Otro caso inigualable del Design Observer. Ahora se ocupan de Steven Heller, diseñador prestigioso y especialista en diseño crítico. Heller cree que el deseo ferviente de Hitler de alcanzar el dominio propagandístico entre las naciones era un resultado directo de la derrota padecida por Alemania en la Primera Guerra Mundial. La verdad es que no fue solamente esto lo que comenzó en 1919. Digamos que casi el mismo nazismo encontró mucho asidero en esa coyuntura de derrota, y de una República de Weimar que se corroería en inflación y otros pesares. Nos atrevemos, y afirmamos, con muy poca prudencia -dado que es un criterio muy común entre historiadores, pero también entre las personas más corrientes que vivieron ese proceso (no es difícil encontrar un/a inglés/a o un/a francés/a añoso/a que sepa, sin mucho análisis, que la Segunda Guerra Mundial no comenzó en el '39 sino, más bien, en 1919, con una Alemania humillada que se desquitaría con seguridad), que de tocar fondo, Alemania rebotaría hacia arriba con fuerza y con odio. No obstante lo de Heller no nos parezca en demasía preciso en ese aspecto, no dudamos que en lo que hace a la cartelería nazzi dentro de su empresa propagandística, debe estar en lo cierto. Por algo es un especialista...
El famoso trabajo propagandístico del NSDAP |
Así que, esa derrota magnánima de la primera gran conflagración mundial, y la creencia hitleriana firme en que la propaganda Aliada fue claramente superior, influyendo el magro resultado del Kaiser Guillermo II, llevo a un bombardeo profuso... pero de posters y gráficas de diferente tipo, lograron que el 'huno bárbaro' fuese difamado en los ojos del mismísimo mundo, retratando al Kaiser como un militar insensible, una bestia sedienta de sangre. Y el contraataque alemán para esto fue -en lo máximo-, muchísimo menor. Heller cita a Eugen Hadamovsky, el aprendiz de Josef Goebbels, en el libro Propaganda y Poder Nacional de 1933 (reimpreso por Arno Press en 1972): 'los alemanes fueron enviados en esta enorme batalla con no mucho más que un simple slogan'. Así que cuando los nazis tomaron el poder, Hitler encomendó un libro titulado Das Politische Plakat: Eine Psychologische Betrachtung a Erwin Schockel (editado por Franz Eher Verlag, en 1939), un tratado de corte psicológico con los logros de la propaganda inglesa, americana, francesa, rusa y alemana en posters y gráficas. Era un manual de consulta para los propagandistas alemanes. El propósito de Heller es hacerse eco del estudio de Erwin Schockel (en El Póster Político. Una Revisión Psicológica -- hasta donde sabemos, no traducido al español aún), donde se compara el decurso de los pósters a lo largo del tiempo desde tiempos pasados al momento del ascenso nazi, comparando y contrastando los estilos nacionales y vocabularios. Schockel, director de arte en el área de propaganda del partido, se aplicó con su mayor interés a estudiar los desarrollos en misivas de guerra, comunicaciones políticas internas como al rol de los posters en el cambio de opinión, y en cómo los sectores desarrollan diferentes signos y símbolos. Tomó y escribió Politische Plakat como una compilación de asuntos concernientes al Reichspropagandaleitung, sita en Münich (que era un departamento separado del más poderoso Ministerio de Propaganda con base en Berlín, dado que el primero era el área propagandística pero del partido, y concerniente sólo a sus miembros).
La famosa campaña gráfica a la que se dedica Schockel. |
El mensaje del libro de Schockel es claro: la gráfica propagandística debe ser simple y recordable y comenta, en este sentido, un poster en particular del partido, de 1932, tan minimalista que podría ser fácilmente confundido con el diseño modernista, presentado una silueta movible en blanco y negro de la cara de Hitler -bueno, sólo la cabeza del Führer- en fondo negro. Con un toque algo hipnótico (una suerte de predecesor del ubicuo 'Gran Hermano'), estaba enfocado en el observador y no en lo mostrado: El concepto "hitler" estaba presentado en Sans-Serif mayúscula y blanca, con solo un tilde (un cuadradito sobre la 'i' del nombre, talvez como un guiño visual sobre su bigote recortado). La calma, la bondad y la fuerza radiaban de la cara de Hilter comunicándose de ese modo al observador, consideró el halagador profesional Schockel. Para el autor, la impresión que causa en el observador es la de un espíritu no contaminado debe ser fuerte...sumado a esto, tenemos el poster impreso en un fondo negro, un desviador de la mirada en el medio de los típicos colores chillones, pilares de la publicidad gráfica, y, luego de la Primera Gran Guerra, asegura Schockel, nada era librado al azar en la propaganda nazi.
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