómanía y pasión por el cine y la fotografía, han estimulado sin pausa, evidentemente). El concepto que exprime es interesante por demás, bajo el título de honest logos o 'logotipos honestos'. Lo que se propone es mostrar es lo que Roger O. Thornhill quería mantener como siempre estuvo en manos de los publicistas: lo que en realidad venden las marcas que compramos -- o bien, al menos, las consecuencias que acarreamos por nuestro consumo. Y tal vez esas consecuencias, deberían ser motivo para rebautizarlas con los siguientes nombres comerciales:



Juego fonético que remite a la idea 'apariencia irreal'.

Hertz utiliza el logo de Play Station para la palabra procastination,
sin equivalente en español, pero que significa una
constante posposición de las tareas que se deberían realizar 

Televisión Subnormal.

Cáncer.

Arrastrándose por la Mañana - Jamaica Ron

Información para 'tragas'

Desperdicio de Dinero

Videos de Chicas Malas

Nada para Hacer

'Expansor' de Panza

Mc Diabetes

Calorías




Genial, no? Si quieren unas dosis más de su ideas, sírvanse por aquí.




Test sólo para Hombres (¡SÓLO para hombres!)

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AVISO: Este test no tiene validez alguna en féminas (salvo que esa lectura se motive y acabe, en la mera curiosidad). No pierda su tiempo.
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Evaluados: Si alguna se ha preguntado qué iba a ser de su vida en aspectos amorosos, he aquí su respuesta. El procedimiento es relativamente corto, pero la sentencia es realmente sintética. Esto es lo que hace promisorio someterse a este test y así conocer su situación. Además de ello, podrá olvidarse de esa recurrente pregunta y dedicarse a ejercer su condición de una vez por todas. 

Además (y nunca lo olvide)
que el tiempo juega en su contra. 
Procedimiento: Tras leer el siguiente párrafo, evalúe si se describe alguna ocasión en su vida en el pasado, el presente o -sospecha- futura. El resultado de este ejercicio identificatorio, puede encontrarlo al final de estas líneas, en unas poquísimas palabras.

'La mígala discurre libremente por la casa, pero mi capacidad de horror no disminuye. El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino. Peor que el desprecio y la conmiseración brillando de pronto en una clara mirada. Unos días más tarde volví para comprar la mígala, y el sorprendido saltimbanqui me dio algunos informes acerca de sus costumbres y su alimentación extraña. Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar. Recuerdo mi paso tembloroso, vacilante, cuando de regreso a la casa sentía el peso leve y denso de la araña, ese peso del cual podía descontar, con seguridad, el de la caja de madera en que la llevaba, como si fueran dos pesos totalmente diferentes: el de la madera inocente y el del impuro y ponzoñoso animal que tiraba de mí como un lastre definitivo. Dentro de aquella caja iba el infierno personal que instalaría en mi casa para destruir, para anular al otro, el descomunal infierno de los hombres. La noche memorable en que solté a la mígala en mi departamento y la vi correr como un cangrejo y ocultarse bajo un mueble, ha sido el principio de una vida indescriptible. Desde entonces, cada uno de los instantes de que dispongo ha sido recorrido por los pasos de la araña, que llena la casa con su presencia invisible. Todas las noches tiemblo en espera de la picadura mortal. Muchas veces despierto con el cuerpo helado, tenso, inmóvil, porque el sueño ha creado para mí, con precisión, el paso cosquilleante de la aralia sobre mi piel, su peso indefinible, su consistencia de entraña. Sin embargo, siempre amanece. Estoy vivo y mi alma inútilmente se apresta y se perfecciona. Hay días en que pienso que la mígala ha desaparecido, que se ha extraviado o que ha muerto. Pero no hago nada para comprobarlo. Dejo siempre que el azar me vuelva a poner frente a ella, al salir del baño, o mientras me desvisto para echarme en la cama. A veces el silencio de la noche me trae el eco de sus pasos, que he aprendido a oír, aunque sé que son imperceptibles. Muchos días encuentro intacto el alimento que he dejado la víspera. Cuando desaparece, no sé si lo ha devorado la mígala o algún otro inocente huésped de la casa. He llegado a pensar también que acaso estoy siendo víctima de una superchería y que me hallo a merced de una falsa mígala. Tal vez el saltimbanqui me ha engañado, haciéndome pagar un alto precio por un inofensivo y repugnante escarabajo. Pero en realidad esto no tiene importancia, porque yo he consagrado a la mígala con la certeza de mi muerte aplazada. En las horas más agudas del insomnio, cuando me pierdo en conjeturas y nada me tranquiliza, suele visitarme la mígala. Se pasea embrolladamente por el cuarto y trata de subir con torpeza a las paredes. Se detiene, levanta su cabeza y mueve los palpos. Parece husmear, agitada, un invisible compañero. Entonces, estremecido en mi soledad, acorralado por el pequeño monstruo, recuerdo que en otro tiempo yo soñaba con Beatriz y en su compañía imposible'. ("La Mígala" de Juan José Arreola)*



Resultado: Si ha encontrado posibilidades de identificarse con el protagonista, su condición es definitiva (y reconocemos, a su favor, que mucho más sencilla de indicar que de padecer): su vida amorosa está centrada en lograr que usted sufra, experimentando recurrentes momentos de incompletitud, como en la imposibilidad de concretar lo que usted [se cree que] busca. Tómelo así y asúmase. La vida se facilita considerablemente luego de ello.






* Los destacados se utilizaron con el único fin de facilitar la tarea al evaluado mientras se somete a su prueba. 




Sin título (XII)



No entiendo por qué la gente se asusta de las nuevas ideas. A mi me asustan las viejas. 


John Cage





17/04/2011

Propagar Nazis

Otro caso inigualable del Design Observer. Ahora se ocupan de Steven Heller, diseñador prestigioso y especialista en diseño crítico. Heller cree que el deseo ferviente de Hitler de alcanzar el dominio propagandístico entre las naciones era un resultado directo de la derrota padecida por Alemania en la Primera Guerra Mundial. La verdad es que no fue solamente esto lo que comenzó en 1919. Digamos que casi el mismo nazismo encontró mucho asidero en esa coyuntura de derrota, y de una República de Weimar que se corroería en inflación y otros pesares. Nos atrevemos, y afirmamos, con muy poca prudencia -dado que es un criterio muy común entre historiadores, pero también entre las personas más corrientes que vivieron ese proceso (no es difícil encontrar un/a inglés/a o un/a francés/a añoso/a que sepa, sin mucho análisis, que la Segunda Guerra Mundial no comenzó en el '39 sino, más bien, en 1919, con una Alemania humillada que se desquitaría con seguridad), que de tocar fondo, Alemania rebotaría hacia arriba con fuerza y con odio. No obstante lo de Heller no nos parezca en demasía preciso en ese aspecto, no dudamos que en lo que hace a la cartelería nazzi dentro de su empresa propagandística, debe estar en lo cierto. Por algo es un especialista... 

El famoso trabajo propagandístico del NSDAP
Así que, esa derrota magnánima de la primera gran conflagración mundial, y la creencia hitleriana firme en que la propaganda Aliada fue claramente superior, influyendo el magro resultado del Kaiser Guillermo II, llevo a un bombardeo profuso... pero de posters y gráficas de diferente tipo, lograron que el 'huno bárbaro' fuese difamado en los ojos del mismísimo mundo, retratando al Kaiser como un militar insensible, una bestia sedienta de sangre. Y el contraataque alemán para esto fue -en lo máximo-, muchísimo menor. Heller cita a Eugen Hadamovsky, el aprendiz de Josef Goebbels, en el libro Propaganda y Poder Nacional de 1933 (reimpreso por Arno Press en 1972): 'los alemanes fueron enviados en esta enorme batalla con no mucho más que un simple slogan'. Así que cuando los nazis tomaron el poder, Hitler encomendó un libro titulado Das Politische Plakat: Eine Psychologische Betrachtung a Erwin Schockel (editado por Franz Eher Verlag, en  1939), un tratado de corte psicológico con los logros de la propaganda inglesa, americana, francesa, rusa y alemana en posters y gráficas. Era un manual de consulta para los propagandistas alemanes. El propósito de Heller es hacerse eco del estudio de Erwin Schockel (en El Póster Político. Una Revisión Psicológica -- hasta donde sabemos, no traducido al español aún), donde se compara el decurso de los pósters a lo largo del tiempo desde tiempos pasados al momento del ascenso nazi, comparando y contrastando los estilos nacionales y vocabularios. Schockel, director de arte en el área de propaganda del partido, se aplicó con su mayor interés a estudiar los desarrollos en misivas de guerra, comunicaciones políticas internas como al rol de los posters en el cambio de opinión, y en cómo los sectores desarrollan diferentes signos y símbolos. Tomó y escribió Politische Plakat como una compilación de asuntos concernientes al Reichspropagandaleitung, sita en Münich (que era un departamento separado del más poderoso Ministerio de Propaganda con base en Berlín, dado que el primero era el área propagandística pero del partido, y concerniente sólo a sus miembros).


La famosa campaña gráfica a la que se dedica Schockel.

El mensaje del libro de Schockel es claro: la gráfica propagandística debe ser simple y recordable y comenta, en este sentido, un poster en particular del partido, de 1932, tan minimalista que podría ser fácilmente confundido con el diseño modernista, presentado una silueta movible en blanco y negro de la cara de Hitler -bueno, sólo la cabeza del Führer- en fondo negro. Con un toque algo hipnótico (una suerte de predecesor del ubicuo 'Gran Hermano'), estaba enfocado en el observador y no en lo mostrado: El concepto "hitler" estaba presentado en Sans-Serif mayúscula y blanca, con solo un tilde (un cuadradito sobre la 'i' del nombre, talvez como un guiño visual sobre su bigote recortado). La calma, la bondad y la fuerza radiaban de la cara de Hilter comunicándose de ese modo al observador, consideró el halagador profesional Schockel. Para el autor, la impresión que causa en el observador es la de un espíritu no contaminado debe ser fuerte...sumado a esto, tenemos el poster impreso en un fondo negro, un desviador de la mirada en el medio de los típicos colores chillones, pilares de la publicidad gráfica, y, luego de la Primera Gran Guerra, asegura Schockel, nada era librado al azar en la propaganda nazi.























Hongo (de los tóxicos)

Hongos de temer. 
Luego de las fotos encontradas en el baúl de madera, rodeemos lo que pasaba entonces. Así veremos qué sucedió en esos lares, donde los dos hongos tóxicos fueron plantados. 

Japón se rinde a los Aliados el 14 de agosto de 1945. El día siguiente, el Emperador Hirohito, rompiendo la tradición, usó la radio para anunciar por vez primera la derrota. Hablando con frases hechas, exhortó a sus súbditos a 'tolerar lo intolerable y soportar lo insoportable'. El enemigo había 'por primera vez, usado bombas crueles para matar y mutilar personas... y las graves bajas estaban más allá de lo mensurable'. Ese mismo día, Truman encomienda la misión de Evaluación de la Estrategia del Bombardeo Americano en el Frente Pacífico, la que debería cuantificar lo que Hirohito creía incontable. El objetivo era medir, tan precisamente como fuese posible, el efecto de las dos bombas (aunque ahora comentaremos en el Hiroshima, de donde provienen y dan cuenta las fotos). En otras palabras, debían poner dígitos al problema para que los norteamericanos tuviesen un cuadro real de referencia en el cual basar sus conclusiones sobre las 'capacidades' de la bomba, como de sus limitaciones. Así lo expresó Paul Nitze, el vicepresidente y autor de la evaluación. 

Como una parte del reporte general, se constituye un grupo especial: la División de Daños Físicos, para relevar los números necesarios. La componían miembros del Ejército, Marina y población civil -un total de aproximadamente ciento cincuenta hombres-, incluyendo ingenieros, intérpretes, fotógrafos y taquígrafos. Según la versión del Departamento de Guerra estadounidense -ahora declasificada-, este grupo tuvo la más importante y sin duda la más espectacular tarea del relevo total. Durante finales de octubre y noviembre de 1945, cada mañana, el grupo destinado a relevar los daños iban hacia Hiroshima donde habían levantado su centro de operaciones (en el segundo piso de un banco parcialmente destruido por la bomba). Se dedicarían exclusivamente a buscar los vestigios de la explosión, calibrando el daño y analizando la destrucción física de la ciudad. Por supuesto, una tarea impiadosa: entrado noviembre (recordemos: la bomba la arrojaron a principios de agosto), todavía se topaban con esqueletos que no habían sido cremados por la radiación...

Las ciudades de Japón en esos oscuros días de otoño eran una declaración de una tristeza indeciblesólo las cenizas y desolación de chimeneas sueltas sin otra estructura alrededor, dijo el conocido economista, John Kenneth Galbraith, uno de los miembros del equipo económico de la evaluación gubernamental. El equipo que se ocupaba del daño físico de la ciudad, examinó esas mismas estructuras que habían quedado en pié (las chimeneas, paredes y estructuras reforzadas de cemento que sobrevivieron) para explicar el efecto de la explosión sobre el metal y la madera a la enorme presión de la Bomba: en el derrumbe asombrosamente rápido, esa presión acható los techos y la onda expansiva retorció y sacudió esas estructuras de metal y madera enteras. Para estudiarlo y dar cuenta de ello, tomaron fotos, las que, en el año 2000, fueron encontradas en una vereda de Massachusetts.

Algunas de esas fotos fueron publicadas por el gobierno de los EUA en una edición limitada, allá por 1946. Si bien ninguna muestra sufrimiento humano -simplemente porque nuestros cuerpos se evaporan antes de que lo hagan esas estructuras-, el artículo del Design Observer señala algo muy cierto: esas fotos, están diciendo (gritando) esto es lo que nosotros, la humanidad, somos capaces de desatar unos contra los otros. Como ruinas que son, ellas nos remiten de vuelta hacia atrás en el tiempo (esto es lo que hemos hecho, esto es lo que somos capaces de hacer) mientras simultáneamente nos advierten de un futuro que no hemos aún encontrado (ellas dan la materia misma a nuestro terror acerca del uso de otras armas nucleares). Son lo que Robert Jay Lifton ha llamado el 'imaginario de la extinción', imágenes que reviven en nuestra imaginación las consecuencias de otro holocausto masivo y en ese sentido ayudando, aunque de manera muy débil, a mantenernos vivos también. 

La última idea de Lifton sabe ingenua por un lado, e incompleta por el otro, pero luego de reflexionar en este tema al hacer la traducción, no tengo ganas de seguir explayándome en razones o puntos de vista.







16/04/2011

Historias de la Historia (en Hiroshima)

En un artículo que escribió Adam Harrison Levy (un escritor y documentalista del que se dice que su trabajo para la BBC2 sobre consumismo en los '60s es realmente bueno) con motivo del 64° triste aniversario de la incineración de Hiroshima en el Design Observer, narra una experiencia tan valiosa que realmente es un desperdicio no replicarla en español, para que más personas accedan a ella. En este primero post nos dedicaremos a las historias que rodean la historia, en relación con lo de Hiroshima. En el próximo, nos referiremos a las fotos, su origen y sentido. 


Hacia el año 2000, en Watertown (Massachusetts), un hombre paseaba a su perro. En uno de los cruces de la vereda ve un montón de basura (colchones viejos, lámparas rotas...). Le llama la atención una caja o baúl, y va a ver qué es. Tenía una suerte de tira de cuero con una hebilla que lo sujetaba, así que la desató, y vió qué había dentro. Estaba llena de fotos en blanco y negro. Lo sorprendente era lo que esas fotos mostraban: edificios devastados, cimientos de hierro torcidos, puentes rotos... eran fotos de una ciudad aniquilada. Rápido se volvió a su casa con el tesoro. Ya en la mesa de la cocina, volvió a tomar las fotos y la sospecha se confirmó: eran los efectos de la primera bomba atómica. Estaba viendo Hiroshima (o lo que quedó de ella). Y eran casi setescientas y una fotos. O pruebas.


En esta caja de madera encontraron las fotos.

Concretamente, daban cuenta de que el 6 de agosto de 1945, a las 8:15 am, la Enola Gay cayó a tierra. El número exacto de muertos no se conoce, pero se estableció en ciento diez mil civiles y veinte mil uniformados, muchos de ellos instantáneamente evaporados por el calor de la estampida o bien quemados por la bola de fuego que inmediatamente arrasó la ciudad. Miles más morirían los meses siguientes, por causa de la radiación.


Treinta y uno días luego de la debacle, un grupo de científicos norteamericanos sobrevolaron el lugar para ver el desastre que habían hecho sus compatriotas: No se veía más que una enorme cicatriz plana de óxido rojizo, sin el gris del cemento o verde (porque no había techos de las construcciones o señales de vegetación alguna). Al igual que al ordenar incinerar una ciudad, la carencia total de fuentes documentales tampoco era un 'accidente': un mes después de que Japón se rindiese a los norteamericanos, el 18 de septiembre de 1945, el gobierno vencedor impuso un estricto régimen de censura en la recién derrotada nación. Nada que alterase los ánimos sería publicado, dado que el vencedor no ignoraba que el dolor y la ira podía desatarse al ver ese panorama de la ciudad (hay quienes sostienen, también, que la razón verdadera era, por cuestiones estratégicas, mantener secreta la capacidad de destrucción física de esta nueva arma). No obstante, la censura de la evidencia visual sirvió a un tercer propósito: ayudó a Japón y a E.E.U.U. a inhibir cualquier cuestionamiento doméstico acerca del mismo uso de La Bomba como arma de guerra. Esto es realmente curioso en términos de registros fotográficos y/o audiovisuales, ya que la Segunda Guerra Mundial fue el momento 'de madurez' -por así decirlo- de la cámara como factor de documentación de los desastres a los que lleva la guerra (si bien conocimos los trabajos de Robert Cappa en la Guerra Civil española -y hasta los mismos documentos de la Blitz en Londres-, en la segunda conflagración mundial el registro fílmico y fotográfico fue prolífico... pero acompañado por una enorme y duradera cantidad de censura). Lo cierto es que al pensar en Hiroshima, sólo proyectamos en nuestra mente el conocido 'hongo'. Y aún cuando eso sea todo un ícono, no es algo que 'simplemente sucedió' como una tragedia natural, sino el producto de la mismísima acción humana. 


...pero habíamos comenzado contando la historia de un hombre que paseaba a su perro... Pues bien, ese trabajador de tiempo completo en su negocio de comidas -que le permitió que sus seis hijos pudiesen ir a la universidad-, mientras era entrevistado por Levy, hizo un comentario más interesante que el que algunos estudiosos del tema podrían hacer (sobre todo, porque es apropiado y simple, sensible y real a un tiempo): 'El punto que más me afecta sobre las fotografías is lo que no está en ellas. Las ausencias, como la foto de los pies marcados como tiza en el puente'. Y pensativo, dice: 'La gente sabe qué hicimos en Hiroshima. Pero simplemente, no queremos pensar en eso' (la negrita es mía). 



Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP

Allende lo que muchos lamentemos y nos avergoncemos por ese hecho, cuando las fotos fueron encontradas, nadie sabía qué hacer con ellas... El descubridor las archivó por años, y se ocupó, mientras tanto, de su vida y la de su familia. Unos años después, hablando con una cliente, mencionó el asunto de las fotos. Ella logró armar una muestra en 2003, pero fue casi ignorada. 

Levy decidió ir a ver qué era del lugar donde habían sido encontradas. Vieron la casa y la vereda, y de ahí empezaron una búsqueda en la municipalidad para saber quiénes habían habitado la casa, googlearon algunos de esos nombres, llamaron a otros, hasta que alguien -apellidado Levitt-, del otro lado de línea, dijo: 'Las fotos? De Hiroshima? Las tienes? Pensé que estaban en mi sótano! Cómo las conseguiste? Esto es increíble! Debo haberlas tirado por accidente cuando estaba moviendo mis cosas. Nunca me hubiese desecho de ellas deliberadamente. Las tengo conmigo desde 1972! (...) Mira, creo que tal vez haya más, estoy seguro. Te llamaré de vuelta en diez minutos'. Vuelve a sonar el teléfono y lo confirma. Además, le dice que iría a verlo para mostrárselas: resultó que eran treinta fotos más de 10 x 20 en blanco y negro, algunas de las cuales tenían la marca 'Top Secret' y 'Restricted'. Eran fotos de reconocimiento aéreo, que había obtenido de un amigo que trabajaba de pintor de casas, a principios de los '70s, cuando vivió cerca de New York. Cree que aquél las encontró mientras hacía alguno de esos trabajos, pero sin seguridad alguna. De cualquier modo, las fotos estaban tiradas por ahí... Levitt dice que siempre quedó prendado con ellas, que algo siempre lo conmovía... pero se le hizo complicado hablar de ello. Recuperado, dice que, aún cuando todos vemos muerte y desastre por TV permanentemente, esas fotos eran diferentes, tal vez porque eran de objetos físicos. No representaban el horror precisamente, porque no vemos cuerpos. Pero su poder es realmente intenso... y agrega algo realmente interesante, valioso, importante para quienes nos gusta ver lo que la cámara nos deja ver, después de todo: 'creo que es porque no puedo evitar colocarme detrás del lente. Qué sentía el tipo que las tomó? Estaba disparaba y giraba el rollo. Disparaba y pasaba el rollo'. Esta idea vale, una vez más -y seguramente no la última- para reavivar el debate que envolvió el trabajo de Cappa en plena guerra ibérica intestina...


La foto fue llamada sólo 'Hiroshima' (1945). Pertenece al USA Strategic Bombing Survey Archive
(y fue adquirida con los fondos de la International Center of Photography en 2006).



Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP


Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP


Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP


Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP










Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP









Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP













Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP

Hiroshima (autor desconocido, 1945) - ICP





Luego del último encuentro, Levitt logró localizar a su amigo. Llamó ansioso y sin aliento a Levy para contarle que lo había hecho, y le dijo que él recordaba haber trabajado en una casa donde había habido un incendio y la familia se estaba deshaciendo de varias cosas. Vió una suerte de baúl de madera con incripciones en japonés y decidió llevársela. Dentro tenía las fotos. Una semana después, Levitt recibió de su amigo, Harlan Miller, un e-mail con un archivo .jpg: era la foto que vemos aquí, más arriba, de esa suerte de caja-baúl. En el frente (si miran con atención, seguro lo divisan, arriba de la última fila de números) se lee Tte. Robert L. Corsbie. Otra vez Levy y compañía buscaron algún dato de este nombre. El Depto. de Defensa acredita que era un oficial de marina y miembro del equipo de daño físico de la Evaluación.



En el próximo post, algunos hechos que, si bien no están aquí fotografiados, explican la existencia de estas pruebas de la miseria humana (aún en la misma nación que se jacta de su permanente defensa y lucha por los derechos humanos).