Abadía irlandesa Mount Mellory | foto: O.C.S.O. | |
Tal vez esto pueda verse como otro modo de recordarnos cuál es nuestro verdadero destino, igual que el caso de los monjes de la abadía de Mount Mellory, de los que nos cuenta John Huston en su hermosa película Dubliness (1987), basada, por supuesto, en el relato homónimo de James Joyce. En el diálogo, se cuenta que los silentes monjes duermen en los que serán sus futuros ataúdes, con el fin de no olvidar su final, en este reino material, mientras se dedican a hacer penitencia por los pecados de los prójimos extramuros...
El caso es que en la Iglesia de Santa María de la Concepción, en la Vía Véneto, hay un cementerio con paredes, arcos y bóvedas recubiertas de huesos y cráneos de unos cuatro mil monjes capichinos, dispuestos en fajas, círculos, rosetas y flores, como también nichos con los esqueletos enteros, vestidos con las ropas de la Orden. La iglesia fue construida por el cardenal Antonio Barberini en 1626.
Se la conoce como la Cripta de los Frailes Capuchinos y hasta los artefactos de luz del pasillo que conduce a la bóveda están hechos de huesos. Sólo la capilla que se usa para la Misa -una celebración para los católicos- no tiene huesos. Parece que a principios del siglo XVII, los frailes capuchinos -llamados asi por la capucha que llevan en su hábito-, dejaron el convento de San Buenaventura llevando consigo los restos de sus difuntos, para trasladarlos a su ubicación actual, de las cuales sólo continúan en pie el cementerio y la iglesia. Colocaron los huesos a lo largo de las paredes y techos de las bóvedas, y los nuevos frailes de la orden siguieron enterrando a sus muertos allí. En este lugar iban todas las noches a rezar. En 1870 dejaron de enterrar a sus miembros allí, el año en que se dejaron de enterrar a los muertos en las iglesias católicas.
'El Niño Segador' representación de La Muerte, con su guadaña. |
En una de las criptas -conocida como de los Cráneos-, están ellos clavados en la parte posterior de la sala, formando un muro con tres arcos. Delante de ese muro de cráneos hay tres esqueletos de frailes. Cada pared lateral contiene los esqueletos de dos capuchinos, en nichos curvos. El techo está hecho de vértebras, costillas y huesos pequeños, formando tres círculos de flores.
En la Cripta de la Pelvis las paredes laterales tienen dos frailes capuchinos reclinados en un nicho con arcos. En la parte posterior, los huesos de pelvis de tres frailes forman el telón de fondo. Una roseta central de la sala está formada por siete omóplatos, con colgaduras de vértebras. Pero el mayor número de huesos está en la Cripta de los Huesos de las Piernas y los Muslos: Las dos paredes laterales están formada de huesos de las piernas y muslos, apilados y luego mezclados con calaveras. Cada pared lateral contiene cuatro nichos, con el esqueleto de un fraile de pie con su hábito. En el techo hay otras dos grandes flores hechas con omóplatos, y entre ellas un marco ovalado grande, de mandíbulas y vértebras.
Podría dar una pequeña reflexión provisional para cerrar este post, pero realmente prefiero no hacerlo. Las razones de ello no son incomprensión con esta decisión monacal, ni desaprobación. Pero los argumentos que demostrarían la ausencia de estos juicios condenatorios, se me hacen algo fragmentarios y poco claros. Supongo que son esas estructuras que mi tiempo y espacio -que algunos condensan en la palabra sociedad- me exhortan a aplicar, y que, cuando quiero eludir, dejan mi interior en la certeza de que 'hay algo más para pensar y decir' pero se hace muy difícil hacerlo. Por suerte, ya puedo permanecer en ese incómodo estado, sin aún avanzar a uno superador. Por un breve tiempo... luego vuelvo a la comodidad que me da esa señora que llenó mi cabeza de juicios, y que no le gusta que no los use. Lo malo de ello es que no puedo denunciar por sus eventuales atropellos a esta dama, la totalizadora sociedad.
Nenhum comentário:
Postar um comentário